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El chorlitejo chico
IÑIGO ROYO ETXEZARRETA
Miércoles, 7 de septiembre 2022, 00:06
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IÑIGO ROYO ETXEZARRETA
Miércoles, 7 de septiembre 2022, 00:06
Ya su nombre inspira ternura. Él no lo sabe, porque es un pajarito que está al margen de las idioteces de los mamíferos con dos patas y cabeza de chorlito, pero ha sido durante las últimas semanas el centro de una polémica local. Como quizás ustedes tampoco estén al tanto se lo cuento: resulta que la presa hinchable ha permanecido desinflada durante meses por un problema técnico. En consecuencia, ha descendido el nivel del río Oria a su paso por el centro de Tolosa y han reaparecido sus orillas. Hubo quien por razones ambientales vio con buenos ojos que el río abandonara su aspecto de agua entubada; el club de remo se vio afectado negativamente ya que tuvo que cancelar sus actividades en el Oria. Mientras tanto, y al margen de los sentires humanos, la naturaleza siguió su curso, en las orillas aparecieron especies vegetales y – ¡oh, sorpresa!– en el mes de julio, resuelto el problema técnico, la presa seguía sin poder hincharse porque el chorlitejo chico, un pájaro protegido por la ley, había decidido anidar en las reaparecidas orillas del Oria. Como sucede siempre con la especie de la cabeza de chorlito, las opiniones se avivaron. Hay quien recordó que 200 chavales seguían sin poder practicar el remo en las aguas del Oria, hay a quienes nos pareció que la nidada del leve pajarito era una razón de peso para que la presa permaneciera desinflada.
La película 'Faraón' de Jerzy Kawalerowicz comienza con un maravilloso primer plano de dos escarabajos pugnando en el desierto por un trozo de exquisita mierda; en su lucha ignoran que sus pasos se han cruzado con los del gran ejército del faraón. El oficial que va al mando detiene las tropas y corre a informar a sus superiores de que hay dos escarabajos interrumpiendo el camino. El faraón es partidario de seguir, su consejero cree que es preferible dar un rodeo y no perturbar a los escarabajos. El faraón se enfada, es absurdo desviar las tropas por dos escarabajos cuando hasta un burro podría seguir adelante. El consejero le responde que así es, que un burro podría continuar el camino sin problema alguno, pero que un burro nunca podrá llegar a ser un faraón.
El pasaje puede tener muchas lecturas pero –y al margen de que el escarabajo era para los egipcios un animal sagrado–, hay algo profundamente hermoso en la decisión de detener a los ejércitos del faraón o en la de no hinchar la presa hasta que acabe de anidar el pajarito. Hay un poso de humildad, de cuestionamiento de esa idea que alguien expresó en este periódico cuando, a propósito del problema de la presa, afirmó que «las personas ocupamos el primer puesto en el inventario del planeta Tierra». Yo, ¿qué quieren que les diga? Empiezo a no tenerlo tan claro. De hecho, si yo perteneciera al club de remo sugeriría que se añadiera al logotipo del club la imagen de un chorlitejo chico. Así, cada vez que un nuevo chico o chica entrara al club le explicaría que la imagen del pájaro está ahí porque nos recuerda que por encima del derecho a remar en el Oria está siempre el respeto al río que nos acoge y a las especies que en él viven. Y que en la vida hay cosas que aunque se puedan hacer, es preferible no hacerlas.
En el momento de escribir estas líneas la presa sigue desinflada, ya no es por el chorlitejo, ahora es –glups– porque no llueve.
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