
ALBERTO MOYANO amoyano@diariovasco.com
Lunes, 8 de febrero 2010, 13:37
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Nueve meses después de su llegada a la concejalía de Cultura tras la marcha de Ramón Etxezarreta, Denis Itxaso (Donostia, 1975) asume algunas críticas, que atribuye a los problemas presupuestarios derivados de la crisis, y pone en valor las ideas y equipamientos con los que se están forjando «la apuesta del siglo en materia cultural». Itxaso asume la dificultad de transmitir los contenidos de algunos proyectos, pero anuncia que una exposición ilustrará este verano cómo será el nuevo museo de San Telmo, cuyas puertas se reabrirán en 2011.
- ¿Qué situación encontró al llegar al Departamento de Cultura?
- Un equipo magnífico de profesionales que, cada uno en su área, está capeando una crisis que nos deja con una capacidad de gasto corriente menor, pero que a la vez, están muy ilusionados con los grandes retos que la ciudad ya tiene planificados. Estamos abordando la inversiones del siglo. Cuando hablamos de Tabakalera, San Telmo, el Centro de Derechos Humanos, el Basque Culinari Center -que no entra dentro de Donostia Kultura, pero nos va a afectar- o del centro de Musikene, hablamos de los pilares culturales del próximo siglo.
-¿Tiene la sensación de que algunos de estos proyectos se han salvado por los pelos de la guillotina presupuestaria de la crisis?
- Quizás no tanto, pero sí es verdad
que ha habido una reflexión de fondo sobre la sostenibilidad de los equipamientos. Esta crisis ayuda también mucho a pensar qué tipo de inversiones se realizan, los gastos que traen aparejados y la sostenibilidad de los mismos. No basta con hacer grandes despliegues, como se han hecho en otras regiones españolas -y Valencia sería un ejemplo-, pero que traen un nivel de gasto corriente que hay que hacer sostenible en el tiempo. Esta crisis nos pone ante el espejo. Lo que sí nos hemos preocupado es en gestionar ese futuro.
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- ¿Por qué los recortes empiezan siempre por este área?
- Los recortes empiezan por cultura en todas partes, eso es verdad, porque hay prioridades. Estamos pasando por una situación más difícil, pero manteniendo lo más importante, lo estratégico, con unas inversiones de futuro que nos van a permitir recuperar un cierto esplendor, y un ritmo de consumo y creación cultural de primera línea en el sur de Europa.
- ¿Qué conclusión extrae de la reacción contra la desaparición de Gaztemaniak!?
- Seguramente estas circunstancias sirven para que demos valor a cosas que realmente lo tienen y que hasta ahora habían pasado más desapercibidas y que las dábamos por hechas como si no tuvieran un esfuerzo económico por detrás. Hay que concretar cuáles son las cosas que no pueden caer y que deben mantener un umbral mínimo porque la recuperación sería aún más costosa a futuro. Nosotros lo hemos hecho en los festivales de Cine y de Jazz. En el caso de Gaztemaniak!, representa algo que genuinamente se demanda y que forma parte del punch cultural al que no puede renunciar este territorio, que son las actuaciones de pequeño y mediano formato. Un sirimiri cultural del que se nutre gran parte de la ciudadanía.
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- Ya que menciona el Festival, ¿cómo ve el recorte en la partida de la Diputación?
- Con preocupación. Hubiéramos preferido que todas las instituciones hubieran mantenido el nivel de aportación. Lo que ocurre es que las vicisitudes económicas que vivimos las instituciones también van por barrios. Nosotros nos hemos vistos obligados a suprimir la Feria de Teatro porque no veíamos el suficiente compromiso interinstitucional en algo que no es exclusivamente una competencia municipal.
- ¿Sale tocado el Festival de Cine de esta polémica?
- Bueno, de lo que se trata es de que esa merma se corrija lo antes posible y en futuras ediciones se vuelva a una simetría por parte de todas las instituciones. Si la Diputación, que es la que recauda los impuestos en este territorio, está mal, las que recibimos de ella en gran medida nuestros ingresos estamos igual o peor. Vamos a seguir soportando ese esfuerzo en la medida en la que el Festival de Cine es una de las puntas de lanza de la proyección cultural internacional de esta ciudad. Así lo han considerado también el resto de la instituciones, salvo la Diputación.
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- Tras décadas de debate, parece que San Telmo ya está encarrilado. ¿Cómo definiría el proyecto?
- Va a ser un museo de sociedad y de ciudadanía, más de preguntas que de respuestas, más contemporáneo que lastrado por el pasado, que nos va a permitir hacer un relato de la sociedad vasca como sociedad moderna, con sus conflictos y con sus contradicciones, con sus anhelos y sus pesadillas. Vamos a tratar de invitar a la gente a que reflexione, pero lo vamos a hacer desde la contemporaneidad, desde los problemas propios, pero también en contacto con la globalización.
- ¿Un ejemplo?
- San Telmo no puede eludir todo el mundo de realidades que suponen las indentidades complejas, compuestas, variables y volubles en el tiempo. Todo el mundo que tiene que ver con los fenómenos migratorios, con las nuevas culturas, con la sostenibilidad, el cambio climático... Problemas que no nos son ajenos en el mundo moderno. Quizás nos pueda servir para relativizar nuestras particulares obsesiones, identitarias o de otro tipo, y encauzar, que no resolver -porque nuestros conflictos son irresolubles-, nuestros conflictos.
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- Da la sensación de que la exposición de 2000 'Atarian' sería como el embrión del futuro museo.
- Podría serlo. Aquella exposición dejó mucho poso. Era un recorrido por San Sebastián y, desde luego, esa función también la va a realizar San Telmo. Es un espacio representativo de la cuna de la ciudad, en un espacio muy emblemático y también quiere reflejar ese desarrollo de una ciudad que ha vivido casi los últimos doscientos años, como mínimo, en ausencia de paz. Eso ha marcado la ciudad y ese relato hay que saber hacerlo de forma didáctica, dejando que el visitante se haga sus propias preguntas.
- ¿Se han inspirado en algún otro centro similar europeo o de otro lugar?
- Desde luego que sí. El Branly de París y el Museo de las Civilizaciones de Quebec podrían ser un par de ejemplos. Además, nos permiten inspirarnos en el capítulo de exposiciones temporales porque los nuevos espacios que se les van a dedicar en San Telmo son desconocidas en esta ciudad por sus dimensiones. Queremos que las exposiciones temporales complementen la permanente, que será más un recorrido por la sociedad vasca.
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- ¿Producirá San Telmo sus propias exposiciones?
- Habrá un poco de todo. Desde luego, habrá momentos en los que podamos producir nuestras propias exposiciones en colaboración con otros espacios expositivos españoles, como puede ser el Macba u otros. Es importante que el museo esté en red con el Bellas Artes de Bilbao o el Museo Vasco de Bayona y otros muchos. Me atrevo a decir que en España San Telmo es el primer museo de estas características de sociedad y ciudadanía que con este sesgo se pretende lanzar de forma valiente y no exento de riesgo.
- Pero, ¿tendrán cabida las estelas, los arados y el resto de los elementos del fondo etnográfico del Museo?
- Sí, pero al servicio de un discurso y de un relato, no tanto como elementos etnográficamente valiosos, que desde luego lo son. Al igual que las pinturas del siglo XVI o los lienzos de Sert, quien quiera verlos los va a tener, pero todo va a contribuir a explicar un relato.
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- ¿Entiende que la indefinición de este proyecto, como la de algunos otros, lastran el entusiasmo ciudadano?
- Creo que San Sebastián está haciendo la apuesta del siglo en materia cultural y no sólo en cemento, sino también en ideas y éstas son más difíciles de transmitir. A veces nos pueden acusar de estar más en el discurso del cemento, pero lo cierto es que a las ideas les tenemos que buscar un soporte. Son proyectos que se están elaborando con muchísimo rigor. En el caso de San Telmo es verdad que hemos arrastrado durante muchísimo tiempo una excesiva prórroga. Y es verdad que ha habido fracasos políticos y económicos. Por otra parte, la obra se está llevando a cabo en una zona un poco apartada de la ciudad, pero estoy convencido de que va a ser una grandísima sorpresa para la ciudadanía. Haremos una buena campaña de comunicación de los contenidos del museo que viene para poder ir penetrando una serie de ideas en la ciudad.
- ¿Cuándo?
- Nos gustaría empezar a comunicarlo este verano, ya que preveemos su apertura para primavera de 2011. No podemos llegar agotados y no podemos permitir que se diluya el mensaje. Intentaremos organizar una exposición explicativa, pedagógica y didáctica sobre lo que va a ser el nuevo San Telmo este próximo verano. Además, ya hemos lanzado el concurso para la contratación de una imagen corporativa del nuevo museo.
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- Cambiando de tema, se ha criticado la programación del Victoria Eugenia para este primer semestre.
- Puedo entender que con los recursos económicos disponibles no sea la mejor de los últimos años. Eso es obvio y tiene una explicación: tenemos menos recursos para programar. Sin embargo, hemos querido planificarla aprovechando a nuestros buenos profesionales, y todas nuestras alianzas y lazos para ceder el testigo a los promotores privados, que pueden encontrar en el Victoria Eugenia el espacio en el que llevar a cabo determinadas actuaciones de lo más variopintas. En todo caso, es una crítica que asumo, pero quiero pensar que es algo que puede entenderse.
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