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«Se trata de un conjunto que está pensado para una mujer actual que quiera sentirse cómoda y le gusten las prendas de colores alegres».
El arte de vestir bien en política
POLÍTICA

El arte de vestir bien en política

Una buena o mala combinación de la vestimenta con el discurso determina cómo se ve al político

ANTTON IPARRAGUIRRE aiparraguirre@diariovasco.com

Lunes, 3 de mayo 2010, 03:54

«Dime cómo vistes y te diré qué clase de político eres, cuál es tu partido y quién te vota». Aunque no se puede generalizar con un dicho, sí se puede decir que la vestimenta da pistas interesantes y certeras. Como decía William Shakespeare, «el traje denota muchas veces al hombre».

Yuri Morejón Ramírez de Ocáriz, director de Yescom Consulting y presidente de la Asociación Vasca de Asesores y Consultores Políticos, lamenta que desde la transición en Euskadi se han priorizado las ideologías sobre la imagen y ha habido un déficit de comunicación para hacer la política y a los políticos «un elemento más digerible, atractivo, creíble, cercano, confiable.». Por eso señala que los partidos todavía no son conscientes plenamente de que «una buena o mala combinación de la vestimenta (imagen) con el discurso (mensaje) resulta determinante en la percepción y valoración que los medios de comunicación y los ciudadanos tienen sobre la gestión de un determinado político».

Este politólogo recalca que la vestimenta o el estilo es «una forma de acercarse o romper la barrera entre el político y el elector, y más en estos tiempos de creciente distanciamiento entre ambos».

Sin embargo, consultadas las principales formaciones vascas y distintos dirigentes políticos, todos señalan que ni dan ni reciben consignas sobre cómo tienen que vestir. Los últimos recalcan además que pagan su indumentaria de su «pecunio personal». Desde los partidos, se asegura que sólo hacen alguna recomendación a sus líderes cuando tienen que acudir a un plató de televisión, por ejemplo para un debate electoral, donde el medio y el evento en sí imponen unas reglas sobre determinadas prendas o sus colores. Las formaciones indican que sus cargos «visten de acuerdo a su criterio personal, o al de su mujer o su marido».

Por eso, los asesores de comunicación e imagen critican que los partidos todavía no recurren lo suficiente a ellos e inciden en que no se dedican sólo a recomendar la corbata, la camisa, el traje o el peinado de un dirigente o de un candidato. Morejón explica que «cuando analizamos a un político debemos tener en cuenta tres aspectos: lo que dice, es decir, el mensaje; cómo lo dice, el lenguaje corporal, y en tercer lugar, la estética, la imagen. Todo ello sumado conforma una percepción que tiene una serie de atributos que son los que llegan a los medios y a los ciudadanos, y en política la percepción es la realidad».

Por eso, a su juicio el político tiene que ser «improvisadamente sexy, ya que su vestimenta se convierte en la forma más directa que tiene para seducir al votante. Desde el maquillaje, el color de las prendas, el corte de pelo, los complementos, la escenografía..., todo tiene que ser investigado». No olvida que «hay cada vez más elecciones que se deciden por la imagen del candidato. La gente ya no vota única y exclusivamente por ideología». Incide además en que la política vasca está muy personalizada y el líder es parte del mensaje de un partido, ya que sin él se dispersa entre la población. «Es como un relato sin protagonista, que le falta algo», señala.

Además, la vestimenta de los políticos ha evolucionado en los últimos años. Atrás quedan lemas como uno de Mayo del 68 que decía: «Digo no a la revolución con corbata». Al igual que las ideologías han ido tendiendo hacia el centro, la estética política también. «Hoy en día no hay tantas diferencias entre los de derechas o de izquierdas en el vestir, y el uso de los pantalones vaqueros es un claro ejemplo. Antes había ese cliché de la chaqueta de pana y del traje», indica Morejón. Considera que «tal vez las políticas de derechas suelen ser más clásicas, con algún toque de modernidad, mientras que las de izquierdas tienden más a arriesgar en su estilo». «Pero el estilo lo determina más la edad, el cargo, el contexto, o el tipo de cultura, que la propia ideología. Además, en ocasiones, por criterios estilísticos, es más fácil asociar una ideología a un votante, que a un político», concluye.

Paul Auzmendi, del establecimiento donostiarra del mismo nombre, critica que «los políticos varones visten mal en general, sin ningún sentido del humor ni inquietud a la hora de estar al día, mientras que las políticas innovan e invierten más en I+D, por lo que los resultados son más dinámicos que con respecto a sus colegas masculinos».

La diseñadora Nora Izagirre es más benévola y señala que la mayoría de los políticos vascos «siguen las tendencias, siempre de manera más discreta, y al convertirse en personas públicas cuidan al detalle su ropa o el peinado. Son bastante conservadores, pero poco a poco se van adaptando a los tiempos, puesto que la influencia de la moda abarca todos los ámbitos. Así, algunos dirigentes políticos tienen un estilo serio, pero elegante». Lamenta que al contrario de lo que sucede en otras autonomías, en Euskadi su clase política hace un escaso uso y promoción de los creadores vascos.

Morejón advierte de que «la imagen nunca debe robar protagonismo al mensaje, sino complementarlo, acompañarlo, reforzarlo o simplificarlo». En definitiva, debe existir una armonía audiovisual. Por ejemplo, el color de la corbata, un traje o un vestido mal conjuntado, e incluso un peinado inapropiado, son elementos distorsionadores sobre lo que está diciendo el político y cómo lo está diciendo. En su opinión, «en la clase política vasca destaca que los colores de su vestimenta son muy sobrios y formales».

En esto coincide Nora Izagirre, quien afirma que «en general, tanto a hombres como a mujeres les daría un toque de actualidad y en esta época de crisis pondría más color en sus vestuarios».

Sicología de los colores

Y es que los expertos en imagen hacen hincapié en la sicología de los colores, y los responsables de los partidos son conscientes de que son un símbolo de afirmación identitaria. «En Euskadi tenemos visualizado que el verde está asociado al PNV, el rojo al PSOE y a partidos de izquierda y el azul al PP», señala Morejón.

Aplicado a las prendas, el azul transmite seguridad, moderación y seriedad, por eso se recomienda el traje de ese color y el uso de corbatas con tonos o elementos azules para actos en los que se busca el consenso o la confianza; mientras que las de color rojo demuestran más energía, pasión, determinación..., por lo que son más apropiadas para encuentros o situaciones en los que haya debate o divergencias. Con todo, Auzmendi cree que «las corbatas pueden ser discretas, pero no deben ser en ningún caso arcaicas».

El traje negro denota autoridad, prestigio, seriedad y fortaleza, pero este modisto recomienda a los políticos que, si bien no están mal los colores oscuros o el gris, utilicen también de rayas diplomáticas y los de Gales. Además, deberían utilizar conjuntos más entallados, con menos volumen y pantalones sin pinzas». Admite que «la sastrería a medida es hoy en día puro delicatessen, pero sin llegar a eso se puede mejorar si se elige un buen traje 'prêt a porter'. Hace falta ganas e interés. Deberían aprender de sus colegas europeos o americanos».

Morejón señala que «a un político la vestimenta es más sota, caballo y rey; simplificando, es ponerle un traje, azul o negro, combinado con una corbata». Auzmendi es más crítico y reitera que «ellos siempre van con los mismos trajes aburridos de diario. Denotan una ausencia de cultura del vestir y el buen gusto».

No ocurre lo mismo en el caso de las políticas. Morejón lo achaca a que «siguen siendo minoría y los focos están más atentos a ellas en cuestiones de imagen. Recomienda a las mujeres que, con respecto a su imagen pública, estética o estilo, deben evitar un escote amplio, no abusar del maquillaje, cuidar el peinado, utilizar complementos -como pendientes, collares, bolsos y hasta relojes- no muy llamativos, que las prendas no sean chillonas y los tacones no demasiado altos. Han de tener en cuenta las marcas y el precio de la ropa. «La gente no debe creer que son prendas elitistas o caras, sino que ha visto esos modelos en una tienda y que pueden estar al alcance de su bolsillo. Asimismo, las de primera línea política tienen la obligación de no repetir vestuario».

Auzmendi señala que «las políticas son mucho más inteligentes a la hora de vestir, para llegar con un mensaje más positivo a la ciudadanía en general». Además, se cuidan mucho de darle una vuelta al rigor del traje con un pañuelo bonito o unos zapatos dignos. En los actos más festivos les cuesta 'soltarse la melena' y son demasiado discretas», censura.

La diseñadora Nora Izagirre destaca que la chaqueta y el pantalón es un conjunto «muy socorrido» para las mujeres, «sobre todo porque les da un carácter más formal en el desarrollo de su actividad».

El calzado tampoco es baladí para la imagen de un político. Los zapatos con cordones se consideran más elegantes y serios, mientras que los de borlas o los mocasines dan un aire más informal y juvenil. La norma dice que el color del calzado debe combinar con el del cinturón, algo que curiosamente no cumplía el ex lehendakari Juan José Ibarretxe, que siempre llevaba cinturón marrón incluso con zapatos negros.

Al final, en el vestir todo es cuestión de gustos, como en la política.

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