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OSKAR L. BELATEGUI
Sábado, 8 de mayo 2010, 04:48
Hace 50 años, las salas de cine reservaban a los espectadores una experiencia aterradora. El impacto de 'Avatar' palidece ante la conmoción causada por 'Psicosis', que originaba chillidos y episodios de histeria. Anthony Perkins siempre lamentó que la escena posterior al asesinato en la ducha, en la que Norman Bates limpia el baño y arroja el cuerpo de Marion Crane al pantano, resultaba inaudible porque el público seguía gritando. Fue la tercera película más taquillera de 1960, por detrás de 'Ben Hur' y 'Can-can'.
Medio siglo después de su estreno, 'Psicosis' permanece como uno de los filmes más influyentes de todos los tiempos. Y no sólo por la célebre secuencia de la ducha, la más homenajeada y parodiada de la historia. Alfred Hitchcock marcó una nueva frontera en la representación de la violencia en pantalla y expresó proféticamente el malestar profundo de un país que, tres años después, viviría su propia pesadilla en Dallas, donde John F. Kennedy fue mortalmente tiroteado. El realizador se defendió diciendo que había hecho una comedia de humor negro. Un espectador le escribió una carta: «Después de ver 'Las diabólicas', mi hija no quiso tomar nunca más un baño. Y tras 'Psicosis' no querrá ya ducharse. ¿Qué debo hacer?». «Llévela a la tintorería», le contestó Hitchcock.
Rodada en blanco y negro, con técnicas perfeccionadas en televisión que le permitían ahorrar tiempo y dinero, y situada entre dos obras maestras como 'Vértigo' y 'Los pájaros', 'Psicosis' fue el mayor éxito de la carrera del realizador inglés. A partir de entonces, sus películas cobrarían un tono cada vez más sombrío, violento y torturado, a imagen de la evolución personal del cineasta y de su obsesiva misantropía.
La historia arranca con Janet Leigh en sujetador. Ha huído con 40.000 dólares de su empresa y se detiene en un motel vacío, regentado por un joven tímido que, asegura, vive en compañía de su madre. Los espectadores se concentran en la trama delictiva y en el aspecto sexual. Cuando Marion se ducha, piensan que Norman actuará de voyeur. Y sufren un shock al asistir a su cruel acuchillamiento. Nunca antes la estrella de la película había muerto tan pronto.
'Psicosis' consagró la faceta de su autor como consumado publicista. El rodaje se llevó en absoluto secreto y la publicidad insistió en que no se podía llegar tarde ni contar el final. Hitchcock jugó, una vez más, la imagen de poder y control absoluto sobre su vida y su arte.
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