
FERNANDO BECERRIL
Domingo, 5 de septiembre 2010, 04:17
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Oiana Blanco ya está en Japón para tratar de reivindicar su medalla de plata en el Mundial de Rotterdam del año pasado. Será todavía más difícil en una competición que pasará a la historia porque la participación se duplica y porque se disputará en la patria de este deporte.
La judoka de Orio viajó con la máxima ilusión. El año pasado estuvo cerca del oro y todo el trabajo que lleva acumulado durante los últimos meses tuvo el combustible de su ambición, pero es consciente de que se va a encontrar con más de una docena de rivales que parten con la misma idea, con idéntica esperanza.
El judo es un deporte cruel en su peldaño más alto. Sobre todo en las grandes potencias. Las competiciones estaban hasta ahora reservadas a un único competidor por país y peso. Desde ahora ya no será así.
La propia Oiana sabe lo que es quedarse fuera porque su única rival contaba con una preferencia de partida en la Federación. Le costó llegar, pero cuando lo hizo estuvo siempre cerca del podio y en Rotterdam se colgó la plata mundial.
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La diferencia es que en Japón se han inscrito 51 judokas en el peso mínimo, los 48 kilos. La selección local, Corea, Rusia, Cuba, Francia... doblarán su presencia en elMundial y todas quieren el mismo premio.
Oiana ha trabajado con la selección y con su club durante todo el verano. Hamburgo, Pamplona, Coimbra, Castelldefels... Hasta cinco horas al día para llegar en las mejores condiciones.
Tanto ella como su entrenador Esteban Arrillaga se subieron al avión convencidos de que el trabajo estaba hecho. Ahora la competición dictará sentencia, pero para Oiana hay un premio que ya está garantizado: «Estuve el otoño pasado compitiendo en Japón y es una experiencia única. El judo es allí el deporte rey. La gente lo vive con pasión. Me puedo imaginar lo que va a ser este Mundial».
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El Yoyogi Stadium de Tokio será con seguridad un hervidero entre el jueves 9 y el lunes 13. Oiana Blanco esta vez tendrá que esperar hasta el domingo para entrar en liza. A su entrenador no le entusiasma la idea, pero encuentra una ventaja.
«Empezar como hasta ahora el primer día te liberaba de la tensión que se acumula durante el campeonato, pero en esta ocasión nos ofrece varios días más para aclimatarnos. Nos han dicho que el calor y la humedad se notan y si podemos dejar el jet lag lo más lejos posible, mejor».
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Mejor todavía si el viaje de vuelta culmina con un recibimiento como el que hace un año le dedicó el pueblo de Orio a esta chica menuda que es capaz de discutir las medallas a las mejores judokas del planeta. Esta vez será más difícil todavía.
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