MITXEL EZQUIAGA
Viernes, 1 de octubre 2010, 13:54
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Cuando el presidente del jurado, el austriaco Manfred Gaulhofer, pronunció el nombre de San Sebastián entre las seis ciudades finalistas la emoción se apoderó de la embajada donostiarra desplazada hasta el Reina Sofía de Madrid. El alcalde Elorza, serio, estrechó las manos del resto de autoridades vascas. La coordinadora de la oficina del 2016, Eva Salaberria, se echó a llorar. El director artístico, Santi Eraso, no podía articular palabra.
Fue la reacción más contenida entre las seis ciudades que pasan a la final en la carrera por conseguir la capitalidad cultural europea en 2016. La gente de Córdoba y Segovia, por ejemplo, lanzó gritos. La de Zaragoza brincó.
Y es que el salón de actos del Reina Sofía, donde el jurado develaba qué ciudades de las 15 candidatas pasaban el corte, fue escenario de un psicodrama colectivo. Las elegidas estallaron en sonoras explosiones de alegría. Los alcaldes de las ciudades descartadas eran la imagen de la desolación. Y todos se mezclaban, rodeados por una nube de cámaras y micrófonos.
«Estamos felices», decía un Elorza contenido que trataba de esconder su emoción. «Ahora hay que trabajar más duro, pero antes debemos disfrutar», coincidían la consejera de Cultura, Blanca Urgell, y la diputada foral de Cultura María Jesús Aranburu. Sólo una hora después de concluido el acto, y animados por el fotógrafo de este periódico, los integrantes de la delegación donostiarra posaron en una foto de grupo haciendo la ola y exteriorizando al fin su felicidad. Para esa hora Odón Elorza había desaparecido. «Estoy feliz pero discreto», respondía en un sms a sus compañeros que le buscaban. Había comido en un restaurante chino, al margen del grupo, para vivir «con menos tensión» las horas previas.
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Como las sedes olímpicas
A las 17,45 horas se desveló el misterio de un proceso en el que las quince ciudades finalistas han empleado años de esfuerzos. Las 400 plazas del salón estaban ocupadas por delegaciones de cada ciudad y un amplio dispositivo mediático: decenas de televisiones, radios y periódicos habían acudido a un acto que alguien comparó con las ceremonias en las que se hacen públicas las sedes olímpicas.
El presidente del jurado, Manfred Gaulhofer, fue el encargado de leer en inglés el fallo del comité de selección. Felicitó a todas las ciudades por el alto nivel de calidad medio y explicó que habían decidido que fueran seis las capitales que pasan a la final. Esa decisión provocó el primer suspiro de expectación en la sala: el abanico era amplio.
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Y comenzó a leer por orden alfabético los nombre de las seis finalistas: Burgos, Córdoba, Donostia, Las Palmas, Segovia y Zaragoza. Estallaron las emociones y también las depresiones según fuera el sentido del fallo. Los representantes de Cáceres, situados justo delante de la delegación donostiarra, no podían reprimir las lágrimas. Lo mismo que la gente de Santander. Son dos ciudades que aparecían en todas las quinielas y quedaron sorprendentemente fuera.
Tres de las ciudades elegidas (San Sebastián, Las Palmas y Zaragoza) tienen alcaldes socialistas, dos (Segovia y Burgos) del PP y uno, Córdoba, de Izquierda Unida.
Los representantes vascos, aunque contenidos, exteriorizaban su alegría. Elorza admitía que había vivido momentos de mucha tensión, anunciaba que en previsión de que iban a pasar la criba «llevamos dos semanas adelantando trabajo de la siguiente fase» y reconocía que «al pasar el corte se cumple el primero de los puntos que establecí para presentarme a la reelección. Pero faltan otros tres», añadía con una sonrisa.
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La consejera Urgell, acompañada del viceconsejero Antonio Rivera, recordaba que «es un proyecto de país», y la diputada Aranburu se felicitaba por seguir avanzando hacia un reto «que es un desafío para toda Gipuzkoa». Los concejales más relacionados con la candidatura, Marisol Garmendia y Denis Itxaso, se fundían en un abrazo, rodeados de los portavoces de los grupos municipales desplazados hasta Madrid: Xabier Ezeizabarrena del PNV, José Luis Arrue del PP, Duñike Arrizabalaga de Alternatiba y Jaione Arratibel de Hamaikabat.
Pero los más felices eran, sin duda, las gentes que han trabajado en el seno de la oficina de la candidatura. Eva Salaberria seguía conmocionada, recibiendo enhorabuenas en el móvil. Santi Eraso felicitaba a los responsables de otras candidaturas elegidas y consolaba a los descartados. Y la decena de jóvenes y entusiastas integrantes de la oficina que se habían querido sumar a la delegación despalzada a Madrid irradiaban entusiasmo, aunque insistían en que «lo difícil viene ahora».
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La cita, en nueve meses
Tal como explicó el presidente del jurado, cada una de las ciudades selecionadas dispone ahora de nueve meses para concetar sus propuestas. En el plazo de veinte días se remitirán a cada una de las finalistas las condiciones técnicas de esta nueva fase, en la que el jurado visitará cada una de las ciudades. En los meses de junio o julio se conocerá la decisión final.
El comité de selección, compuesto por trece miembros (siete designados por las instituciones europeas y seis por el Ministerio de Cultura) deja fuera, además de a Santander y Cáceres, a Oviedo, Pamplona, Tarragona, Málaga, Murcia, Alcalá de Henares y Valencia. Ayer mismo por la mañana las últimas candidatas defendieron sus propuestas antes de que, a mediodía, el jurado se reuniera para su deliberación final.
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En 2016 serán una ciudad española y una ciudad polaca las que ostenten el título de capital europea de la cultura.
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