XABIER GALARTZA
Sábado, 2 de octubre 2010, 04:43
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Buscar consuelo después de haber encajado la tercera derrota consecutiva no es tarea sencilla, pero el Arrate tiene motivos más que sobrados para estar satisfecho de la actuación que completó anoche en Ipurua ante el Ademar.
No se le pueden poner peros al comportamiento que tuvo la reducida plantilla albiazul frente a otro de los colosos de Asobal y habitual de la Liga de Campeones.
La igualdad de fuerzas prevaleció durante prácticamente todo el partido, independientemente del baile que tuvo el electrónico. El público que se acercó anoche a Ipurua no tuvo motivos para salir defraudado, sino todo lo contrario, en virtud a la actitud de su equipo.
Tras el merecido cálido recibimiento que tuvo Cutura vistiendo la camisola rojilla (conserva su número 25) en Ipurua se asistió a un recital de paradas del meta Álamo. A pesar de la pobre puntería y de tener que hacer frente a la inferioridad numérica por la acumulación de exclusiones (Tokic vio la segunda en el primer cuarto y la tercera en el minuto 40) el Arrate fue capaz de reaccionar y evitar un tempranero despegue del Ademar.
El joven central montenegrino Petricevic tomó asumió felizmente la responsabilidad para terminar con la sequía goleadora inicial, lo que posibilitó que el duelo permaneciera equilibrado hasta las postrimerías del descanso.
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Si bien el eficiente trabajo defensivo del Arrate evitó que una de las posibles amenazas que representaban dos sus ex jugadores -Cutura y Carou- resultara productiva, no pudo hacer lo mismo con las individualidades de Buntic, quien hizo gala de su potente lanzamiento.
Jordi Ribera, el reconocido técnico que debutó en Asobal hace ya dos décadas de la mano del Arrate, optó por dosificar a sus hombres en la medida de lo posible. En esta oportunidad no pudo contar con el concurso de los lesionados Ruesga y Castresana.
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La igualdad se quebró a base de contragolpes al filo del descanso. Este fue el detonante del espejismo de despegue definitivo que tuvo el cuadro leonés. En la reanudación, el Ademar salió a resolver el partido por la vía rápida al llegar a abrir la máxima renta de diez goles del partido (12-22) cuando tan solo habían transcurrido diez minutos.
En condiciones normales cualquier equipo se hubiera venido abajo. El Arrate, en lugar de bajar los brazos, se reenganchó gracias a los tres penaltis convertidos por Szabó. Esto supuso un importante revulsivo hasta el punto de que fue capaz de ver reducida la renta a tan solo tres goles al pasar de un 19-23 a un prometedor 21-24 dentro de los diez últimos minutos. Al final se impuso la amplitud de plantilla.
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