MIKEL G. GURPEGUI
Jueves, 18 de noviembre 2010, 03:36
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No sé a ustedes, pero a uno sí le pasa que tiene por cosas de nuestro tiempo ideas que en realidad son más viejas que la pana. ¿Un ejemplo? El derecho a ser atendidos en euskera. Podríamos caer en el error de pensar que la cuestión de que los funcionarios públicos dominen el euskera es un tema de esta última etapa histórica. Sin embargo, en 1910 ya había quien consideraba que el Ayuntamiento donostiarra tal vez debiera «exigir de todos sus funcionarios y especialmente de los que forman la Guardia Municipal y empleadas de teléfonos, el conocimiento del vascuence».
Lo leemos un día como hoy pero de hace un siglo en el diario fuerista 'La Constancia'. Bajo el seudónimo de 'Nai Det', un artículo 'En pro del euskera' planteaba reivindicaciones que, ya les digo, uno en su ignorancia no pensaba que estuviesen sobre el tapete hace cien años.
Rótulos en vascuence
Aunque entre interrogantes, o más bien con una interrogación únicamente al final de cada frase, 'Nai Det' demandaba ayuda para «la rehabilitación de nuestro idioma» y señalaba: «El Ayuntamiento de San Sebastián, por ejemplo, ¿no podía hacer algo en pro de nuestro idioma? Nada práctico conocemos que haga en este sentido y sin embargo fácilmente pudiera hacer mucho. ¿Le costaría mucho por ejemplo poner en vascuence los nombres de todas las calles? ¿Exigir de todos sus funcionarios y especialmente de los que forman la Guardia Municipal y empleadas de teléfonos, el conocimiento del vascuence y no limitarse a considerarlo todo lo más condición preferente? ¿Poner todos los rótulos de todas sus dependencias en ambas lenguas así como las instrucciones, avisos, bandos, etc., que deben ser del dominio del público?».
Toda una defensa del bilingüísmo la publicada en el periódico fuerista, que también pedía acciones decididas a la Diputación guipuzcoana - «a pesar de que ha mostrado en muchas ocasiones y por distintos medios su decidido empeño de proteger el euskera»-, así como «a las compañías de tranvías de la localidad, a quienes nada costaría poner sus rótulos en ambas lenguas y sobre todo exigir de todos sus cobradores el conocimiento del vascuence».
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«A cada paso estamos presenciando escenas desagradables entre caseros y cobradores que ignoran el euskera, escenas que contribuyen cada vez más al desprestigio y decaimiento de nuestro idioma. ¿Acaso el vascongado no paga como los demás? ¿Será por tanto una impertinencia el exigir que se le hable en su idioma, que es por otra parte el del país?».
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