EDITORIAL

Acoger a menores

Cualquier programa debe fijarse como objetivo esencial procurar que los niños disfruten de una vida estable

PPLL

Martes, 22 de febrero 2011, 03:07

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El número de menores de 12 años de edad, atendido en Gipuzkoa dentro de alguno de los programas forales de protección, ha aumentado un 74% en los últimos cuatro años, mientras entre los recién nacidos este porcentaje se eleva al 208%. Estas cifras ponen de manifiesto la persistencia de un problema de profundo calado en el territorio guipuzcoano, que se concreta en la existencia actual de 64 niños y niñas de menos de doce años que residen en centros gestionados por la Diputación. Esta realidad social ha empujado a la institución foral a promover la puesta en marcha en las próximas semanas de una campaña de captación de familias guipuzcoanas para el acogimiento de estos menores con el propósito de garantizarles un entorno vital más cálido y familiar. Gipuzkoa puso en marcha en 1999 un programa de acogida de menores que se complementó ocho años después con otro que contemplaba también la profesionalización de esta modalidad.

Cuando la institución foral y un juez dictaminan la retirada de la custodia a los padres biológicos, significa que existe un grave riesgo de desprotección del menor, que se han agotado ya otras fórmulas menos drásticas de intervención familiar, y que se está ante una situación de potencial desamparo que reclama una respuesta institucional. Por muy desestructurada que esté una familia, es evidente que para los padres es muy duro asumir que la tutela de sus hijos deba trasladarse a la Administración pública. Y esta circunstancia es la que condiciona la necesidad de actuar con especial sensibilidad, facilitando, como sucede en el caso de los menores guipuzcoanos acogidos, que la familia biológica no sea ajena a la vida de sus hijos mediante visitas o a través de un seguimiento por parte de los psicólogos que analizan su evolución. Cualquier programa de acogimiento de menores debe fijarse como objetivo esencial procurar que los niños disfruten de una vida estable para facilitar su desarrollo personal de forma armónica. No obstante, cuando los periodos de acogimiento se alargan mucho en el tiempo, existe un cierto riesgo de colisión entre los intereses de la familia biológica y los del menor. Y afrontar esta delicada situación exige un considerable esfuerzo de responsabilidad, que compromete muy especialmente a la familia biológica.

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