
IÑAKI ZARATA
Domingo, 27 de febrero 2011, 12:48
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Michael Jackson fue un gran creador 'pop' y a la vez un ser humano muy complicado. Su prematura muerte le ha situado en el panteón del 'pop-rock'. Y en una coyuntura en la que muchas vacas sagradas del género están siendo pasadas por el tamiz teatrero de los grandes musicales, ¿quién mejor que el exagerado actuante 'Jacko' para protagonizar una comedia-concierto?
La iniciativa autóctona española al respecto recorre la península desde hace casi un año con el 'Forever king of pop' que arribó el viernes al Kursaal mayor y que se despide esta noche.
Son dos horas y media, más descanso, de un trepidante 'show', recibido y seguido con incondicional entusiasmo por un público plural en años. Efectivamente, una iniciativa «para toda la familia». Aunque, sobre todo, para la fiel parroquia de 'fans' del menor de los Jackson.
El montaje escénico es simple y puede que hasta decepcionante para quienes estén más familiarizados con las grandes realizaciones del género: unas estructuras metálicas entre las que se encajona el quinteto instrumental y por las que suben, bajan y trabajan los cantantes y actuantes. Más una pantalla central de vídeo para proyecciones, una trampilla en el centro del escenario por la que surge el héroe y algo de pirotecnia.
Cuenta el amplio grupo de intérpretes con dos diferentes sosias interpretando en paralelo al 'Rey del Pop': Fran Jackson y Mampuele. Ambos acumulan muchos años de remedo y sus respecticas caracterizaciones y actuaciones son bastante fieles. El primero trabaja sobre todo el baile, con voces prestadas del coro de cantantes, y parece que algunos tramos de 'playback'. El segundo demuestra tener una buena voz.
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El elenco de voces es notable y muy gimnásticamente resultón parece el conjunto de bailarines. La fiesta musical aguanta bien el ritmo y, salvo algunos momentos de bajón a cargo de la animosa pareja mixta de presentadores-cantantes, mantiene atenta y hasta entregada a la audiencia.
La trabajadora pareja de 'entertainers' se encarga de suplir la falta de un guión al uso y la trama del musical cabalga más bien sobre comentarios, chistes y guiños al respetable. Los tonos más atiplados de Jackson los cantan con bastante nobleza voces femeninas y hay, sorprendentemente, una notable carga de aceptable 'gospel', durante la segunda parte.
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Pero, como era de esperar, las coreografías grupales y los pasos de baile más individuales, intentando remedar las originalidades bailables del homenajeado, centran los momentos más álgidos. Hirvió la sala con los paseos a lo 'moonwalk' de los dos diferentes Jackson y explotó de entusiasmo con la salida de un simpático niño, buen remedador de MJ.
La treintena de canciones incluyó momentos altos como 'Beat it', 'Billie Jean', 'Smooth criminal', 'Black or White' y otras, contó con una cita a 'Mago de Oz' y colmó a los más 'fans'. Para quien acuda con actitud menos subjetiva, el musical resulta en cuanto a espectáculo de canto-danza, pero chirría hasta el abuso (tramo 'Earth song', 'Heal the world') cuando pretende beatificar y hasta santificar a alguien que fue un notable artista a imitar, pero -y para su desgracia- una persona muy poco ejemplar.
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