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Patxi López y José Luis Rodríguez Zapatero durante un acto celebrado en San Sebastián antes de las autonómicas de 2009. :: AFP
Zapatero intenta controlar el motín para sustituirle al frente del PSOE
DEBATE EN EL PSOE

Zapatero intenta controlar el motín para sustituirle al frente del PSOE

Crece el número de partidarios de elegir en un congreso al nuevo secretario general y candidato

RAMÓN GORRIARÁN

Jueves, 26 de mayo 2011, 09:14

«Las cosas se harán como estaban previstas y va a haber primarias». José Luis Rodríguez Zapatero salió ayer con esta rotundidad al paso de las voces, cada día más numerosas, que reclaman un congreso ordinario o extraordinario para designar al nuevo líder del partido y candidato para 2012. Sus palabras, sin embargo, no parece que lleven camino de hacerse realidad porque los partidarios de las elecciones internas se limitan a un puñado después del aplauso unánime a esa fórmula tras la reunión del Comité Federal del 2 de abril en la que Zapatero anunció su renuncia a ser candidato. Aumentan, en cambio, los defensores del congreso.

El presidente del Gobierno no tenía ni idea el martes por la tarde de que López iba a demandar en nombre del PSE la celebración de un congreso. No la esperaba, según colaboradores suyos. Pero pasada la sorpresa, telefoneó a primera hora de ayer al lehendakari y ambos «estuvieron completamente de acuerdo» en la forma de hacer las cosas.

El jefe del Ejecutivo, tras una conversación en el Congreso con José Blanco, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Bono, Manuel Chaves, el portavoz socialista en la cámara José Antonio Alonso, y el secretario general del grupo parlamentario, Eduardo Madina, se reafirmó en que las primarias es «lo que corresponde y lo saludable». Además se mostró convencido de poder convencer a los 'barones' territoriales de que su idea será «ampliamente consensuada» porque es «lo mejor» para el PSOE.

Sin embargo, los socialistas andan sumidos en un más que intenso debate, y en el que cunde el desconcierto. Un destacado miembro de la dirección del PSOE pidió ayer que se tomaran sus palabras a título personal porque como están las cosas nadie puede ser portavoz de nadie. Buena parte de la confusión que reina entre los socialistas responde a la contundencia de la derrota electoral, un revés «sin precedentes», confiesa más de uno.

Condena al fracaso

En el PSOE recuerdan que en las municipales y autonómicas de 1995 el triunfo del PP también fue concluyente, pero se retuvo Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura y una veintena de capitales. Ahora no queda nada de eso, solo es posible que los socialistas puedan retener Extremadura, y no será fácil, y Andalucía y Euskadi porque no han celebrado elecciones, aunque de haberse convocado se hubieran perdido también a tenor de los resultados de las municipales. El análisis coincidente que realizan numerosos 'barones' es que esta situación no es culpa de la crisis, como dijo Zapatero, sino de la gestión de la crisis y de una política, la 'zapaterista', condenada al fracaso.

Por eso, afirma, se impone un cambio de liderazgo y una reformulación del proyecto «que ilusione». Y para eso es necesario un congreso y no unas primarias que solo sería un cambio de caras, pero con el riesgo añadido de fracturar al PSOE.

Esta postura la defendieron en público ayer de nuevo los socialistas vascos, extremeños y valencianos, y en privado los representantes de otras federaciones. Un motín en toda regla, aunque el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández-Vara, intentó poner paños calientes y garantizó que no hay «mano negra ni contubernio alguno» para desbancar a Zapatero. «Aquí lo que hay -precisó- es un proceso abierto a partir del momento en que José Luis dice que se va».

Los defensores de Zapatero y las primarias tuvieron una menor potencia de fuego. La ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, el portavoz en el Congreso, el ex secretario de Comunicación Fernando Moraleda, y el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán. Aunque en su caso responde más al temor a sufrir un revolcón de manos de los seguidores de su antecesor, Manuel Chaves, en el congreso que debería celebrar el PSOE andaluz para elegir los compromisario para la asamblea federal.

Si al final Zapatero no logra imponer la celebración de primarias para elegir al candidato del PSOE para 2012 comprobará que después de once años de liderazgo total ya no controla el partido. Por ahora, existe una mayoría de secretarios generales decididos a respaldar el sábado que el Comité Federal convoque un congreso para dentro de 40 días. Zapatero tendría dos opciones dimitir de inmediato como secretario general o esperar hasta el cónclave y hacerlo allí mismo.

El líder socialista ya logró frenar la celebración de un congreso, demanda planteada por los afines a Alfredo Pérez Rubalcaba, antes de hacer el anuncio de su retirada el 2 de abril, pero ahora todo hace pensar que no lo logrará. Zapatero dijo ayer que se sentía respaldado por el partido, pero a espaldas suyas las opiniones eran otras. Los partidarios de la opción de primarias, es decir los más próximos al presidente y los valedores de la ministra de Defensa, Carme Chacón, ven la mano del vicepresidente primero en la operación congresual que sitúa a Zapatero entre la espada y la pared.

De esta forma puede darse la paradoja de que sea el propio PSOE el que provoque el adelanto electoral con el que sueña el PP. Un Zapatero despojado de la Secretaría General del partido por sus propios compañeros tendría pocos argumentos para seguir en la Presidencia del Gobierno, y nadie plantea la hipótesis de presentar otro candidato socialista a una sesión de investidura para los escasos diez meses de legislatura que quedan.

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