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Gabriel Bello participó en el congreso 'Nosotros y los otros' en San Sebastián. :: JOSE USOZ
«Al ilegalizar al inmigrante le excluimos de la humanidad»
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«Al ilegalizar al inmigrante le excluimos de la humanidad»

Clausuró el congreso 'Nosotros y los otros' celebrado en DonostiaGabriel Bello Catedrático de Filosofía moral

CRISTINA TURRAU

Domingo, 5 de junio 2011, 04:13

Para Gabriel Bello, catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad de La Laguna, la ilegalización del inmigrante es una «deshumanizacuión de baja intensidad». «No podemos compararla a la que, según Hanna Arendt, se producía en los campos de concentración, pero es una exclusión de la humanidad legal, normal y regular». De ello habló el viernes en Donostia en la clausura del congreso 'Nosotros y los otros', donde presentó su libro 'Emigración y ética: humanizar y deshumanizar (Plaza y Valdés).

- Con la creciente llegada de inmigrantes a las ciudades, ¿han dejado de ser 'los otros'?

- Como todo es relativo, habría que distinguir entre varios tipos de inmigrantes. Están los asimilados, que suponen un alto porcentaje y son los más parecidos a nosotros. Otro sector son los integrados pero no asimilados, que viven entre nosotros con cierta normalidad pero siguen vinculados a sus identidades culturales de procedencia. Y está el sector de los desintegrados, que están vinculados el mínimo para poder sobrevivir y mantener una justa conexión con la ciudad. Una profesora decía recientemente que los niños de familias chinas son los menos integrados. Según de quién hablemos podremos concluir que son más o menos 'nosotros' o más o menos 'los otros'.

- Cuando uno llega a Nueva York y le recoge un taxista paquistaní o armenio que habla orgulloso de su ciudad, ¿es un buen ejemplo de integración?

- Hablamos de una persona a la que se conoce en un coche y en la medida en que se gana la vida conduciéndolo se adivina que tiene una integración mínima. ¿Qué otra vida tiene más allá? Da la impresión de que si tiene un trabajo puede tener una familia y más cosas. Pero sin saberlo es una mera suposición. Ya que hablamos de Nueva York, déjeme hacer una reflexión.

- Adelante...

- Por lo que yo conozco, allí es posible que personas que pertenecen a culturas y grupos diferentes mantengan sus tradiciones e incluso hay espacios ciudadanos diferenciados como Chinatown o Little Italy, donde pueden vivir juntos en la ciudad.

- ¿Hay una forma ideal de integrarse en la ciudad o país de acogida?

- Lo ideal resulta atractivo pero es engañoso. La ilusión tiene dos caras: el entusiasmo y el espejismo. Soy escéptico y prefiero ir paso a paso a partir del presente. Puedo decir lo que a mí me gustaría. Y es que los inmigrantes encontraran una situación cada vez menos penosa para ellos. Supongo que es un deseo que mucha gente compartiría, pero no me atrevo a plantearlo como un ideal social.

- Dicen que la aceptación y tolerancia hacia la población inmigrante es cuestión de número. Si hay pocos, se aceptan mejor. Si hay muchos, aparece el rechazo.

- Sociológicamente es así. En las elecciones del 22 de mayo un partido que se declara públicamente xenófobo, como Plataforma per Catalunya, sacó 67 concejalías porque le votaron 66.000 personas en Cataluña. Hay municipios como Vic o Salt donde el porcentaje de inmigrantes es del 23% y 40%, respectivamente, cuando el porcentaje para toda España es de un 14%. Pero no deberíamos conformarnos con una explicación tan demográfica. Antes de que hubiera un 14% de inmigrantes, la gente se asustaba pero ahora vive tranquilamente porque ese porcentaje es asumible. Quizás una inmigración del 23 ó 40% sea asimilable en un futuro. La gente tiene que reeducarse. Probablemente es difícil, porque el conflicto intercultural es agudo y vivo, pero pienso que podría asumirse.

- Se dice que el País Vasco acepta bien a los inmigrantes pero se empiezan a escuchar voces críticas: 'se ayuda más a los inmigrantes que a los de aquí'. ¿Qué opina?

- La situación existe desde que hay inmigrantes. Las capas más favorecidas de los países de acogida se sienten celosas de lo que los inmigrantes pueden obtener. En época de crisis como ahora, con cinco millones de parados en España, se escuchan más estas críticas. No tengo un conocimiento concreto de lo que ocurre en el País Vasco y hablo en general. ¿Qué dice Plataforma per Catalunya?: 'Primero, los de aquí'. Es una tendencia que hasta cierto punto es lógica. Si no hay puestos de trabajo para todos, debe haber para los de aquí, antes que nada. Yo creo que no deberíamos encasquillarnos en esa lógica y ser flexibles. Los inmigrantes son seres humanos igual que nosotros y lo que quizás habría que hacer es distribuir en pie de igualdad. También es verdad que las situaciones malas de los inmigrantes pueden ayudarnos a ver las situaciones malas de los autóctonos. Y no habría que poner a unos por delante de los otros.

- Procede de Canarias, una comunidad que sufre la inmigración masiva. ¿Ello le ha llevado a especializarse en el tema?

- El tema de la inmigración me ha llamado la atención desde hace tiempo. Uno de mis primeros libros sobre el tema es de finales de los 90. Hubo un año, el 2006, en que llegaron en pateras y cayucos muchos miles. Murieron muchos en el viaje: según la Prensa, 500 ó 600, según la Cruz Roja ó la Media Luna Roja, 3.000, pero es complicado de saber porque es difícil encontrar los cadáveres. Lo suelen saber las familias, pero no hay relación aquí con ellas. En ese año, el Parlamento de Canarias votó por mayoría solicitar del Gobiermo central la intervención de la Armada para controlar los flujos migratorios. De entonces procede el Frontex, institución europea de control de fronteras. Y estaban los centros de retención: los inmigrantes eran detenidos y encerrados. No eran cárceles pero sí lugares con condiciones mínimas. Esto me llevó a trabajar sobre el tema. En tres meses, entre los que emigran del norte de África a Italia, han muerto cerca de mil personas.

- Estudia la inmigración desde la Filosofía moral. ¿Conclusiones?

- Me llama la atención el fenómeno de la ilegalización. Llegan personas como nosotros que vienen a trabajar y a mejorar su vida. Como no tienen papeles los declaran ilegales y los encierran. O los expulsan a su país de origen, donde todo vuelve a empezar, o bien los dejan tirados en la calle y van al mercado ilegal o negro. Dependerá de la crisis que estas personas se retraigan o incrementen sus viajes.

- Su reflexión ética sobre la inmigración...

- He buscado un enfoque ético, que no suele darse. Es mi contribución al debate pero no pretendo dar una solución. En el subtítulo del libro presentado en el congreso hablo de 'humanizar y deshumanizar'. Hanna Arendt en 'Los orígenes del totalitarismo' habló de la deshumanización en los campos de concentración. Traigo esta idea al problema de la inmigración ilegal. Soy consciente de que la situación actual no es tan atroz, pero les excluimos de la humanidad legal, normal y regular. Y tiene un alto precio.

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