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ANTTON IPARRAGUIRRE
Domingo, 10 de julio 2011, 13:15
Iñaki Galdos (Oñati, 1966) tendrá marcado el mes de julio de 2011 en su agenda vital para siempre. Ha dejado el cargo de diputado foral de Deportes y Acción Exterior y el próximo sábado el partido que preside, Hamaikabat, celebra un congreso extraordinario en el que debatirá su futuro. Pero este hombre que subraya que es un apasionado de la política desde niño encara ese trascendental cónclave con el optimismo y el dinamismo que le caracteriza como persona. Está convencido de que todavía tiene mucho que aportar al nacionalismo.
-Hamaikabat inició el pasado 4 de junio un proceso de consulta y reflexión sobre el futuro de la formación que concluirá en un congreso extraordinario. ¿Puede adelantar las propuestas que han ido recibido por parte de los militantes?
-Estamos recibiendo aportaciones no solo de la militancia, sino también de personas de diversos ámbitos ideológicos. Ya hay tres denominadores comunes. El primero, la conveniencia de que las personas que forman Hamaikabat sigan unidas haciendo política como agentes activos. El segundo, la percepción de que a pesar del fracaso electoral nuestro mensaje sobre la situación del nacionalismo histórico institucional es hoy más necesario que nunca. Y el tercero, que tenemos concejales y alcaldes a los que hay que arropar. El éxito del congreso consistirá en tratar de aunar esos planteamientos en una propuesta que sea asumida por una mayoría.
- ¿Su deseo sería que Hamaikabat siguiera adelante como partido?
-Dije desde el principio que, como todavía presidente de Hamaikabat, no iba a hacer ninguna propuesta pública porque no quiero condicionar la opinión de nadie. Además, no sería honesto por mi parte. Prefiero escuchar y luego tomar partido. Hemos recibido un mensaje clarísimo de las urnas, y lo que parece también casi unánime es que Hamaikabat no puede seguir siendo un partido que aspire a presentarse en solitario en unas elecciones como tal. Se puede ser agente político activo en este país sin que eso te obligue a ser un partido político al uso. La cuestión no es si H1! desaparece como tal o no, también podemos constituirnos en una asociación o en una fundación. En el congreso extraordinario no va a haber una decisión solemne diciendo 'agur jaunak', nos vamos a casa y quemamos los carnés.
-¿Ese nuevo proceso estaría relacionado con su tesis de que es necesaria una reflexión en el nacionalismo histórico institucional?
-Sí. Alguien puede tildarme de oportunista y creer que es lógico que pida esta reflexión después de nuestro estrepitoso revés electoral. Pero, por ejemplo, la noche electoral de mayo de 2007, cuando la lista de EA que yo encabecé tuvo un buen resultado en Gipuzkoa y se convirtió en una fuerza determinante con sus siete junteros, también hice un llamamiento para que se hiciera una reflexión porque era evidente que se estaban produciendo fenómenos de fondo en el cuerpo electoral y también en el nacionalismo vasco que no estábamos captando de una manera oportuna.
-A usted le gusta el modelo de Convergencia i Unió.
-Sí, ya que desalojado del poder, aunque sin perder las elecciones, tuvo la valentía y el acierto histórico de poner en marcha un proceso, primero de reflexión ideológica, luego de redefinición estratégica y, por último, de renovación generacional. Lo que se llamó 'La casa gran del catalanisme' ha supuesto el retorno del nacionalismo institucional catalán no solo a la Generalitat y ayuntamientos, sino también a otros sitios de poder donde nunca había estado. En momentos como el actual hay que tener la suficiente amplitud de miras como para poder emprender con severidad procesos como ése, que yo seguí muy de cerca.
-¿Cree que la izquierda abertzale busca romper la hegemonía del PNV en la política vasca?
-Nunca ha ocultado que uno de sus objetivos estratégicos es desplazar al PNV o al nacionalismo democrático institucional, y en cierta manera lo está consiguiendo. Aspira a que en Euskadi suceda como en Irlanda del Norte, donde el Sinn Fein al final ha superado en votos al nacionalista Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP). Aunque también es cierto que puede ocurrir como en Cataluña, donde ERC tuvo en su día un eclosión electoral potentísima y en las elecciones de mayo sufrió un descalabro.
-¿Se esperaba que el PNV se quedara sin la Diputación de Gipuzkoa y que Bildu llegara al Gobierno'?
-Sinceramente, pensaba que podía suceder. No estuve en las negociaciones con el PNV de Gipuzkoa para hacer una entente electoral, pero a los jeltzales con los que tenía relación ya les advertí de que eso iba a pasar, pero me lo desmentían rotundamente. Pensaban que iban a llegar de manera clara la Diputación, aunque según se acercaban las elecciones algunos me iban reconociendo que igual eso no sucedía. Yo llevaba meses advirtiendo de que la izquierda abertzale iba a ganar las elecciones con cierta holgura. Creo que fui el primero que habló de un tsunami. No hay que olvidar que ya en las elecciones de 2007 el voto nulo fue mayor que el recibido por el PNV.
-¿Se ha arrepentido de no haber ido en coalición con los jeltzales?
-El PNV de Gipuzkoa hizo un ejercicio de autosuficiencia basado en datos que yo ya alerté de que no eran reales. Pero a la vista de los resultados electorales tampoco una coalición PNV-Hamaikabat podía haber hecho mucho. Aunque es cierto que el nacionalismo histórico institucional habría logrado algunas alcaldías más. Tengo la conciencia tranquila. Al final fue un ejercicio de dignidad presentarnos en solitario porque habíamos hecho todo lo que pudimos en las conversaciones con el PNV.
-¿Qué espera del nuevo equipo de gobierno de la Diputación?
-Hasta ahora sabemos poco de cuáles son sus intenciones. Conozco personalmente a algunos de sus miembros, empezando por Martin Garitano. A un Gobierno nuevo hay que darle cierto margen de confianza y vamos a ver qué es lo que da de sí. Estaremos muy pendientes de la hemeroteca y de los diarios de sesiones de los plenos y comisiones de las Juntas Generales, viendo qué es lo que algunos reclamaban a anteriores gobiernos forales y qué es lo que ahora están en disposición de hacer. Les recordaremos algunas cosas cuando proceda.
-Lógicamente, defiende el papel de su partido en la Diputación y las Juntas esta pasada legislatura.
- Creo que la labor que han hecho los hombres y mujeres de Hamaikabat en esas dos instituciones ha sido muy bueno. El tiempo lo juzgará, pero insisto en que nuestro trabajo ha sido muy positivo. Los cuatro departamentos, Innovación, Política Social, Hacienda y Deportes han sido gestionados muy bien. En cuanto al grupo juntero, cualquier analista reconoce que ha sido el más potente. Por tanto, da pena que nuestra gente no esté en esas dos instituciones en la presente legislatura.
-¿Cree que Gipuzkoa retrocederá por la postura de Bildu en cuestiones como el TAV, puerto exterior de Pasaia, incineradora.
-Ya veremos lo que sucede. Una cosa es estar gobernando y otra tener la mayoría en las Juntas. Bildu deberá tener la capacidad para asegurarse votaciones importantes. Habrá que ver también la labor de los grupos de la oposición a la hora de defender proyectos estratégicos para Gipuzkoa. Es un cinismo que la coalición empiece ahora a decir que el TAV no es competencia de la Diputación y de los ayuntamientos, cuando alcaldes y diputados forales de otros partidos han tenido una presión, inaceptable en muchos casos, por parte de sectores de la izquierda abertzale. Otro ejemplo sería que ahora se trate de justificar la colocación de la bandera española en el Ayuntamiento de San Sebastián y en la Diputación diciendo que la ley les obliga. Eso no deja de ser un sarcasmo cuando en San Sebastián se han quemado durante décadas decenas de autobuses, contenedores y escaparates cuando había alcaldes nacionalistas que ponían obligados por la ley, como ahora, la bandera española por ejemplo el 15 de agosto, en la Semana Grande.
-¿Defiende la reducción de departamentos en la Diputación?
-Es evidente que Garitano va a ser el diputado general con más poder en la historia de Gipuzkoa, ya que asume direcciones importantes, pero quiero subrayar que la reducción de departamentos no siempre es sinónimo de ahorro y eficacia.
-¿Cómo ve Bildu como coalición? ¿Cree que EA, Alternatiba y los independientes tendrán diferencias internas al ser tres sensibilidades bastante diferentes?
-A nadie se le escapa, y lo digo con todos los respetos, que Bildu es sobre todo la izquierda abertzale. En un montón de municipios la coalición se ha presentado sin miembros de EA y Alternatiba en sus listas. Ellos verán lo que han pactado y el grado de cohesión que tengan.
-¿Considera que EA podría quedar diluida dentro de Bildu?
-En cierta manera, ya se ha producido. Ya veremos lo que nos depara el futuro, pero en poco tiempo asistiremos a la creación de un nuevo partido de la izquierda abertzale, ya se comprobará si es Sortu u otro. A partir de ahí se empezará a reorganizar de manera definitiva ese espacio político. Por el momento, yo reconozco que se ve a los miembros de Bildu en sintonía.
-¿Se suma a las voces que opinan que el final de ETA se encuentra cada vez más cerca?
-Yo creo que sí. Llevo tiempo diciendo que estamos asistiendo a los minutos postreros de ETA, otra cosa es que pueda haber coletazos o no. Será muy importante ver cuál es la venta que se hace de este final. Habrá que reconocer el éxito policial, aunque dentro del nacionalismo ha sido a veces éste un tema tabú y yo he sido criticado por decirlo. Me da miedo que desde la izquierda abertzale se construya un relato que venda el final de ETA de una manera delirante que podría hacer daño en el futuro. No podemos permitir que dentro de una generación alguien piense que aquello mereció la pena.
-¿Debería dar más pasos la izquierda abertzale para acelerar la paz?
-A mi me gustaría, y creo además que sería exigible. Por ejemplo, no me parece bien que en fiestas de pueblos haya gente con pañuelos con fotos de presos que en realidad son asesinos que han causado mucho sufrimiento. Eso se debe evitar. Ni la pacificación consiste en la desaparición de las expresiones más explícitas de violencia, ni la normalización significa decir que ya estamos todos en las instituciones.
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