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MIKEL G. GURPEGUI
Viernes, 15 de julio 2011, 05:02
Les adelanto que la respuesta es no. Que sepamos, Marilyn Monroe no visitó de incógnito ni de ninguna manera nuestra ciudad. Pero sí es cierto que en julio de 1956 se extendió el rumor de que una joven rubia y extranjera que paseaba por nuestras calles podía ser la sex-symbol.
Hay que situarse con la mente hace 55 años. El mito de Marilyn Monroe ya era inmenso. Ya había cantado lo de 'Diamonds Are a Girl's Best Friends' en 'Los caballeros las prefieren rubias'. Ya nos había enseñado 'Cómo casarse con un millonario' y había mostrado que tenía otros registros en 'Río sin retorno'.
La tentación vivía arriba y en una ciudad turística de provincias, a la que se asomaban visitantes extranjeras, no es de extrañar que alguna de ellas, especialmente rubia, especialmente guapa, a alguien le recordase al icono de la pantalla. Máxime cuando había empezado la cuarta edición del Festival Internacional de Cine donostiarra. Y que el ligero calor vacacional extendiese la posibilidad, el rumor, casi el sueño de que MM se hubiese hecho carne entre nosotros.
El asunto apareció reflejado en la sección Sirimiri de DV con mucho distanciamiento: «Pasó, en esto, una pareja con aire juvenil, sonrientes y alegres. Ella con una pamela muy echada atrás que dejaba al viento el mechón de su flequillo de un rubio casi blanco. Ligero vestido claro sin mangas y con falda muy corta. El galán, en mangas de camisa. Iban muy contentos y la gente se volvía para verlos».
O sea, que llevaban el aire despreocupado de los turistas o las estrellas. Y, con un vestido tan ligero, una falda tan corta, acaso algún donostiarra (al que en mi imaginación ya le estoy poniendo cara de Alfredo Landa) se liase con la identidad de aquella rubia. Total, que, seguimos en Sirimiri, «corrió la voz de que era Marilyn Monroe, que había venido a pasar unas horas aquí, al festival de cine».
El autor de la sección de DV se hacía el despistado: «Como uno está ya poco menos que para el arrastre y no se entera de nada, se atrevió a preguntar tímidamente al vecino de banco quién era esa Marilyn, y se echó a reír. 'No haga caso -nos dijo-, que no es, ni se le parece siquiera'. Bueno. Por lo visto y oído, había sido una falsa alarma».
Sin 'glamour'
En contraste con la fantasía de que Marilyn Monroe se estuviese paseando por San Sebastián, la cuarta edición del Zinemaldia, que se desarrolló entre el 14 y el 22 de julio de 1956, fue de las menos 'glamourosas' de su historia. Tuvo que ver en ello el hecho de que el certamen no contase con el reconocimiento de la FIAPF, por lo que aquel año no vinieron películas de los Estados Unidos.
La mayor concentración de estrellas se produjo en la inauguración. Según leemos en DV, «Luis Mariano, Alberto Closas, Tilda Ibamar, Jacqueline Pierreux, Juan José Menéndez, Rolf Wanca y otros astros de la pantalla hicieron su entrada acompañados con música de chistu y bajo las espadas de los dan-tzaris». Mientras, algún donostiarra imaginaba que por allí llegaba la soñada Marilyn...
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