Apezetxea, en su taller, sostiene uno de los cencerros que utilizan los joaldunak. :: BELAUNTZARAN
GOIZUETA

El arte de saber hacer un buen cencerro

ELISA BELAUNTZARAN

Viernes, 25 de noviembre 2011, 03:35

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Bixente Apezetxea abrió las puertas de un pequeño taller de cencerros en Goizueta el siglo pasado. Después trabajó junto a sus hijos Joxe Antonio y Juanito. Un siglo después es su nieto Jexus Mari el que sigue con esta tradición familiar, con algunos cambios en el proceso pero con las mismas plantillas, casi, que utilizó su padre Joxe Antonio. En la actualidad son pocos los artesanos que realizan los cencerros de manera manual. En Gipuzkoa y Bizkaia han desaparecido, y en Navarra quedan tres artesanos. Uno de ellos es el goizuetarra y otro un primo suyo que trabaja en Lekunberri. Ambos han visto desde niños cómo se trabaja la chapa. Tras la copia de las plantillas, se mima el metal, se recubre con papel y arcilla, se baña para darle el latón antes de introducirlo en el horno y al final, se limpia con agua para lograr ese brillo que les caracteriza. Aunque, según Apezetxea «antes se enviaban tal cual salían del 'caparazón' del horno».

Ahora, ha cambiado el proceso de elaboración de un buen cencerro, pero la esencia se mantiene porque los 'mimos' continúan en las manos de Jexus Mari. «Es raro ver un cencerro si pulir fuera de un taller. Ahora, se cuida hasta el último detalle antes de enviarlo a un cliente». De hecho, el goizuetarra se encarga personalmente de todo el proceso de elaboración, «a veces me ayudan, mi padre o algún primo», pero todos acaban pasando por sus manos.

Gran nivel de Precisión

Antes de la entrega de cualquier cencerro hay que colocarle la 'lengua'. Otro de los elementos claves en estos sonoros colgantes que llaman la atención en prados y montes. «Buscar el punto idóneo de sonoridad es muy importante. No pueden tener dos tonos, y hay que buscar un tono vivo o bajo a cada uno de ellos», según su tamaño, su uso,.... muchos aspectos a tener en cuenta que se escapan de los desconocedores de este oficio, pero que Apezetxea guarda en su cabeza. «Este es un oficio duro y difícil. Si lo has vivido desde niño lo llevas grabado, pero no es nada fácil». En su caso, el goizuetarra reconoce que en cuanto coge el cencerro «sé que le sobran dos milímetros de un lado u otro, lo que influye en su sonido. O que el tono no es el adecuado por la mala colocación de la lengua». Escucharle es sentir el conocimiento y la dedicación de un artesano que lleva ya 30 años en el oficio y que siendo un niño jugaba en el taller junto a su padre y su tío.

Entre juegos, sus ojos de chaval curioso grabaron horas y horas de trabajo que ahora, se ven reflejadas en su cencerros. Escucharle mientras los hace sonar es descubrir sonidos que se escapan o detalles que pasarían desapercibidos para cualquier ajeno, pero que hacen que algunos de sus clientes busquen y rebusquen entre las decenas de cencerros que almacena en las estanterías de su taller. «Las ventas han bajado mucho, pero no es nada agradable que un cliente te pide uno en concreto y no tengas». La crisis también se nota en este oficio «hace años, vendíamos mucho más. El descenso de cabezas de ganado ha marcado también ese descenso, aunque ahora trabajamos más para realizar cencerros de yeguas-caballos, vacas, 'betizus',... Ahora, hay poco trabajo con los cencerros de ovejas...»

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De Goizueta a Grecia

Los cencerros de Apezetxea se pueden escuchar desde Barcelona hasta Santander. «Vendemos mucho en toda la zona de los Pirineos, en ambas partes de la muga», aunque los 'joares' de Goizueta pasaron el Mediterráneo y llegaron incluso a tierras griegas, «tuvimos un cliente muy bueno en Grecia. Al parecer prohibieron los collares electrónicos y nos hacía grandes pedidos de los cencerros pequeños». Con la crisis este fue uno de los buenos clientes que desaparecieron, pero que todavía recuerda Apezetxea.

A pesar de los malos años, Jexus Mari mira el futuro desde su taller. No concibe su vida haciendo otra cosa. Le gusta lo que hace y sigue enseñando a todo el que quiere sus secretos. Jon Urdanpilleta es su alumno más joven en Goizueta, tal vez, con él el futuro de los cencerros goizuetarras esté asegurado. Mañana estará enla feria de su pueblo.

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