CULTURA

Un paseo por la cista de Muntto, en el Leitzaran andoaindarra

J. MEAURIO

Sábado, 18 de febrero 2012, 03:29

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Dos lajas en forma de 'L', rodeadas de piedras hincadas en la tierra, son los restos del megalito de Muntto (Andoain), una tumba que el ayuntamiento de la localidad guipuzcoana -por recomendación del experto aficionado a la arqueología, Luis del Barrio- ha pedido al Gobierno Vasco que solicite un expediente para proceder a la calificación monumental de la sepultura.

Desde la pista que recorre el valle de Leitzaran, a unos cuantos cientos de metros de la misma, se accede a la cista de Muntto, un lugar ahora precintado, que no recibe muchas visitas, salvo la de las vacas Betizu y algunas ovejas que han deformado la milenaria arquitectura.

«El hombre ha hecho su labor destructiva pero también los animales que se rascan contra las piedras y las deforman o mueven de su lugar», señala del Barrio.

Muntto es un sepulcro similar al dolmen, aunque de proporciones más reducidas, para una o dos personas, construido entre la edades del Cobre y el Bronce (entre 5.000 y 3.000 años de nuestra época actual).

La sepultura se halla enclavada en el conjunto monumental de la Estación Megalítica de Onyi-Mandoegi, en una parcela que pertenece -mitad y mitad- al caserío Contrarregistro y al consistorio de Andoain.

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Tras su descubrimiento, el trabajo del arqueólogo, una vez confirmada su magnitud patrimonial, ha sido poner en conocimiento de las instituciones y del propietario del hallazgo. A partir de esta situación Lurrailan ha trabajado en preservar el megalito, mejorando su visibilidad. Así se ha talado el arbolado enraizado en la estructura y se ha desplazado el cierre parcelario que atravesaba por la mitad el monolito, reemplazádolo por otro colocado a cierta distancia.

Con las actuaciones que llevará a cabo el ayuntamiento andoaindarra se pretende dar un paso más para la conservación y puesta en valor de la antigua tumba. Andoain es rico en este tipo de monumentos funerarios. Así a Muntto se suman el dolmen de Belkoain, los cuatro cromlechs de Etetena II y el monolito de Usobelartza.

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