Una vecina del barrio donostiarra de Amara se dispone a depositar los residuos orgánicos en el contenedor marrón. :: USOZ
RESIDUOS

Reciclar el 86%, un espejismo

La Diputación fija un objetivo para Gipuzkoa no alcanzado en ningún país de la UE

FERNANDO SEGURA

Domingo, 4 de marzo 2012, 10:45

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No hay nada más tozudo que un dato. Y en el caso del tratamiento de las basuras se constata que el límite de reciclaje y compostaje se sitúa a día de hoy en el 70%. La posibilidad de alcanzar el 85%-90% a través del sistema de recogida puerta a puerta (PaP), como afirma la Diputación, parece imposible. La institución señala que si se logra esta cota, la incineradora será innecesaria.

El 70% al que hacemos referencia es la tasa lograda por Austria (datos de Eurostat), la nación que más recicla y composta de Europa. Nadie dudará de la conciencia ecológica de los austriacos, un país que nos lleva décadas de delantera en materia de recuperación de residuos. Pues bien, tras denodados esfuerzos, han llegado al citado 70%. El 29% restante lo incineran (la planta de Viena, en pleno casco urbano es una referencia) y el 1% se deposita en vertedero.

Analicemos Bélgica, otro ejemplo muy citado por la Diputación y por las plataformas defensoras del PaP. En este país, efectivamente, la recogida puerta a puerta se encuentra muy extendida, especialmente en zonas de baja densidad de población. Pero, al igual que Austria, se encuentra lejos de llegar al «zero zabor». En concreto, y volviendo a los tozudos datos de Eurostat, reciclan el 60% de la basura, incineran el 35% y vierten el 5%.

Anne Vandeputte, miembro de la Agencia Pública de Residuos de Flandes, señaló en los pasados Cursos de Verano de la UPV que en su región se ha consolidado el PaP. Acto seguido añadió que, pese al esfuerzo realizado, «una parte de los residuos no podemos reciclarlos. Casi todos los vertederos los hemos cerrado, así que necesitamos la incineración. En Flandes tenemos en funcionamiento diez plantas. Por tanto, combinamos el puerta a puerta con la incineración».

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El ejemplo catalán

Para no irnos tan lejos. ¿Qué ocurre en Cataluña, otro de los modelos citados por los defensores del PaP? Algunas comarcas de esta Comunidad Autónoma están avanzando en este sistema de recogida, pero la realidad vuelve a ser tozuda. Según la Agencia de Residuos de Cataluña, el 40,57% se recoge selectivamente, el 12,04% se lleva a las incineradoras (504.000 toneladas) y el 34,68% a los vertederos.

Cataluña dispone de cuatro incineradoras y prevé construir una quinta. De momento, y hasta que ponga en marcha esta última, exporta parte de sus residuos. Según algunas informaciones periodísticas, se están llevando a Murcia.

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Los responsables de la Diputación aseguran, en su ánimo de dar carpetazo a la incineradora, que en Gipuzkoa se pueden alcanzar tasas de reciclaje del 86%. Este dato no se sustenta en ningún documento técnico. Aportan como prueba de la viabilidad de este objetivo los resultados del PaP en las localidades donde se ha implantado: Usurbil, Hernani, Oiartzun y Antzuola.

Este índice ha sido desmentido por cargos públicos del PNV, PSE y PP. Explican que el 86% citado refleja la basura que se recoge selectivamente, pero añaden que de ese porcentaje una parte importante no se puede utilizar para reciclar o compostar, debido a la existencia de restos impropios, por ejemplo, que en el cubo destinado a materia orgánica se haya dejado también otro tipo de residuo.

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Jeltzales y socialistas han alegado que una cantidad elevada de la basura de esos municipios acaba en los contenedores de las localidades cercanas. Aseguran que el 40% de los desperdicios que se recogían en An-tzuola se han evaporado.

El Plan de Residuos aprobado en la pasada legislatura analizó en profundidad el problema de la mezcla errónea de basura. El documento investiga el rendimiento de las dos plantas de tratamiento de envases existentes en Gipuzkoa, las de Legazpi y Urnieta. En estas instalaciones se clasifican los elementos que se depositan en el contenedor amarillo. El estudio, referido al periodo 2004-2006, indica que el 30% del material recibido resulta inservible. Este porcentaje es posible que haya bajado en los últimos años, debido a las mejoras aplicadas. A día de hoy, los impropios se situarían entre el 18% y 24%. La recogida de materia orgánica, papel y vidrio también presenta una fracción que no se puede reutilizar, en torno al 3%.

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Vertedero de inertes

La Diputación, al situar el techo del reciclaje en el 86%, admite que queda un 14% de basura a la que hay que dar solución. El año pasado, en Gipuzkoa se recogieron 350.593 toneladas de residuos. Si el 14% no tiene tratamiento posible, nos encontramos con 49.083 toneladas (49 millones de kilos) a los que hay dar solución.

La institución foral ha señalado que esta fracción se podría depositar en un «vertedero de inertes». A falta de documentos técnicos que lo expliquen y por lo que se deduce de las declaraciones de los responsable forales, se trataría de extraer de esta fracción de la basura los elementos putrescibles. Tras esta operación, quedaría un resto inocuo para su depósito en vertedero. Se aduce que sería similar al existente en Arizmendi. Esta solución podría no tener encaje en la reglamentación europea. La legislación indica que un residuo inerte es aquel que no ha experimentado transformaciones físicas, químicas o biológicas, modificaciones que evidentemente afectarían a la basura para extraerle la materia putrescible.

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La directiva 1999/31/CE indica de forma expresa que estos residuos no deben ser combustibles. Si lo fueran tendrían que ir a una incineradora para dar cumplimiento a la Directiva 2008, en la que se establece la jerarquía en la gestión de los residuos. Es decir, que antes del vertido se encuentra la incineración.

El ejemplo del vertedero de Arizmendi también ha sido puesto en solfa, dado que en ese lugar solo se depositan restos procedentes de obras y demoliciones, escombros y tierra. Nada que ver con subproductos de restos orgánicos.

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A tenor de los datos aportados, resulta evidente que el 85%-90% de reciclaje no se ha alcanzado en ningún lugar de la UE. Esto no quiere decir que no quede margen para incrementar índices de recuperación de los residuos.

Los guipuzcoanos, de hecho, podemos sacar pecho. La media de reciclaje y compostaje de Europa se sitúa en el 42%, cuando en Gipuzkoa estamos en el 43,3% (España 39%). La evolución en nuestro territorio presenta un recorrido ascendente desde 2005, aunque parece que se ha estancado.

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A la vista de este 43,3%, el salto al 70% austriaco o al 85%-90% de reciclaje que propone la Diputación parece a todas luces inalcanzable no ya a corto plazo, sino incluso a medio o largo. Hay que tener en cuenta que cada año se consigue elevar en Gipuzkoa la tasa de reciclaje entre uno y tres puntos. A este ritmo, duplicar el índice como propone la Diputación (del 43,3% al 86%) nos llevaría décadas. Urge, por tanto dar una solución a esos millones de kilos de basura, máxime cuando los tres vertederos existentes en Gipuzkoa se habrán saturado en dos o tres años.

El Plan de Residuos aprobado en la pasada legislatura establecía unas metas más ajustadas a la realidad. El documento prevé que en 2016 el 60% de los residuos se recicle y composte, en tanto que el 40% se incinere. Estos son los índices que presentan hoy Bélgica y Holanda, y nos situaría por delante de Suecia, Francia, Finlandia, Luxemburgo o Reino Unido. Los datos aportados por los organismos oficiales de la UE, como decíamos, son tozudos. Indican que en toda Europa, especialmente en los lugares puestos como ejemplo por los defensores del PaP, combinan el esfuerzo por el reciclaje con la incineración de la parte de los residuos que no se puede recuperar. Lo demás, son espejismos.

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