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En su taller. Xavier Álvarez de Eulate trabajó intensamente en el convento de Olite, donde residió más de cincuenta años.
Fallece el artista Xavier Álvarez de Eulate, autor de las vidrieras de Arantzazu
ARTE

Fallece el artista Xavier Álvarez de Eulate, autor de las vidrieras de Arantzazu

El franciscano deja una numerosa obra que abarca todo tipo de estilos de arte sacro. La luz es la gran protagonista en sus trabajos como un camino a la reflexión y al misticismo

TERESA FLAÑO

Lunes, 19 de marzo 2012, 03:54

El artista franciscano Xavier Álvarez de Eulate falleció el viernes a los 93 años en el convento franciscano de Bermeo. Su obra, caracterizada por la variedad de registros temáticos y formales, fluctúa entre lo figurativo y lo abstracto. Sus trabajos más conocidos son las vidrieras, especialmente las que realizó para el santuario de Arantzazu, donde el año pasado fue homenajeado, al mismo tiempo que la Sala Boulevard Kutxa le dedicaba una antológica. También fue autor de grandes murales como los de la iglesia del Sagrado Corazón de Loiola, la parroquia de San Francisco de Asís de Pamplona o la ermita de la Magdalena de Bergara.

Nacido en San Sebastián en 1919, desde pequeño mostró dos vocaciones, la religión y el arte que se mantuvieron a lo largo de toda su vida y que dieron como fruto una obra religiosa muy interesante, con un lenguaje propio, donde predomina la luz y la sencillez. Su lenguaje pictórico es intenso y vivo, cercano al fauvismo y al expresionismo abstracto americano. El mismo se refería a su estilo como «sintetismo expresionista».

Otros dos artistas, Valentín de Zubiaurre e Ignacio Zuloaga animaron a un joven Álvarez de Eulate a trasladarse a Madrid para estudiar en la Academia de San Fernando. Allí conoció a Jorge Oteiza, quien se convirtió en uno de sus grandes amigos y también valedor de su obra. La admiración de Álvarez de Eulate por el escultor oriotarra le llevó a abandonar la academia porque quería tener «un aprendizaje más vital cerca de Oteiza» en su taller en Ciudad Lineal.

El también franciscano Iñaki Beristain considera que «por encima de todo era un hombre religioso». Fue ordenado sacerdote en 1942 y dedicó mucho tiempo a profundizar en textos de filósofos y teólogos modernos. Sus reflexiones se plasmaron en su obra artística, pero también en sus escritos.

Más de setecientas piezas

Su obra catalogada supera las setecientas piezas, aunque otras muchas, sobre todo de pequeñas dimensiones, no están localizadas porque regalaba bastantes y también las utilizaba como forma de pago, por ejemplo al dentista. Era un hombre que no buscaba el reconocimiento ni tampoco hacer exposiciones. En ocasiones, sus amigos le quitaban a escondidas sus cuadros para ser exhibidos y que no quedaran amontonados en su taller porque era un trabajador incansable que ejecutaba sus obras con gran rapidez. Muchas de sus piezas están realizadas sobre tablas porque es un soporte mucho más accesible económicamente que los lienzos.

Con su arte, especialmente en algunas de sus series y repeticiones como 'Santas Faces' y Zarzas ardiendo' u 'Horizontes', buscaba llegar a la esencia de los temas sobre los que reflexionaba en su enclaustramiento religioso, sobre todo en el convento franciscano de Olite.

Sus obras religiosas no son las recurrentes escenas bíblicas, sino que optan por una estética más espiritual e incluso mística. Un ejemplo claro son sus paisajes con anchas extensiones de naturaleza, sin presencia humana, sus series de pinturas 'Horizontes', 'Posdiluvio' y 'Espacios para una aparición' sobre la que el propio Álvarez de Eulate señalaba que «la protagonista es la luz como símbolo de Dios».

En 1950 recibió el encargo de realizar la vidriera de la basílica de Arantzazu en Oñati, un proyecto en el que participaron los arquitectos Laorga y Sáenz de Oiza y artistas como Eduardo Chillida, Néstor Basterretxea, Xabier Egaña, Lucio Muñoz y su gran amigo Jorge Oteiza. Estas vidrieras son motivos abstractos de multitud de colores. La nave queda en un nivel de luminosidad tal, entre el deslumbramiento y las tinieblas, que invitan al recogimiento. Su obra y la de Chillida fueron las únicas que no se paralizaron por la censura. La basílica finalmente fue consagrada en 1969.

Mañana se oficiará un funeral en el convento de Olite, donde pasó los últimos 50 años de su vida.

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