
OSKAR L. BELATEGUI
Sábado, 31 de marzo 2012, 14:38
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Los recuerdos infantiles de Willy Toledo (Madrid, 1970) le traen a la memoria consignas políticas. Pósters en las paredes de casa y libros prohibidos. Su padre era un médico que atendía en su hogar a represaliados del franquismo que no podían permitirse dar explicaciones en un hospital. El actor cuenta en su libro "Razones para la rebeldía" (Ed. Península) cómo el Primero de Mayo el doctor Toledo, pionero de la cirugía torácica en España, curaba a manifestantes heridos sin dar parte a las autoridades.
Hace tiempo que la conciencia política del actor y su activismo social ocupan más espacio en los medios que sus méritos interpretativos. Willy Toledo ha defendido a los manteros encarcelados, se ha manifestado contra la guerra de Irak, la intervención militar en Afganistán, la política exterior de Israel y la impunidad de los crímenes franquistas, al tiempo que ha apoyado al juez Garzón y el régimen saharaui. Hace ya casi diez años que la armó como presentador de los Goya del "No a la guerra". Con el tiempo, el respaldo de la plana mayor de nuestros actores a aquella campaña y su instrumentalización política se ha traducido en la desafección del público español a su cine.
El último episodio protagonizado por Guillermo Toledo le ha hecho pasar la noche en comisaría. Su nombre estuvo presente en las redes sociales el pasado jueves, día de la huelga general. Al parecer, había sido detenido por participar de madrugada en un violento piquete en un bar de Lavapiés. El propio interesado desmintió la noticia. Efectivamente, había montado bulla e "invitado" a cerrar un establecimiento. Pero nadie le había detenido. No contaba con que esa misma noche la Policía se iba a presentar en su casa del Carabanchel más tranquilo y castizo.
Portero y repostero
El dueño del bar de la calle Salitre, el peruano Rafael Contreras, denunció los destrozos que el piquete ocasionó al coaccionarle a cerrar. Según él, rompieron sillas, mesas, vajilla y los grifos de cerveza. Golpearon las persianas del local, hicieron pintadas en la fachada, utilizaron el extintor contra los clientes y encendieron hogueras con los servilleteros. Toledo, al que el denunciante no conocía e identificó en un reconocimiento fotográfico, jura que el grupo se limitó a informar. «El dueño nos dijo que estaba ya cerrando y nos marchamos. No pasó absolutamente nada».
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Al final, el protagonista de "Crimen ferpecto" quedó ayer a media tarde en libertad sin fianza tras prestar declaración ante el juez. Se enfrenta a la acusación de un delito contra los trabajadores y otro de daños. A su salida del juzgado, le esperaban amigos como Juan Diego Botto, Marisa Paredes y Javier Gutiérrez. También estaba su compañero del grupo Animalario Alberto San Juan, otra combativa figura del mundo del espectáculo. Juntos salieron a la carrera hacia Vitoria, donde a las ocho y medio de la tarde tenían función de "El montaplatos".
Candidato dos veces al Goya, Toledo admite que le iría mejor si a veces cerrara la boca. Sus simpatías por Arnaldo Otegi y la defensa del acercamiento de los presos etarras no le ganan muchas simpatías en Madrid. Tras la muerte del preso cubano Orlando Zapata en huelga de hambre, calificó a los disidentes de «delincuentes comunes». Tan pronto le expulsan de las tribunas del Congreso de los Diputados por gritar consignas a favor del pueblo saharaui, como recibe la querella del Sindicato Profesional de Policía por denunciar que en las comisarías se tortura. Para él, Imanol Arias y Emilio Aragón son «explotadores laborales».
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«En ocasiones pienso que si no me hubiese comprometido como lo he hecho, mi carrera profesional habría ido mucho mejor», confiesa en su libro. «Conozco a toda la jet y he tenido ligues famosos. Eso no me interesa». Pareja hasta hace poco de la actriz Melanie Olivares, Toledo no disfruta de un éxito en taquilla desde "Los dos lados de la cama" en 2006. Hace tres años que no rueda un largometraje, salvo el brevísimo papel que Álex de la Iglesia le dio en "La chispa de la vida".
Lejos quedan Richard, el jeta de la serie "7 vidas" que le brindó la popularidad, y los monólogos de "El club de la comedia". Antes de estudiar Arte Dramático con Cristina Rota, Willy Toledo fue un portero de discoteca que dejaba pasar a todo el mundo y repostero industrial. Su airado compromiso político hasta parece haber eclipsado sus dos grandes pasiones, la música y el Atlético de Madrid.
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