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MARÍA JOSÉ ATIENZA
Sábado, 9 de junio 2012, 15:04
«Nunca trabajes con niños, con animales o con Charles Laughton» es una de las citas más célebres de Alfred Hitchcock. El adiestrador irunés Álvaro Moreno procura que los directores de las películas para las que es requerido no sufran como lo hizo el genio del suspense. Álvaro acaba de participar en su su cuarto largometraje. En esta ocasión, ha convertido en 'actriz de reparto' a Lyly, una bichón maltés de 4 años, que ha bordado su papel. «Estoy muy satisfecho con la actuación de Lyly y muy contento por haber tenido la ocasión de participar y presenciar otro rodaje. Para mí, trabajar para el cine sigue siendo un estímulo, un reto. Me saca de la actividad habitual y me lleva a ese mundo tan bonito y a la vez tan cansado y tan duro», dice.
El film en el que han participado Lyly y su adiestrador es '15 años y un día', una película dirigida por Gracia Querejeta e interpretada por Maribel Verdú, Tito Valverde, Aarón Piper y Aitor Mazo. El largometraje ha sido rodado en Alicante y Hondarribia y fue en la localidad vecina, donde Lyly tuvo que actuar.
Álvaro Moreno cuenta cómo se llevó a cabo el 'casting' del animal. «En un principio, ellos tenían un guión con un perro negro, pequeño, peludo, mestizo y preferiblemente feo. Cuando me llamaron, les dije que no tenía un perro como el del guión, pero que si querían acertar, tenían que ver a una perrita pequeña, peluda, blanca, de raza, cojita y muy lista. Para ellos es muy importante que el animal sea 'profesional', porque el tiempo es oro. Vino a verla el director de producción desde Alicante, le grabaron y le dieron el visto bueno».
Lyly no defraudó. «En las primeras secuencias, está en brazos de Aitor Mazo. «El actor se tiene que familiarizar con el animal, para que el perro se deje manejar por él y para que esté quieto. El perro nunca puede distraer la atención del actor. Tiene que estar preparado para no asustarse ante situaciones de ruido o de movimiento», añade Álvaro.
En '15 años y un día', los personajes de Aitor Mazo y Maribel Verdú viven en villas contiguas, separadas por un seto. «La parte más complicada para Lyly es una en la que tiene que pasar de su jardín al de la villa vecina, a través del seto que las separa, fingir que hace sus necesidades y regresar a casa. Le he enseñado a encorvarse un poco estando parada. Le doy una orden y lo hace, aunque no es fácil. En los rodajes, siempre hay repeticiones y a la cuarta, el perro pierde el estímulo, pero ella es muy obediente, muy lista y lo hizo siempre bien».
Para Álvaro Moreno y Lyly, el rodaje duró tres días, uno de los cuales comenzó a las cinco de la tarde y terminó a las dos de la madrugada. «Lo peor son las las esperas», añade el adiestrador. «Procuro tener a los perros concentrados, aunque no es fácil. Los suelo tener en su transportín, porque para ellos es como su segunda casa. Si en la película el perro tiene que moverse mucho, lo tengo quieto, para que salga más motivado. Si tiene que estar mucho tiempo parado, lo paseo o jugamos con la pelota. Pero a mí, los que me impresionan son los actores. Están esperando, charlando de sus cosas y a los cinco minutos ya están metidos en su papel».
Álvaro Moreno ha disfrutado «viendo rodar a Maribel Verdú o a Aitor Mazo. Ha sido un lujo». Pero lo mejor del rodaje, para el adiestrador irunés fue «la despedida que le hicieron a Lyly , los aplausos de todo el equipo y la enhorabuena de la directora».
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