«Entrar en la ONU fue una buena decisión»

Vive en Manhattan, no demasiado lejos de la sede de Naciones Unidas donde trabaja. Incluso muchas tardes vuelve a casa a pie. Hace cuatro años que Begoña Lasagabaster (Irun, 1962) reside en Nueva York. Llegó como consultora temporal en un programa de la ONU de participación política en América Latina; luego se presentó a una oposición de funcionaria y, ahora, la exdiputada de Eusko Alkartasuna es la responsable política en la sección de liderazgo y participación de ONU Mujeres, departamento que dirige la expresidenta chilena Michelle Bachelet. ¿Por qué a la ciudad de los rascacielos? «Necesitaba un cambio después de doce años como diputada en el Congreso», afirma. Y es que Begoña Lasagabaster comenzó muy joven su carrera política. Venía de una familia muy comprometida y tenía un especial sentido de la Justicia. Con un currículum envidiable; abogada especializada en Derecho Comunitario, Derecho Civil, Derecho Internacional y diplomada en Estudios Europeos, fue diputada de EA por Gipuzkoa desde 1996 hasta 2008. Pero ella nunca tuvo vocación de ser una profesional de la política y decidió cerrar un ciclo. Se cogió seis meses sabáticos para replantearse el futuro y entre los distintos proyectos que barajó, el de marcharse como funcionaria a la ONU le pareció el más atractivo. Y no lo dudó. En la Gran Manzana se siente «cómoda» porque es una ciudad «singular y para ser tan grande se vive razonablemente bien», reconoce, aunque confiesa que «cuando llevas mucho tiempo quizá cansa un poco por la cantidad de estímulos de luces, sonidos, tanto ruido...». ¿En qué consiste su trabajo? «En palabras fáciles de entender, es una tarea de apoyo a las mujeres en el que he podido volcar mi experiencia política de tantos años». Ha viajado mucho a América Latina, donde ha impartido cursos de capacitación a parlamentarias recién electas, y ahora acaba de llegar de Amán de una reunión con parlamentarias árabes. Es también un trabajo que le ha permitido conocer a mujeres líderes como Hillary Clinton o la propia Bachelet. «También a mujeres de a pie que tienen mucho que enseñar». ¿Y no echa de menos la política activa? «En algunos aspectos sí. El lado personal, los amigos, la gente que trabajó conmigo, tanto de mi partido como de los otros. Y los grandes debates. Me apasionaban. Lo que me encanta ahora es el anonimato. Es una maravilla que no te conozca nadie». A su casa, a Irun, viene cuando puede. No obstante y «gracias a la tecnología», habla con su familia y sus amigos casi a diario a través del Skype. Y teniendo en cuenta la ciudad en la que vive, también recibe muchas visitas. «Estos días llegarán mis sobrinas Cecilia y Paula. Porque, ¿a quién no le apetece venir a Nueva York?».