J.L. ROMATET
Viernes, 7 de septiembre 2012, 03:13
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Como cada año por esta fecha, las notas de la 'Salve Regina' compuesta por el zumaiarra Antonio Trueba (1855-1944) se escucharán en la ermita de la Virgen de Arritokieta. Esta obra viene cantándose cada 7 de septiembre desde 1885. La 'Salve' será cantada por el coro San Pedro Abesbatza, tras la novena que comenzará a las 18.45.
Esta obra fue creada tras la epidemia de cólera que asoló Zumaia en 1885 y está dedicada a la Virgen de Arritokieta. Esta obra, denominada popularmente como 'Salve de Andra Mari' o 'Salve ederra', y definida como «una joya de la cultura musical vasca», se canta con tenor, coro y órgano cada año en la ermita de Arritokieta, cerca de la cual yace el compositor.
La obra fue compuesta por Trueba cuando apenas contaba 30 años de edad y era organista y maestro de capilla de la iglesia San Luis de los Franceses, de Madrid. Según Iker González Cobeaga, integrante del coro San Pedro, «hay que tener en cuenta que en aquel entonces únicamente los hombres podían cantar en el coro y eran niños los que cantaban lo que ahora interpretan las mujeres». Además, la ermita de Arritokieta no contaba en aquel entonces de órgano: «únicamente disponía de un simple armonio».
Cuenta la historia que en su momento hubo sus roces en la comunidad musical zumaiarra por el carácter 'casi operístico' de la obra de Trueba, lo que no ha impedido que la 'Salve' haya llegado hasta nosotros, convirtiéndose en tradición su interpretación en la víspera del Día de Arritokieta.
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Iker González divide la obra en tres partes principales. «El coro toma como base las dos primeras líneas del rezo. La 'Salve' comienza como un ruego, con todas las voces a la vez y con una sonoridad grave, que va tomando un tono más alto. El coro acompaña la entrada del sacerdote con notas más largas, y a partir de ese momento la música se abre». Destaca el protagonismo del armonio en ese momento. «Si al principio va doblando lo que canta el coro, al poco ofrece entradas a la voces, para al final doblar al coro a la vez que ofrece una melodía propia. Al final de esta parte se encuentran las partes de la obra más luminosas y movidas escritas para el coro».
Le corresponde al solista tenor cantar la mayor parte del texto del 'ruego'. En años anteriores fue el alcalde Iñaki Agirrezabalaga quien se encargó de las labores de solista. «Musicalmente supone una gran variación. Está escrita como si de un aria de Rossini o Donitzeti se tratara» Aunque a la gente pueda sorprenderle las notas agudas de la parte final, Gonzalez destaca que el solo en su integridad «tiene su miga», con sus «partes agradables, cambios súbitos, grandes saltos. Como en muchas arias operísticas, comienza con dulzura para ir tomando fuerza. En este tramo aparecen las variaciones tonales, acentuando la complejidad de la música».
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Una vez concluido el solo, el coro retoma el ruego. «Puede decirse que es una repetición de la primera parte; exceptuando un cambio en la métrica para adecuar la letra, musicalmente es igual».
González considera la 'Salve' como una obra de su tiempo. «Antes del cambio que trajo el movimiento 'Motu Propio', era normal encontrarse en la iglesia con obras del estilo de la ópera o la zarzuela. Comparado con trabajos de Eslava o Busca Sagaztizabal, sus tramos corales con demasiado gratos. Antonio Trueba conocería bien la Ermita de Arritokieta y seguramente por ello compuso la 'Salve Regina' de tal manera: no creó una obra para concierto, sino un ruego para ser cantado en una ermita pequeña».
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