La zurda de Fusto y un Larrinaga firme reinan en el Balda

Fusto y Larrinaga son los nuevos campeones del Mundo de pala gracias a su victoria por 3-0 (10-8, 10-7 y 10-6) en la final disputada ayer en el Carmelo Balda de Donostia ante unos 700 espectadores. El argentino Fusto recibió el galardón al mejor pelotari, si bien su zaguero también se hizo acreedor a ese premio.

Los vencedores encontraron menor oposición de la prevista para calarse las txapelas después de 54 minutos durante los que llevaron la iniciativa en el juego y en el marcador. Ni siquiera en el primer joko, el más ajustado de los tres, disfrutaron Gaubeka y Aierbe de una opción clara para adjudicárselo ya que estuvieron rezagados 8-1. Su posterior reacción sólo valió para maquillar el parcial.

Fusto volvió a hacer gala de su majestuosa zurda, una delicia para los ojos por lo bien que empala con ese brazo. Mandó sobre la cancha gracias a la clase que atesora, si bien al final del partido confesó que no había estado tan fino como en choques anteriores y culpó en parte a la gripe que le visitó la semana pasada. El bonaerense cambió el ritmo de los peloteos, puso la chispa y obligó siempre a ambos rivales.

Dispuso de la ayuda de un Koldo Larrinaga bien colocado de principio a fin. Ninguna pelota le pilló a contrapié. Hizo mucha buena y cruzó a la pared izquierda para impedir que la derecha de Gaubeka entrara en funcionamiento.

Después de un Mundial en el que había ofrecido un notable rendimiento, Mikel Aierbe, el único guipuzcoano en liza, falló en la final. Perdió una decena de tantos y cometió tres faltas de saque, una en cada juego. La primera cortó la reacción de la pareja azul en el joko inicial. La segunda propició un estirón de Fusto y Larrinaga en el siguiente. La tercera llegó en el 7-3 del último y definitivo set.

No le acompañaron ni el juego ni la suerte en una tarde importante para él ya que jugaba en casa, ante sus seguidores, a los que no pudo ofrecer el triunfo con el que soñaba. Gaubeka y Aierbe defendían el título cosechado el año pasado en Mungia.

Fusto y Larrinaga encarrilaron pronto la final y mostraron el mérito añadido de no relajarse en ningún instante, ni siquiera después de colocarse 2-0 por delante. Aunque disponían de tres oportunidades, cerraron el partido a la primera.