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García de Mateos, un stajanovista de la bicicleta, impone su sello en Zizurkil
CICLISMO

García de Mateos, un stajanovista de la bicicleta, impone su sello en Zizurkil

Julen Mitxelena (Gipuzkoa-Eki Sport) y Antton Ibarguren (Telco'm) se colocaron entre los diez primeros

BENITO URRABURU

Lunes, 11 de marzo 2013, 03:54

Este muerto, el ciclismo, está muy vivo. Al menos eso es lo que se puede decir después de ver el II Memorial Patxi Alkorta-X Aiztondo Klasika, con miles de personas a lo largo del recorrido, en una batalla espectacular durante 144 kilómetros con una organización espectacular. El jurado técnico no tuvo que intervenir para nada. Hubo un triunfador distinto, curtido en muchos frentes del campo aficionado, un fanático de la bicicleta. ¿Qué más se le puede pedir a una carrera ciclista de aficionados del máximo nivel?

Vicente García de Mateos es un stajanovista de la bicicleta. Tiene 24 años. Nació en Argamasilla de Alba y la bici es su vida: «Yo, cuando descanso monto en bicicleta. En invierno sigo montando en bicicleta. No la dejo en todo el año, nunca, en ningún momento. Haré más o menos kilómetros, pero no me bajo de ella».

Su piel es un cruce entre un color blanco asilvestrado que se convierte en moreno por el calor manchego. García De Mateos, que tiene un hermano, Raúl, que corrió tres años en el Relax y continúa en el mundo de la bicicleta, saltó en la última de las ascensiones a Aduna cuando Alberto Gallego (Bicicletas Rodríguez) rompió el grupo de nueve escapados que encabezaba una de esas carreras ilusionantes, con escapadas desde el inicio, con un ritmo que no bajó de los cuarenta kilómetros por hora. Una carrera, en suma, para seguir amando este deporte.

Vicente García de Mateos es un superviviente que que ha pasado por el Caja Rural, Froiz (dos años), TrasnEnvalira, GSport. Toda una vida. Con el TransEnvalira probó las mieles del profesionalismo desde la necesidad. Y ahí sigue, con un dorsal y un maillot que le permiten seguir levantando los brazos.

El año pasado ganó la prueba de Torredonjimeno, de la Copa de España. Fue cuarto en esa clasificación. «Me daba igual salir al ataque de Alberto Gallego que atacar o esperar al sprint si se llegaba en grupo. Iba muy fácil. Le seguí a rueda y luego le ataque. Voy a disputar a muerte la Copa de España. En Don Benito me salieron las cosas mal, mejor, así tendrá más emoción esta competición».

Vicente lo dice desde la emoción del ciclista que sabe que está fuerte. Ha ganado esta temporada una prueba social, también en Olías del Rey (Toledo): «¿Que cuantos kilómetros llevo esta temporada? Ni lo sé. Yo no dejo nunca la bicicleta. Llevo desde los siete años en el ciclismo. Es mi vida. No he hecho otra cosa».

Pronunciar la palabra profesional es tocar fibras sensibles: «Tal y como está esto es muy difícil, pero haré lo imposible por llegar arriba».

Argamasilla de Alba es «ese lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme» que Miguel de Cervantes citaba en El Quijote. Allí nació el nuevo inquilino del podio en Asteasu. Vicente García de Mateos corre en el Gsport-Valencia Terra y Mar, una de las formaciones señeras del ciclismo aficionado, que dirige Antonio Llopis.

Supervivientes de una fuga

Formaba parte de una fuga en la que se quedaron los supervivientes del día. Lechuga (Cajamar), Miguel Benito y Diego Rubio (Caja Rural), que realizó un carrerón, Ibai Davoz, Julen Mitxelena (Gipuzkoa-Eki Sport), Javier Sarda (Ciudad de Oviedo), Alberto Gallego (Bicicletas Rodríguez), Vicente García de Mateos (Gsport) y Antton Ibarguren (Telco'm. En la bajada de Alkiza se fue fraguando ese grupo, que tuvo a Lechuga y Benito escapado.

La décima edición de la Clásica de Aiztondo resultó un canto al ciclismo de ataque, desde el inicio, desde que Peio Olaberria (Ikolan), Víctor Gil (Gsport), Diego Tirilonte (Gomur), Sebastián Mora (Atika) y Peio Goikoetxea (Cafés Baqué) se embarcaron en una aventura durante los primeros kilómetros que tendría muchos cambios y en la que también estuvieron Medina (Caja Rural), Txoperena (Gipuzkoa- Eki Sport), Daboz. Muchos nombres probaron en la ruleta de la fortuna.

Fue un desgaste terrible, llamativo, con los aficionados volcados en los corredores. Aiztondo, sus seis ayuntamientos, tienen una carrera envidiable, que transcurre entre el silencio del polígono y el griterío de Aduna y Alkiza.

Dos guipuzcoanos, Julen Mitxelena y Antton Ibarguren, se metieron entre los diez mejores de una de esas carreras que dejan huella, que se convierten en un máster de ciclismo avanzado para los corredores más jóvenes, además de un auténtico suplicio físico. Formaciones como Caja Rural sucumbieron en esa marcha extra que hacía falta meter en la quinta subida a Aduna. Dieron la cara, se lo trabajaron. Otros fueron mejores. Es la esencia de un deporte que demostró, como no podía ser de otra manera, que sigue vivo.

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