Borrar
Tres de los paisajes montañeros de Mansé incluidos en la exposición instalada en Zarautz hasta el próximo 10 de septiembre. :: USOZ
Y Cormán también era Jesús Mansé
ARTE

Y Cormán también era Jesús Mansé

El artista y poeta donostiarra reconoce por primera vez que desde hace trece años desarrolla una carrera paralela como pintor figurativo bajo seudónimo

ALBERTO MOYANO ,

Viernes, 16 de agosto 2013, 10:25

Lo mismo que en ocasiones los rayos X permiten descubrir un cuadro oculto pintado debajo de otro, en ocasiones un pintor oculta debajo a otro. Ha sido el caso de Jesús María Cormán (Donostia, 1966), que durante trece años -«la mitad de mi carrera profesional»- ha compaginado su carrera como artista abstracto con la de Jesús Mansé, pintor figurativo a quien nadie ha visto hasta ahora y cuya obra, sin embargo, ha llegado muy lejos. Ahora que las dos trayectorias se cruzan en Zarautz -uno expone en Sanz Enea, mientras que Mansé inaugura hoy una muestra en Torre Luzea-, el artista donostiarra cree llegado el momento de cerrar el círculo y reconocer públicamente lo que sólo un puñado de amigos sabía: Jesús María Cormán y Jesús Mansé son la misma persona.

Todo empezó con la llegada del nuevo milenio. En 2000, Cormán ya acumulaba una carrera consolidada como artista abstracto. Había ganado algunos premios y había protagonizado su primera exposición en solitario en París tres años antes. Sin embargo, el encargo de un cliente de la Galería Susperregi de Hondarribia de un paisaje figurativo desencandenó los acontecimientos. Ese mismo año, realizó una exposición ya bajo el seudónimo de Jesús Mansé, pese a las reticencias iniciales del galerista. Vendió una docena de cuadros en quince días. En 2001 fueron dieciséis y en 2002 una veintena.

Un marchante donostiarra compró el resto de su producción y acordó exponer sus obras en la Galería Ansorena de Madrid. Corría 2003. Repitió en 2006, 2009 y volverá a hacerlo este año. Desde entonces, y siempre oculto bajo el personaje de Jesús Mansé, galerías de Bilbao, Santander y Biarritz han mostrado también la obra de carácter explícitamente figurativa y paisajista realizada por Cormán. A partir de hoy, las obras de Cormán y Mansé coinciden en Zarautz en dos exposiciones, en Sanz Enea y Torre Luzea, respectivamente. Todo ha sido fruto de un nuevo giro del azar, según explica el propio artista donostiarra: «La programadora cultural de Zarautz contactó con Cormán. Vine a hablar con ella y me encontré con que encima de la mesa de su despacho había un folleto de una exposición de Mansé en Bilbao. Cuando lo vi, creía que alguien me estaba gastante una broma. Le dije: '¿Tú sabes que yo soy dos pintores?' Le conté que también era Jesús Mansé y Miriam se quedó perpleja. Le confesé, tal cual, que mi oscuro deseo era que alguna vez pudieran coincidir en el mismo espacio los dos artistas. Ya no va a ser posible, pero el morbo es que un espectador que hubiera visto mi obra en Sanz Enea viniera a Torre Luzea sin saber que las dos muestras son obra del mismo, con esa limpieza mental de llegar y ver sólo pintura».

En cuanto a por qué desvelar el secreto ahora, el pintor y poeta considera que con esta muestra se cierra un ciclo. «Esto estaba llamado a saberse y quienes está muy al corriente de la cultura lo han ido sabiendo. Otra cosa es reconocerlo públicamente, contar la historia y contarla bien. Que no se vea como una frivolidad. Como me dijo un amigo escritor, es como un relato de Vila-Matas, un maravilloso disparate».

«Consciente y profesional»

Cormán quiere dejar claro que la creación del personaje de Jesús Mansé -que toma la última sílaba de su primer apellido y la primera del segundo (Seco)- no es fruto de una ocurrencia, ni una travesura. «Esto no lo he hecho por diversión, sino de forma muy consciente y profesional, he intentado que fuera muy de verdad, de hecho, si no hubiera sido así esto no dura trece años y espero que muchos más». Aunque acostumbrado a moverse en el terreno del arte abstracto, el creador donostiarra se reivindica como «un pintor de oficio, he defendido siempre la academia. Hagas lo que hagas, aunque seas un artista abstracto o hagas instalaciones, necesitas tener formación para desarrollar tu propia voz. Y en esta exposición se puede ver: defiendo la técnica y el oficio».

Durante estos trece años, Mansé ha vivido en la incógnita sobre su identidad, una circunstancia que Cormán confiesa que tampoco le ha dado mucho trabajo, ni le ha ocasionado excesivos quebraderos de cabeza. «Seamos sinceros: el rostro de un pintor no tiene importancia. A las inauguraciones, sobre todo en el País Vasco, va muy poca gente y al final, de forma simpática, lo han ido sabiendo. Si la exposición era aquí, a veces no hacíamos inauguración y si era en Madrid, nadie se enteraba».

El caso fue que las exposiciones fueron cayendo con relativa periodicidad y si en 26 años de carrera, Cormán ha expuesto por encima de las cuarenta veces, en los trece de Mansé contabiliza una veintena. «Contactaban con Mansé de formas diversas. A veces, veían su obra en alguna galería y me escribían a través de correo electrónico». En cualquier caso, «durante todo este tiempo, ha habido unos amigos que conocían el doble juego. ¿Si he temido que se descubriera? Me daba un poco igual, lo que pasa es que como el planteamiento original, puramente literario, eran tan sugerente para mí casi tenía el placer de que se prolongara en el tiempo lo máximo posible».

«Más excitante»

Todo este misterio en torno a la obra figurativa de esta suerte de heterónimo ha desembocado en un experimento no exento de enseñanzas: por ejemplo, la importancia de la firma en el mercado artístico. En el caso de Mansé, no la ha habido. «Mi experiencia con Mansé desde el primer momento ha sido que a la gente le seducía el cuadro y no le interesaba mucho más por eso, era mucho más excitante el personaje. Había surgido de forma casual, como una seta en el monte, y se retroalimentaba. No necesitaba nada, salvo seguir generando imágenes para seguir vivo. En este sentido, es muy gratificante». Y añade: «Lo que tenía claro desde el primer momento es que no iba a darle a este personaje más que su propio trabajo. No iba a hacer nada más por él. Si no conseguía mantenerse por sí mismo tampoco tendría sentido perpetuarlo».

A pesar de todo lo dicho hasta aquí, Cormán defiende la existencia de una coherencia interna entre su obra más personal y la que firma como Mansé. Los temas de este último son «el mar -todas las costas, sobre todo las atlánticas- y la montaña -generalmente, de la zona del Baztán-. Voy buscando sitios que tengan mucha energía, me gusta estar ahí, aunque luego utilice fotografías como referencia para hacer el cuadro. Me gusta oler el paisaje y llevármelo conmigo». Y aclara: «Me pasa igual con los cuadros que firmo como Cormán. Al final, es un ejercicio abstracto más intelectual, pero sigo siendo el mismo. Hay amigos que me conocen mucho como pintor que me dicen que identifican al uno con el otro, aunque los de Mansé estén pintados con pincel al óleo y los otros estén hechos en el suelo, con acrílico y una voluntad abstracta. El planteamiento es diferente, pero la voluntad es la misma: llegar a esa física del paisaje, por un camino o por otro».

Sí es cierto, admite, que la obra de Mansé interesa por igual a aficionados o no a la pintura. «Lo del éxito es algo relativo. La obra de Mansé es más directa, enseguida entra por los ojos, luego tiene una salida más fácil. Se lleva a un nivel de 'te gusta/no te gusta'. Es más sencillo que tenga una mayor cercanía con todos los públicos, no sólo con aquél al que le interesa el arte, sino también con ese otro al que no le interesa demasiado. Por el contrario, en la obra que firmo como Cormán necesitas hacer un mayor ejercicio como espectador, aunque al final, todo arte necesita que pongas de tu parte».

En este punto, reconoce que durante algunas épocas Cormán ha vivido de Mansé, desde el punto de vista económico, aunque ahora las obras del uno y del otro se coticen de forma similar. «Mansé estaba llamado a cotizarse mucho más, pero ya en 2008, con la crisis, se quedó ahí y decidí que era el momento de dejar los precios como estaban hasta que pasara todo esto que nos está asolando. Quería mantener vivo el personaje y no tenía sentido dispararle de precio».

Cormán, que acepta la comparación entre estas dos facetas con la de poeta y letrista de canciones -para Mikel Erentxun durante veinte años-, asegura que siempre ha mantenido una escrupulosa separación entre una obra y la otra. «Las pinto en diferentes estudios y en diferentes tiempos. Si tenía que preparar una exposición de Mansé, iba sólo a ese estudio y me centraba en ella. Y si tenía que preparar una de Cormán, hacía lo propio. Generalmente, no hacía todo de forma caótica, ahora esto, luego lo otro, intentaba ser muy ordenado, y como en cualquier trabajo no hay más misterio que dedicarle tiempo y ser consecuente con lo que haces. Sólo me he saltado esta regla en esta ocasión, en que he preparado las dos exposiciones a la vez».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco Y Cormán también era Jesús Mansé