
ALICIA DEL CASTILLO , DIARIOVASCO.COM
Miércoles, 28 de agosto 2013, 03:25
Paul Beskow, Tom Shoquist, Gary Thompson, Bob Chavez, Dave Murray, Ned Burkhalter, John Quertier y Erwin 'Chi Chi' Ruiz recorren el monte Gorramendi sin terminar de creerse que ya nada exista. Son antiguos soldados americanos, recién llegados de nuevo al Valle de Baztan donde estuvieron hace ahora 40 años. De aquel complejo militar 'Alerta y Control' que existió en la cima de este monte desde 1959 hasta 1966 cuando fue desactivada, apenas quedan algunos restos de cemento. La conocida en toda la comarca como 'base americana' fue derruida allá por 1978.
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Todos ellos prestaron aquí su servicio militar, en diversas épocas y han visitado el Valle donde pasaron parte de su juventud para ver a varios baztandarras con los que todavía conservan amistad y relación. Recuerdan aquellos tiempos y cuentan a sus esposas cómo era entonces este lugar.
'La base americana'
El asentamiento, las instalaciones complementarias y de servicios, se construyeron en el llano de In-tzulegi. Destacaban en la silueta de la cima del monte Gorramakil las dos grandes antenas de radio, dos inmensas pantallas de control y comunicaciones, la Troposcatter Comm System. En teoría, la base se compartía con el Ejército del Aire español, aunque en la práctica el control de vuelos y comunicaciones era norteamericano en exclusiva. La cobertura de Gorramendi alcanzaba un radio de 555 millas, desde Inglaterra hasta Soller en Mallorca y la base de Rota en Cádiz.
No faltaron en aquellos años incluso los avistamientos de ovnis, que recogieron medios de comunicación de la época, como «EL DIARIO VASCO».
La existencia de la base supuso un choque de culturas considerable en la sencilla y rutinaria vida del valle de Baztan. De puertas adentro, en la base se vivía igual que en cualquier localidad de los Estados Unidos y el dólar era la única moneda que circulaba, pero los soldados también se dejaban ver por Elizondo y otras localidades. Los helicópteros de las USAF (fuerza aérea norteamericana) llegaban diariamente desde Torrejón de Ardoz o Zaragoza, con el correo, la prensa americana del día y los paquetes que recibían los soldados de sus familias.
La visita
El día de su llegada compartieron una cena en la posada de Elbete, con varios de sus amigos de Elizondo y al día siguiente subieron al macizo de Gorramendi, a Intzulegi y Gorramakil para ver los restos del lugar donde estuvieron.
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Los restos que quedaban en Gorramendi se limpiaron hace unos años, pero todavía, en Gorramakil, a 1.087 metros de altitud, tuvieron oportunidad de ver las planchas de hormigón y los enormes tornillos de los anclajes de las pantallas troposféricas.
En Elizondo recordaron a Miguel Gil, que les atendía en el Bar Mendi, donde pasaron grandes ratos.
La expedición que ha visitado también Pamplona, Irun (donde algunos soldados americanos recuerdan el desaparecido bar de copas La Canasta, donde acudían), San Sebastián y otros lugares.
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