
JOANA OCHOTECO , DIARIOVASCO.COM
Viernes, 27 de septiembre 2013, 05:36
Hace no tantos años, en los sorteos de VPO no faltaban nunca los estallidos de alegría, los abrazos entre los agraciados y las felicitaciones entusiastas. La estampa de ayer, en el Amaia, refleja que los tiempos han cambiado: se vieron alegrías, sí, pero muy contenidas en la mayoría de los casos.
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El auditorio del centro cultural acogió ayer por la mañana el sorteo de 140 viviendas de protección pública en el ámbito de Oinaurre. Del total de pisos, 124 eran de protección oficial y 16 viviendas tasadas municipales. Las VPO se dividían en cuatro apartados según su tipología: 7 para personas con movilidad reducida permanente, 39 para familias de tres miembros o más, 39 para las de dos miembros y otras 39 para las de un miembro. Un total de 759 personas tenían la oportunidad de ser agraciados con una de ellas.
Muchos de ellos acudieron ayer al auditorio del Amaia para seguir el transcurso del sorteo. Quienes vieron sus nombres reflejados a través del proyector instalado reaccionaron con satisfacción pero también con prudencia. Era el caso de Marta, que aseguraba sentirse «nerviosa» tras conocer que había sido agraciada con una vivienda de «dos o tres habitaciones, aún no estoy segura. Llevo unos años en las listas y había estado en otros sorteos. Estoy contenta, por supuesto, porque tengo la oportunidad de decir que sí. Estoy muy agradecida, pero ahora habrá que analizar la situación. Hay que pensarlo con frialdad», señalaba. «Habrá que mirarlo todo. A ver si se puede», coincidía Laura, otra de las afortunadas que obtuvo un piso de tres dormitorios.
Ilusiones y desilusiones
Hubo algún caso en el que, a pesar de haber visto salir su número del bombo, la agraciada tenía claro que iba a rechazar el piso: «es una pena. Me ha tocado una buena vivienda, pero como estoy en el paro no voy a poder acceder a ella», comentaba Eliana con manifiesta desilusión. «Es una pena. Saber que te ha tocado, y no poder...». Pero también se vieron situaciones inversas: «me tocó un piso de tres dormitorios anteriormente y tuve que renunciar. Ahora había solicitado entrar en el cupo de dos habitaciones y me ha tocado. Estoy contenta, a ver si esta vez tengo suerte y todo va bien», señalaba Nerea.
José Luis salía del Amaia con el móvil en la mano: «le ha tocado a mi hijo, que está trabajando y no ha podido venir. Voy a avisarle ahora mismo... Era la primera vez que se presentaba y ha habido suerte. Además, le ha tocado uno de tres dormitorios. Ahora, a ver lo que decide...», comentaba, también con precaución. No fue el único caso en el que un familiar acudía en sustitución del solicitante: «no era para mí, sino para mi nieto», comentaba una mujer, aunque en su caso no hubo tanta suerte. «Justo ha salido el número anterior... Pero el suyo no».
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La resignación era la sensación general entre quienes no fueron agraciados en el sorteo: «no me ha tocado, pero seguiré intentándolo», aseguraba Nadia. «Habrá que esperar a tener más suerte la próxima vez, qué le vamos a hacer. Éste era ya el tercer sorteo al que venía...», comentaba Irma.
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