Don Julián Elorza, un ilustre azpeitiano

Hace 50 años, el 13 de febrero de 1964, fallecía en San Sebastián D. Julián Elorza Aizpuru. En vida fue una persona muy conocida, en especial, por los cargos públicos y culturales que ocupó y admirado por la forma en que los desempeñó.

Hijo de D. Juan José Elorza y Catalina Aizpuru nació en Azpeitia el 28 de enero de 1879. Tras sus estudios de bachiller en el colegio de los Jesuitas de Orduña, cursó la carrera de Abogado, iniciando después su vida pública ejerciendo el cargo de Juez Municipal de Azpeitia.

D. Julián, de filiación carlista, llegó a la Diputación de Gipuzkoa el año 1911 siendo Diputado hasta 1919 en que fue elegido Presidente de la Diputación, cargo que desempeñó de 1919 a 1924 y después en 1930. Corpartió gran parte de su trabajo en la Diputación, con otro azpeitiano: D. Ignacio Pérez-Arregui, que ocupó el cargo de Vicepresidente durante varios años.

Fue el año 1918, y con ocasión del Primer Congreso de Vascos celebrado en Oñati, y para el que fue nombrado D. Julián Elorza Presidente de la Comisión Organizadora de tal evento, en donde nuestro paisano brilló por su carisma de organizador y coordinador de un equipo que llevó a feliz término el citado Congreso. Le cupo el honor y la responsabilidad de pronunciar el discurso de clausura ante el Rey Alfonso XIII, reivindicando las aspiraciones del pueblo vasco, como lo hizo también en los siguientes Congresos.

Recibió en Azpeitia, diversos reconocimientos junto con D. Ignacio Pérez-Arregui, especialmente, a raíz de las gestiones y logros que con tanto tesón realizaron para la consecución del Ferrocarril del Urola.

Casado con Dña. Visitación Urizar, tuvieron 2 hijos: Julián, (fallecido a los 13 años en Azpeitia el año 1936) y José Ignacio. Falleció a los 85 años en Donosti y su cuerpo trasladado a Azpeitia, en cuyo Ayuntamiento estuvo expuesto hasta la hora del funeral.

En el acta del Ayuntamiento del 20 de septiembre de 1964, se hacía constar: «Ha muerto D. Julián Elorza, uno de los más Ilustres hijos de la villa, cuya vida ha supuesto constantemente un timbre de gloria para la villa de Azpeitia, tanto por su proceder lleno de hombría en relevantes puestos como porque nunca se desligó de la villa en que vio la luz».