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Cinco años llamando a la puerta de Fagor
ARRASATE

Cinco años llamando a la puerta de Fagor

Un centenar de beneficiarios de cesiones societarias aguardan desde 2008 a que les hagan cooperativistas. Los progenitores asumen importantes renuncias para dejar en herencia su vacante en Fagor en una controvertida norma que la cooperativa lleva años tratando de derogar

KEPA OLIDEN , DIARIOVASCO.COM

Lunes, 17 de febrero 2014, 09:59

El descontento continúa aflorando transcurridos cuatro meses desde el cierre de Fagor Electrodomésticos (FED). Asociaciones, plataformas y colectivos de damnificados pugnan por salvar cada cual sus muebles tras el naufragio del buque insignia del cooperativismo mondragonés. Primero fueron los afectados por las Aportaciones Voluntarias y Préstamos al Capital Social agrupados en la asociación Ordaindu. Más tarde los socios cooperativistas constituyeron la plataforma Bazkideak para defender sus puestos de trabajo. Al mismo tiempo, los colectivos de trabajadores 'mayores de 55' o los poseedores de papeles médicos, los desempleados de Edesa, Grumal... denuncian su situación y demandan soluciones.

Los últimos en lanzarse a la reivindicación de sus derechos han sido los hijos de cooperativistas que contaban con heredar las condiciones laborales de sus progenitores. Son los afectados por las llamadas 'cesiones societarias', una fórmula exclusiva del Grupo Fagor que permite a un padre o madre ceder su capital social - más otros sacrificios- a cambio de la incorporación de su vástago en calidad de socio cooperativista de pleno derecho.

La plataforma Lagapenak-Cesiones, presentada recientemente, agrupa a más de un centenar de afectados. Todos ellos trabajan o han trabajado como eventuales 'cedidos' en las distintas cooperativas de Fagor, en algunos casos desde 2008. «Desde entonces no se ha consolidado ninguna incorporación como socio», constataba Maider Rodrigo (Arrasate, 1982).

Esta licenciada en Humanidades y Empresa lleva cinco años rotando de cooperativa en cooperativa a la espera de que la cesión societaria que le legó su padre Luis le abra un hueco en la nómina de socios de Fagor. En cambio, lo que recibió el 20 de diciembre fue la carta de despido al expirar su enésimo contrato eventual, esta vez en Ederlan.

Como Maider, un centenar de hijos de socios 'cedidos' rumian su frustración y su impotencia ante la constatación de que Fagor no cumple sus compromisos para con ellos. Un contrato de cesión societaria que, aun sin fecha, les garantiza su ingreso en Fagor, al menos sobre el papel.

El problema, según fuentes del consejo social general de Fagor, es que el grupo industrial cooperativo lleva inmerso en una cura de adelgazamiento de plantilla desde 2008, cuando acuciado por la crisis acometió una reducción de personal de 11.000 a 5.000 trabajadores.

La ardua tarea de recolocar a tantos excedentes se vería desbordada con el cierre de Electrodomésticos. Su clausura ha disparado de golpe la nómina de desempleados a reubicar, echando por tierra cualquier expectativa que pudieran albergar los hijos de socios. «Hemos pasado a ser los últimos de la cola» se lamentaban estos afectados.

Dos mil puestos perdidos

Maider Rodrigo es consciente de la dura realidad a la que les aboca la desaparición de FED. Sus cálculos, compartidos por otros cooperativistas consultados, arrojan un saldo de más de dos mil trabajadores varados en el desempleo como consecuencia del cierre de Electrodomésticos. Son los puestos que literalmente han desaparecido en Arrasate y comarca.

Existe un claro orden jerárquico en la larga cola de desempleados ocasionados por FED que aspiran a una recolocación. A la cabeza estarían los aproximadamente 1.300 socios de Electrodomésticos aún por reubicar (otros 500 han sido ya han encontrado acomodo en otras cooperativas); les siguen otro medio centenar de socios consolidados que aguardan a reincorporarse tras una excedencia voluntaria; tras ellos aguardan en la cola los aproximadamente 120 'cedidos' societarios, y cerrando la lista se sitúan los más de 600 eventuales que el Grupo Fagor mantenía en plantilla hasta el cierre de Electrodomésticos en octubre pasado.

Algunos de estos eventuales, los «más válidos» en palabras de Maider Rodrigo, tuvieron la fortuna de ser incorporados como socios de duración determinada (en pruebas) poco antes de aquel fatídico octubre, todo un privilegio para tantos jóvenes que en la actualidad «suspiran por un contrato de 2 años».

Sambenito

Los hijos de cooperativistas que durante años han heredado la vacante de sus padres han sido blanco de las inevitables envidias y murmuraciones. La sombra de la duda ha envuelto históricamente a esta figura hereditaria que ahora, dada la penosa coyuntura laboral, el Grupo Fagor lleva años tratando de suprimir en sucesivas asambleas, hasta ahora infructuosamente.

Un veterano directivo del departamento de personal de una cooperativa reconocía que por la vía de la cesión societaria «han ingresado en Fagor algunas personas que no atesoraban otros méritos profesionales». Pero estos casos no dejan de ser puntuales, y la cooperativa, como cualquier otra empresa, «tiene los mecanismos necesarios para prescindir, incluso si ostentan la condición de socias», de las personas con formación más cuestionables, aseguraban desde el consejo social de Fagor.

Maider Rodrigo admitía que esa falsa leyenda negra «nos ha perjudicado». Pero en cualquier caso, la proporción de estos casos «es el mismo que podemos encontrar en cualquier colectivo social equivalente» recalcaban desde el consejo social.

Pesa asimismo sobre la figura de la cesión societaria otro sambenito que tilda a sus beneficiarios de ser una casta privilegiada. Los hijos de socios han gozado tradicionalmente de un acceso a la cooperativa más cómodo y rápido que otros aspirantes. «Solía ser una cuestión de meses» explicaba Maider recordando las últimas incorporaciones de compañeros suyos en 2007.

Pero lo que de puertas afuera de Fagor no se conoce es el «enorme sacrificio» que esta figura conlleva para los padres que ceden su puesto a sus hijos. Iñaki Mujika ha sacado las cuentas del «brutal» quebranto económico que para un progenitor conlleva la cesión societaria. Este cooperativista padre de un hijo desempleado explicaba que las condiciones para cesión societaria establecen que el progenitor ha de prejubilarse forzosamente a los 60 años. «Esto supone un pérdida del 6 por ciento anual durante 5 años hasta cumplir 65, es decir, una merma del 30 por ciento». Un salario estándar de la Franja 1 (mano de obra directa sin cualificación) de 1.500 euros al mes, se te queda en 800 euros de los que 200 tienes que destinar al pago de la cotización de autónomos». En suma, el progenitor cedente ingresa 69.000 euros menos durante el quinquenio que va de los 60 a los 65 años, un sacrificio brutal».

Pero los perjuicios económicos no acaban ahí. Un progenitor prejubilado que deja su vacante a un vástago «tiene que devolver en el plazo de un mes todos los complementos que Aro Gestión aporta a los mutualistas mayores de 53 años para mejorar la pensión. Y son alrededor de 24.000 euros» apuntaba Mujika.

Obviamente, los pelos que los progenitores se dejan en la gatera de la cesión societaria incluyen la totalidad de la cartilla cooperativista. El capital social, eventualmente engordado con retornos e intereses, y que para muchos representan los ahorros de toda una vida de trabajo, constituyen la dolorosa renuncia que muchos padres realizan a cambio de asegurar un empleo para sus vástagos. Una colocación antes segura y ahora harto dudosa pese al contrato de cesión societaria firmado entre ambas partes.

La desfavorable coyuntura laboral de Fagor y las obligaciones estipuladas en dicho contrato entran en colisión con efectos desconocidos.

«Como los afectados por las cesiones societarias nos lleven a juicio, el asunto podría acabar obligando a Fagor a tener que incorporar a estos 120 hijos de socios» advertía un veterano cooperativista conocedor del área de recursos humanos. «Y ahora no nos lo podemos permitir» añadía. Fagor no tiene capacidad ahora para absorber a ese colectivo de trabajadores que además, por normativa interna, han de ser asignados a puestos de Franja 1. Y no es ningún secreto que la mano de obra directa de baja cualificación tiende a desaparecer en el ámbito cooperativo y en el sector industrial vasco en general. Las cadenas de montaje van camino de pasar a la historia en nuestro país.

Por todo ello, la figura de la cesión societaria se ha convertido en una patata caliente para el Grupo Fagor. Bien porque ya no hay cabida en el seno de Fagor o bien para taponar una vía de ingreso que puede resultar comprometida a efectos de reclamaciones legales. Sucesivas asambleas generales han tratado el asunto, la última vez en mayo de 2013, y los votos de los socios trabajadores han evitado hasta ahora la derogación de esta normativa.

Iñaki Mujika, de la plataforma Lagapenak-Cesiones, se mostraba convencido de que este asunto «volverá a estar en el orden del día de la asamblea de este año, pero con la diferencia de que ya no contarán los votos de Electrodomésticos que hasta ahora resultaban determinantes a la hora mantener la vigencia de esta figura».

En cualquier caso, los afectados de esta nueva plataforma conservarán intactos los derechos de los contratos de cesión firmados hasta ahora, alguno incluso con fecha de «septiembre pasado, en vísperas del hundimiento de Electrodomésticos, y que era aceptada como si nada por la Junta Rectora con la que estaba cayendo» censura Maider Rodrigo.

En medio del zozobra desencadenado por el declive de Electrodomésticos, Maider, Jon, Francisco, Paco, Iñaki... y sus más de cien compañeros constituyen un colectivo que se debate entre «dejar que nuestros padres recuperen el dinero de sus aportaciones, y renunciar a toda esperanza de incorporarnos a Fagor, o mantener la cesión societaria y pelear por nuestros derechos». La inmensa mayoría de los miembros de la plataforma Lagapenak-Cesiones aboga por la segunda opción tragándose su «impotencia» y su sensación de «desamparo».

Suman en conjunto casi 4 millones de euros de capital social y demasiado sacrificio paterno como renunciar a sus derechos. Como resumía Iñaki Mujika, «o te mueves o te ignoran totalmente».

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