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Vídeo: Así es 'Ocho apellidos vascos'
«¡Pero Karra, si te han vestido de leñador en vez de arrantzale!»
CINE

«¡Pero Karra, si te han vestido de leñador en vez de arrantzale!»

Ciudadanos que vivieron desde dentro la gestación de 'Ocho apellidos vascos' revelan anécdotas del rodaje. Del patrón del barco de Getaria que capitanea Karra Elejalde a la 'kale borroka' en Zumaia: la otra cara de un fenómeno que ya han visto 60.000 guipuzcoanos

MITXEL EZQUIAGA

Viernes, 28 de marzo 2014, 15:19

'Ocho apellidos vascos' es una divertida comedia, pero también un fenómeno social: casi 60.000 guipuzcoanos han visto ya una película que ironiza sobre las relaciones entre vascos y andaluces. Del filme de Emilio Martínez-Lázaro con guión de Borja Cobeaga y Diego San José se ha escrito mucho, pero la historia de su rodaje daría para otra película. Getaria, Zumaia, Arrasate o Leitza fueron el pasado verano escenarios de una producción que involucró a cientos de guipuzcoanos y navarros y dio pie a numerosas anécdotas.

Que se lo pregunten a Emeterio Urresti, patrón de la cofradía de arrantzales de Getaria. Su barco pesquero 'Santa Lucía III' se denominó durante cuatro fines de semana 'Sabino Iru' por exigencias del guión. «A la gente de la película les gustaba más ese nombre para el barco», recuerda ahora con una sonrisa este hombre que disfrutó mucho durante un rodaje «accidentado pero divertido».

Quienes hayan visto la película sabrán que en la ficción es Karra Elejalde, padre de la chica vasca 'perseguida' por mozo andaluz, el patrón de la embarcación. Emeterio Urresti tuvo que enseñar al actor alavés a cumplir el papel de arrantzale desde el principio. «Cuando llegó a Getaria el primer día le dije: ¡Pero Karra, si te han vestido de leñador en vez de arrantzale! Venía con una camisa de cuadros... Le dejé mis propias ropas para hacer el personaje».

Es sólo una anécdota. Urresti se quedó impresionado de la profesionalidad de todo el equipo de la película. «Nos tocó salir a la mar días de mal tiempo. Ahí se mareaban todos, los actores, los técnicos... Yo les trataba de explicar cómo combatir el mareo, pero más de uno y más de dos 'tiraron' todo lo que llevaban dentro», recuerda. «Pese a las dificultades cumplieron los plazos, y cuando tocaba empezar a rodar, todos ponían buena cara». El patrón recuerda con cariño a Karra Elejalde, Carmen Machi «y a los técnicos». Todos le regalaron al final una foto firmada como recuerdo.

En la ficción el barco sale a pescar bonito, pero en las fechas del rodaje los arrantzales trabajaban entre las campañas de la anchoa y el verdel. «De lunes a viernes pescábamos lo nuestro y cuatro fines de semana trabajamos para el cine», recuerda Urresti. La productora pagó a los arrantzales por el uso del barco en una película que «durante el rodaje ya se veía que provocaría muchas risas».

Una boda y un funeral

Ya se sabe que la realidad supera a veces la ficción. Imaginen la escena: se rueda una 'supuesta manifestación' en Zumaia, con incidentes y cargas de la Ertzaintza incluidos. Mientras una comitiva se dirige a un funeral de verdad que se celebra en la iglesia vecina. Algunos vecinos piden respeto al fallecido. Los responsables del rodaje aceleran las tomas y la película y la realidad terminan conviviendo en paz.

Lo cuenta Roberto Gutiérrez, joven zumaiarra que trabajó en el rodaje en el papel de manifestante. Licenciado en Bellas Artes, «me animé a participar por curiosidad, para vivir la experiencia». Y la experiencia fue, sobre todo, «aburrida: pasamos la mayor parte del rato esperando y esperando». Fueron dos días de rodaje y los extras cobraron 30 euros por día. Es la secuencia en la que el 'andaluz' Dani Rovira se convierte en líder abertzale y los manifestantes terminan gritando consignas imposibles, como los chistes de «camarerooo» que popularizó el portero Pepe Reina en las celebraciones de la selección española.

La ermita de San Telmo de Zumaia luce también hermosa en la película como escenario de una boda.... o no. Los rectores del rodaje intentaron mantener esa secuencia lejos de los curiosos para no revelar el final de la trama.

El vestido de novia quemado

El pueblo donde transcurre la película es una localidad imaginaria, mezcla de Getaria, Zumaia o Lei- tza. Lo sabe bien María Angeles Intxaurrondo, que no dudó ni un momento cuando recibió la propuesta de que Aspaintxiki, su casa de Leitza, se convirtiera en la ficción en la casa de Clara Lago, la protagonista de 'Ocho apellidos vascos'. «Lo único que les dije es que no quería que fuera una película de tiros o de horror», y la respuesta de sus nuevos 'inquilinos' fue clara y directa: «Es de humor y nos vamos a reir mucho».

Durante un mes, según explica María Angeles a nuestra compañera Elisa Belauntzaran, el hermoso caserón situado en la parte vieja de Leitza «se convirtió en la casa de la novia, en la que se vivieron escenas muy bonitas y divertidas. Por ejemplo, la cena de bonito con txakoli en la que todos acabaron muy contentos, o cuando la novia baja desde la ventana a la calle y quema su vestido de novia...».

La leitzarra guarda muchos y buenos recuerdos del rodaje «porque todos eran muy agradables y educados. Al final nos hicimos amigos. Cuando se iban a marchar me regalaron una foto enmarcada con la firma de todos los protagonistas, y eso me emocionó mucho». María Angeles, satisfecha de su colaboración, acudió a ver la película el primer día de su estreno a los cines Urbil. Esperaba con gran ilusión ese momento «porque quería ver cómo sale en la pantalla nuestra casa, y la verdad es que aparece muy bien. En la película nos reímos mucho».

Fuera de los agradecimientos

Cientos de figurantes aparecen en los distintos escenarios del filme. Y de eso saben en el centro cultural Semblante Andaluz de Lasarte. «En mayo vivimos un casting que nos terminó superando a todos», recuerda ahora José Pérez Acosta, entonces presidente del centro y hoy responsable cultural. «En solo una jornada, de ocho de la mañana a ocho de la tarde, más de 5.000 personas se presentaron para salir en la película».

Ocho representantes de la productora participaron en el largo proceso de selección. «Cedimos el local gratis y ahora me temo que ni siquiera salimos en los agradecimientos», dice este hombre que llegó con su familia, con 8 años, desde Huelva a Lasarte, así que puede opinar sobre el humor de la película con conocimiento de causa. «Por fortuna ya se puede hablar con humor de este choque de culturas que algunas generaciones anteriores vivieron con problemas», remata.

Arrasate es Sevilla

El Semblante Andaluz de Lasarte iba a convertirse en bodegón de Sevilla por la magia del cine, pero al final el local resultó pequeño y fue el centro Al-Andalus de Arrasate el escenario sevillano donde la vasca Clara Lago 'colisiona' con el gracejo andaluz. Y allí, vestida de folklórica, estaba María José Ortiz, joven de Eskoriatza que trabaja como administrativa en Eibar. «Formo parte del grupo de baile andaluz del centro, surgió la oportunidad de participar en el rodaje y nos animamos». Cobró también unos 30 euros por una jornada de trabajo. Ya ha visto la película, en Vitoria, y se ha reconocido en una de las tomas. «Me gustó mucho, y al final el público aplaudió. Es una cosa que nunca había visto en un cine», relata.

Y es que han sido muchos los escenarios de 'Ocho apellidos vascos'. El restaurante Bedua, junto a Zumaia, es en el filme el punto crucial donde el 'sevillano' Dani Rovira cena con la familia vasca de Clara Lago y Karra Elejalde haciéndose pasar por personaje «con ocho apellidos vascos». «Fue una invasión completa durante un fin de semana», rememora con humor Isabel Antia, propietaria del restaurante. «No podía imaginar que un rodaje movilizara tanta gente y medios. No nos pagaron porque nos dijeron que la película nos daría mucha publicidad... pero quienes la han visto ya nos dicen que lo de Bedua no se reconoce». Cosas del cine: ya sentenció Billy Wilder que nadie es perfecto.

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