Diseño de mobiliario urbano
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Diseño de mobiliario urbano
¿Quién se puede sentar en estos bancos?Uno de los elementos de mobiliario urbano más populares es, precisamente, el banco. Junto con las farolas y las macetas, forman parte de cualquier remodelación de calle o zona verde. Hacen las ciudades más habitables para aquellos que caminan pero necesitan descanso cada cierto tiempo. ... Y permiten socializar a los adolescentes que después de las clases se juntan para comer pipas o jugar con el móvil, pero en grupo.
Ahora bien, si hace unos años los bancos eran todos iguales en casi todas partes del mundo, hoy encontramos multitud de modelos, algunos incluso de diseño. En realidad, de diseño son todos -nos corrigen los expertos-, pero «haciendo un paralelismo con el mundo de la moda, unos son el 'prèt-à-porter' y otros, la alta costura», simplifica con humor y de forma muy gráfica Rafael Yter, experto en mobiliario urbano y administrador de una firma especializada que lleva su apellido.
Los primeros son los que nos encontramos habitualmente por la calle. A la hora de colocar estos importa el precio y la posibilidad de reemplazo rápido cuando sean víctimas del vandalismo. De este tipo son aproximadamente el 95% de los bancos que vemos y en los que nos sentamos.
Los otros «están en zonas singulares donde hay una importante acción paisajista», explica Yter. E, incluso, se convierten en «iconos» del lugar. Como ha ocurrido con otras cosas: las cabinas de Londres o los 'fosteritos' (marquesinas) del metro de Bilbao. «También son mobiliario urbano pero cumplen una función propagandística», apunta Íker López Consuegra, director del Grado de Diseño de Interiores de la Universidad Nebrija. Aquí prima lo artístico y los materiales nobles. Y suelen ser más caros, claro.
Lo que sí deben compartir estos elementos, sean de más o menos diseño, es que «deben aunar ergonomía y estética», coinciden los profesionales. Lo primero es lo que hace que sean cómodos y seguros. Sin embargo, no todos lo son… O no para todas las personas. «Cuando diseñamos este tipo de mobiliario, sobre todo en el caso de los bancos, intentamos acercarnos a la mayoría pero la población está creciendo», subraya Yter. «No es lo mismo la altura de un chaval nacido hace cuarenta años a la de uno de hoy en día, y eso se tiene en cuenta», señala López Consuegra.
Antes, la altura del asiento respecto al suelo podía ser de unos 40 centímetros; en la actualidad, ronda los 45. Eso provoca que algunos usuarios, la mayoría de cierta edad, se quejen porque no llegan al suelo. «En el diseño de mobiliario nunca llueve a gusto de todos», prosigue el docente, pero no se deja nada al azar. «Entran en juego muchos factores: los sociales, los económicos, los geográficos, los sociológicos, los morfológicos, los poblacionales…».
Y también dónde se vayan a instalar. «Es importantísimo tenerlo presente, así como el perfil del usuario y sus hábitos de consumo del espacio público». Un ejemplo son los parques infantiles, donde existen distintas escalas de mobiliario para los diferentes usuarios (bancos para niños y otros distintos para mayores).
Otra cosa que influye en el diseño mobiliario urbano es la durabilidad. Se supone que un banco tiene que durar entre 15 y 20 años, y esto también lo hace más o menos incómodo según quién lo mire: a más tiempo en la calle, menos se ajusta a los patrones de los más jóvenes. Y viceversa.
Una pregunta lógica a la hora de diseñar estos elementos es qué requisitos deben tener. Yter confirma que no hay una regulación estándar sobre ello: «Es la misma que para los muebles de tu casa… Aunque obviamente está el sentido común». Otra cosa es en el caso de las licitaciones o los contratos con los ayuntamientos. Ahí sí hay reglas: «Las pone el profesional designado por la administración concreta». Y esas exigencias son, en su mayoría, de sobra conocidas: evitar las aristas afiladas, los vértices agudos, las patas que sobresalen hacia delante… También suelen establecerse materiales y calidades.
El catálogo del mobiliario urbano es cada vez más grande. «Antes, a lo mejor solo había dos empresas a las que encargárselo, pero ahora hay mucha más competencia», confirma Yter. De ahí que veamos tanta variedad de bancos, macetas, farolas, marquesinas…
La tecnología y sus avances han abierto un abanico de posibilidades a los diseñadores. «Se ha innovado, sobre todo, en los procesos de diseño, optimización y fabricación», confirma López Consuegra. «Ahora disponemos de herramientas digitales mucho más potentes capaces de procesar datos que, sumados a las nuevas técnicas constructivas, nos permiten diseñar con un control bastante preciso del producto final».
Lugo instaló cinco bancos inteligentes el verano pasado. Son asientos con dispositivos electrónicos que permiten a los usuarios cargar el móvil y conectarse a Internet a través de una wifi gratis. Es una de las tendencias en mobiliario urbano. «Forman parte de esa 'alta costura'», dice Yter. Pero no se suelen usar mucho en el ámbito público porque tiene dos grandes contras. Uno es que, evidentemente, estos dispositivos elevan el precio final del producto. El otro, que se hacen viejos antes. «La tecnología tiene una gran obsolescencia».
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