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En el primer paso por Lodosa, una pancarta cruzaba la carretera, de balcón a balcón. 'Conservas Lodosilla', se leía. En ese momento se echó de ... menos el ataque de Eddy Merckx. Aquel famoso arreón en la Vuelta de 1973 cuando vio una pancarta del Partido Comunista, por entonces ilegal. Se echó de menos ese ataque y que luego en meta los de la cooperativa de Lodosa le obsequiaran con unos botes de espárragos o de alcachofas, joyas que brotan de estas tierras. Pero Merckx no está en carrera.
Nadie arrancó y hubo sprint. La etapa navarra de la Itzulia no tuvo picante pero sí un ganador con galones. Se impuso Caleb Ewan (Ineos), que en meta explicó lo complicado que es el deporte profesional. Un corredor de su talla, con 65 victorias profesionales, cinco etapas del Tour, cinco del Giro, una de la Vuelta, nueve del Tour Down Under, la Clásica de Hamburgo, dos podios en San Remo..., admitió que se sintió liberado porque corría con «mucha presión», que le habían traído solo para ganar esta etapa y tenía que hacerlo. A los 30 años y con ese historial, estaba sin equipo cuando empezó la temporada y le reclutó el Ineos. Ya ha ganado dos carreras. No falta a la cita con la victoria desde su debut en 2015, once temporadas consecutivas. Y tiene presión.
No falló en Lodosa, donde su equipo debió optimizar recursos para amarrar el sprint. Atraparon a Xabier Isasa (Euskaltel) a dos kilómetros de la meta. El urretxuarra fue el más fuerte de una escapada táctica, que supo medir la relación de fuerzas con el pelotón en un día largo, de vigilancia del viento. Los fugados –Julen Arriola-Bengoa (Caja Rural), Diego Uriarte (Kern Pharma), Tobias Bayer (Alpecin) y Sinuhé Fernández (Burgos) fueron los acompañantes de Isasa– mantuvieron el pulso en distancias cortas, entre los dos y los tres minutos. Es la manera en que se gestionan ahora las escapadas. Ya no se busca la minutada para al final tratar de resistir a la tremenda, como antaño. En el ciclismo actual, hiper comunicado, los de cabeza aprietan o aflojan en función de las reacciones del pelotón. No se prima abrir un hueco enorme, sino llegar al tramo final con fuerzas. A Isasa, autor de una memorable fuga en solitario en la última Vuelta a España, le faltaron dos kilómetros. Es poco y es todo, porque el pelotón nunca perdió el control. No tuvo opciones de llegar.
La etapa salió de Pamplona, en el recorrido de la Vuelta al País Vasco desde su primera edición, en 1924. Y se puso rumbo al sur, en busca de unos paisajes preciosos, aún de verde intenso en esta época del año. Por el mal estado de la bajada, se descartó el alto de la Oliva y se sustituyó por la subida a San Martín de Unx. Una belleza la iglesia de San Martin de Tours y su cripta medieval. La carrera bajó a Olite, donde nació Mariano Cañardo en 1906, concretamente en el cuartel de la Guardia Civil, aunque se crió en Huesca y fue pastor de cabras antes de irse a Barcelona, donde se hizo carpintero y ciclista. Ganó la Vuelta al País Vasco de 1930, donde superó nada menos que a Antonin Magne, doble ganador del Tour de Francia y campeón del mundo.
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De pensar en esas cosas daba tiempo durante la etapa de ayer, tan controlada, con el escalafón tan definido: los meritorios de los equipos invitados por delante y la aristrocacia del World Tour al abrigo del pelotón. Pero una escena engañosa, porque la escapada no fue para figurar sino para competir, con Isasa de ariete.
Las viejas historias son los cimientos del ciclismo, pero el mundo avanza, no retrocede. La Ribera navarra lució maravillosa, con todas las riquezas que deben su origen al trabajo de sus gentes y a las aguas del Ebro. La agricultura de regadío es un espectáculo, pero no solo verduras y hortalizas brotan de estas tierras. Parques fotovoltaicos y molinos de viento acompañaron el viaje de los ciclistas y sus vanguardistas bicicletas, cumbre de la ingeniería aerodinámica. Si la tierra causaba sus problemas, también los últimos avances de la tecnología. Además de las que colgaron las cooperativas en los balcones, también se vieron a pie de carretera pancartas de protestas laborales. Las turbinas eólicas y los paneles solares no son como las borrajas, los cardos o las acelgas.
Esta Itzulia del resurgimiento no va a ser sencilla por la ausencia de los 'Merckx' del momento. La participación es importante, con excelentes corredores como Ewan o los que encabezan la general, pero las primeras figuras han preferido ausentarse. No es que no importe, pero la Vuelta al País Vasco, como el resto de las grandes carreras, es más que el aquí y ahora. Hay épocas de brillar y hay épocas de aguantar.
Porque todo puede empeorar. A tres kilómetros de meta, a punto estuvo de provocar un desastre Victor Campenaerts (Visma). No frenó, se metió por la cuneta y esquivó de milagro a un motoenlace, pero su quiebro provocó una caída que partió el pelotón. El líder, Max Schachmann (Soudal), se quedó cortado, pero su equipo le metió delante. Los jueces no picaron tiempos, al considerar que la caída fue a menos de tres de meta. No hubo cambios en la general. Joao Almeida (UAE) sigue en el mismo tiempo y Florian Lipowitz (Red Bull-Bora) a un segundo, ante el cambio de perfil que afronta desde hoy la Itzulia, con cuatro etapas para escaladores y rematadores.
Cabe imaginar, que por la noche, en el hotel del Visma, Campenaerts recibiría la llamada reprobatoria de su líder, Jonas Vingegaard, que tanto se ha quejado de la falta de seguridad en la Itzulia. Resulta que uno de sus compañeros fue el que provocó el peligro. No pasó nada y Caleb Ewan ganó como estaba previsto. No se equivocó de pancarta en el sprint.
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