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La fuerza de la unión Por qué los animales se mueven en manadas (una lección bestial)

Desde los organismos unicelulares hasta los más complejos vertebrados, todos los animales basan su supervivencia en el grupo, en la capacidad de unirse para vencer metas que a priori se presentan infranqueables. Pero ¿cuándo y por qué comenzaron a hacerlo y qué consiguen aún hoy con ello? Te lo contamos.

Lunes, 11 de Septiembre 2023, 16:44h

Tiempo de lectura: 5 min

La muerte se olía en el viento. Los cambios de presión lo anunciaban con la claridad de lo inevitable. Pronto empezaría a nevar y el frío las mataba.

Venían desde Canadá, 3.000 kilómetros al norte, y apenas estaban a un paso de su meta final. Millones de mariposas monarca llegaban, exhaustas, a las sierras de Michoacán, donde los bosques de oyameles del Santuario de Monarcas de Angangueo las servirían de refugio para pasar el invierno. Los árboles las resguardarían de la lluvia, pero ¿cómo vencer el frío que ya empezaba a apoderarse del paisaje?

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El amor llama. Entre octubre y diciembre, 120 millones de cangrejos rojos sienten la llamada del amor en la isla Navidad, en el Índico australiano. En hordas imparables salen de los bosques de la isla y corren hacia la costa, donde se aparean.  Los machos vuelven al interior húmedo del bosque al finalizar, pero las hembras esperan en las rocas de la costa a que los huevos se fertilicen para soltarlos después al agua. Éste es el momento en el que las costas de la isla Navidad parecen pintadas de rojo.

Guiadas por un código ancestral, todas las mariposas bajaron al unísono hacia los troncos y las ramas bajas de los oyameles. Parecía imposible que pudieran caber tantas en cada metro cuadrado de superficie. Se posaban unas al lado de otras con las alas cerradas, ordenadas, compactándose en un todo que cubría los árboles como una funda. Era el único modo de vencer al gélido enemigo. La falta de espacio entre los cuerpos conservaba su calor. La unión de las mariposas aseguraba su supervivencia.

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Contra el frío. Durante la estación fría, entre los meses de noviembre y marzo, las mariposas monarca llegan desde diversas latitudes a los bosques de las sierras de Michoacán, en México. Más de 150 millones de ejemplares de esta espectacular especie se posan sobre los árboles, en apretada formación. Es la única manera que tienen de mantener el calor corporal. La unión de cuerpos y alas permite a la colonia vencer temperaturas bajo cero que, de otro modo, las mataría.

Muchos animales adquirieron la capacidad de obtener ventajas gracias al grupo en el largo camino de la evolución. Desde los organismos unicelulares hasta los más complejos vertebrados, todas las clases de animales cuentan con especies cuya supervivencia se basa en el grupo, en la manada, en la capacidad de unirse para vencer metas que a priori parecían insuperables.

Los ñúes se mueven en filas para atenuar el impacto sobre las hierbas que tanto necesitan comer

Las razones para unirse son fundamentalmente cuatro: para buscar lugares con un clima propicio, para alimentarse, para reproducirse y para buscar seguridad y protección. Las mayores concentraciones animales del mundo se mueven siguiendo una o más de estas razones. Las aves del hemisferio norte migran hacia la franja ecuatorial buscando calor y alimento en los meses de invierno. Los caribúes de Alaska huyen de los mosquitos del norte y aprovechan el número para aumentar sus posibilidades de supervivencia cuando los lobos árticos los atacan en manada, las mariposas monarca buscan el refugio de los bosques mexicanos para pasar el invierno y sobrevivir al frío. Los ñúes de Tanzania y Kenia se unen en una perpetua migración en pos de las lluvias y, por lo tanto, de la hierba que los alimenta. Los ejemplos son muy numerosos, pero las consecuencias de estas uniones van más allá de lo que pueda parecer a simple vista.

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Misión despiste. En las aguas del lago Nakuru, en Kenia, más de un millón de flamencos de dos especies se congregan para alimentarse. Las águilas vocingleras, sus principales predadores, los atacan desde el aire. Entonces el grupo se pone en marcha y el movimiento de tantos flamencos juntos cruzándose entre ellos en el despegue despista al atacante, que, desorientado, no acaba de elegir un solo blanco.

Cuando las grandes concentraciones de ñúes se empiezan a congregar en las sabanas de Serengueti, en Tanzania, los animales comienzan a formar larguísimas filas que se extienden por la sabana. El paso de más de un millón de estos herbívoros podría acabar fácilmente con el pasto que, a su vez, es su alimento, así que los ñúes aprendieron a moverse formando largas filas en las que los animales siguen las huellas del que va delante, minimizando el impacto sobre las hierbas del territorio.

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Murciélagos. Miles de hembras de murciélagos ratoneros grandes se congregan en una cueva en Alemania. Estos murciélagos europeos se vuelven gregarios en época de cría. Mientras ésta dura, los machos llevan una vida solitaria o, a lo sumo, forman pequeños grupos durante el día. Pero, en agosto, machos y hembras vuelven a reunirse en pequeños harenes donde se realizan los apareamientos. A la hora de parir y de cuidar a sus pequeños, forman por fin, las grandes guarderías. Eso sí, sólo las hembras.

La seguridad es quizá la más antigua y eficaz de las razones por las que los individuos de una determinada especie comenzaron a unirse. La unión, efectivamente, hace la fuerza, pero no siempre de una manera directa. Para muchas especies de peces, unirse en grandes bancos ofrece una doble ventaja. Por un lado, la masa de la colonia completa pude asustar a las aves que pescan desde el aire y se tiran en picado a por sus presas. Por otro, cuando un predador ataca al bando, cada uno de los individuos tiene muchas más posibilidades de sobrevivir si reparte su suerte entre todos sus congéneres. Y en muchas ocasiones el depredador falla su ataque porque el movimiento anárquico de tantas presas juntas lo despista unos segundos a la hora de fijar un blanco; unos segundos que en la naturaleza suelen marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

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Mariquitas.Al llegar el otoño, las montañas de Arizona y California reciben a millones de mariquitas que acuden a las sierras en busca de refugios para pasar el invierno. En las grietas de las rocas o bajo la corteza de los árboles, los pequeños escarabajos se amontonan de tal manera que el calor de sus cuerpos llega a derretir la nieve que les cae durante el invierno. El calor lo producen al quemar las grasas que han almacenado durante el otoño, pero es la unión del grupo lo que evita que se disipe rápidamente ese tan preciado calor.

Los científicos están descubriendo que, cuando se producen estas uniones de millares e incluso millones de individuos, el grupo se mueve como un organismo individual capaz de buscar nuevos territorios más propicios o atacar para defenderse o alimentarse. Es la manera que tiene la naturaleza de proteger a los más débiles. Quizá, como en tantas otras ocasiones, no estaría mal que volviéramos la vista hacia ella y aprendiéramos que es en la unión donde se encuentran las ventajas y fortalezas.