![«Cuando vino a tomar su café no llevaba nada encima, pero tenía el coche al lado»](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2023/05/18/cafe-k8HE--1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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Como cada día, Alberto Casado acudió al bar Aurrera de Estropalari kalea de Orio para tomarse su café. Pero con un matiz. No lo hizo a la hora habitual, cambió su rutina. «Siempre venía por la mañana y luego sobre las siete de la ... tarde», señala Jorge Álvarez, propietario del negocio y amigo de Alberto Casado, quien el martes por la tarde acabó con la vida de Lourdes en pleno centro de la localidad costera antes de suicidarse.
«Me llamó la atención que viniera primero sobre las 14.30-14.45 y después, otra vez, a las 16.25. Nunca había venido dos veces tan seguidas», reconoce este hostelero oriotarra al que todavía le cuesta articular palabra al recordar el trágico suceso. «Lógicamente no por verle en dos ocasiones en un periodo corto de tiempo vas a creer que va a matar a alguien, pero sí que es verdad que da que pensar. Diría que su primer y último cortado se los tomó aquí», añade Álvarez.
Visiblemente emocionado, recuerda que «tras 32 años, nunca imaginé que el de ayer –por el martes– pudiera ser su último cortado». Casado, de 50 años, frecuentaba el bar Aurrera desde los 17 o 18 y siempre pedía lo mismo: un cortado descafeinado. Tanto por la mañana como por la tarde. «Venía todos los días porque a muy pocos metros está la casa de su madre, se sentaba siempre en la misma mesa y me pedía el mismo café. Como no tomaba nada de alcohol, rara vez me pedía una cerveza. Eso sí, 0,0».
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Según el hostelero, una de las últimas personas en estar con Alberto antes de que éste cometiera el crimen, «cuando entró al bar no llevaba nada en la mano, pero había dejado el coche aparcado aquí al lado», explica. Todo hace indicar que, al abandonar el local, Casado se dirigió hasta su coche, cogió la bolsa en la que escondía la escopeta y caminó hasta el parque infantil de la calle Arrantzale, lugar en el que mató a Lourdes de un disparo.
Pese a todo, Jorge cuenta que, al menos hasta este martes, «Alberto era el hijo que cualquier padre querría tener. Si hubiese sido otro me habría sorprendido igual, pero no tanto como con él. Llevo 40 años en este bar y he visto de todo, gente a la que ves y sabes que puede liarla en cualquier momento. No llegando a matar, claro, pero sí haciendo cualquier otra cosa. Pero de él no me lo habría esperado jamás», concluye Álvarez, todavía en 'shock' por lo sucedido.
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