Carlos Santana: «Mi primera Getaria-Zarautz la nadé el mismo día que nació mi hijo, en 1968»

Quién le iba a decir a Carlos Santana que un 24 de julio de 2022 iba a vivir uno de los días más especiales y emocionantes de toda su vida. El donostiarra, a sus 82 años, es una eminencia de la travesía Getaria-Zarautz al tratarse del único nadador que ha participado en sus cincuenta ediciones. Se dice pronto. «Mi primera vez aquí fue el 25 de julio de 1968, el día de Santiago, horas después de nacer mi hijo. Hoy, la cincuenta; la primera para Carlos que ha querido acompañarme», cuenta emocionado. Como si de una edición más se tratara, Santana explica cómo ha vivido la prueba. «Hemos salido con los primeros pese a nadar mucho menos para que luego no hubiese que esperar tanto», dice. «Yo he ido a mi ritmo, tirando poco a poco hasta que hemos llegado a Zarautz y he dicho: 'ale, ya hemos terminado la cuenta'», continúa con humildad antes de relatar todo lo acontecido sobre el malecón zarauztarra. «He cruzado la meta junto a mi hijo delante de varias cámaras de televisión y un gran número de fotógrafos. Al parecer, aunque yo no he me dado cuenta, han anunciado mi llegada por megafonía y todo el mundo se ha puesto a aplaudir. Ha sido un momento muy emocionante», subraya.

Una vez subidas las escaleras que llevan hasta el paseo, Santana ha seguido siendo el protagonista. «No sé cuántos posados habré podido hacer hoy porque mucha gente, conocida y no tanto, quería sacarse una foto conmigo. Evidentemente a todos les he dicho que sí», relata. Después, tras el acto de homenaje a los nadadores que han corrido durante 25 años o más la travesía, ha llegado su turno. «Me han dado una txapela y una placa conmemorativa con mi nombre en un acto muy emotivo. Junto a mi estaban además mi hermana Ana Mari y su marido, mi nuera con su hijo, mi nieta…y por supuesto mi hijo, que se ha preparado expresamente para estar hoy conmigo».

Si algo ha aprendido Carlos con el paso de los años es que, si vas en coche a Zarautz, es casi obligatorio madrugar. «Hemos quedado un amigo y yo en Donostia a las 7.50 y para las 8.20 ya estábamos aparcados en el parking de la Plaza Munoa. Sabemos que luego lo cierran y preferimos ir pronto y con tiempo», argumenta el sabio donostiarra. Lo que sí se alargó fue la vuelta, ya que la expectación creada sobre su figura en las bodas de oro de la carrera hizo que no saliera de la localidad costera hasta pasadas las dos. «He llegado a casa con mucha hambre y he comido genial», concluye sin dar pistas del menú para recuperar fuerzas. Ha sido un día maravilloso con una organización de 10».