
Juan Manuel Calvo
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Juan Manuel Calvo
Juan Manuel Calvo entró en la junta directiva de la Amical de Mauthausen aquel mayo de 2005 en el que su presidente y falso deportado, ... Enric Marco, era destituido de su cargo en una tensa reunión en Austria. Calvo, que no está vinculado por motivos familiares a la asociación para la memoria de los deportados españoles a los campos nazis, presentó ayer en la Casa de Cultura de Okendo la exposición 'Más allá de Mauthausen-Francesc Boix fotógrafo'. La muestra, que reúne las fotografías que hizo o robó el único español que declaró en el juicio de Nuremberg, forma parte de la programación del Ciclo de Cine y Derechos Humanos.
– ¿Cómo entró en contacto con la Amical?
– Entré en contacto en febrero de 2003 por una investigación histórica sobre mi pueblo, Eljuve, cuando descubrí que cuatro vecinos fueron deportados a Mauthausen y un quinto a Buchenwald. Les pedí información, conocí a la historiadora Rosa Toral y a un superviviente. Al año siguiente entré como colaborador y en 2005 me incorporé a la junta. Y en 2021 los compañeros me eligieron como presidente de la Amical.
– Coincidió con Enric Marco.
– Coincidí con Marco y con supervivientes como Neus Catalá, con Jaume Álvarez. Cuando llegué a la Amical, Marco ya era presidente. Coincidí un año con él.
– ¿Qué recuerdo guarda?
– Que era una persona muy activa, con una energía inagotable que le hacía estar presente en todos los sitios. La gran decepción fue el descubrimiento y su reconocimiento de que no había sido un deportado. En 1978, había publicado el libro 'Los cerdos del comandante' donde por primera vez dice que pasó un tiempo en Flossenbürg. Cuando el mismo día de 2005 en que entré en la junta recibimos noticia de que había un informe que cuestionaba cómo había salido Marco de España.
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– ¿Pesa aún la sombra de aquel revés sobre la Amical o es algo superado?
– No, no... A ver. Fue una situación difícil de gestionar porque coincidía el 60 aniversario de la liberación de Mauthausen con la presencia del presidente del Gobierno en la ceremonia. Fueron semanas muy complicadas, pero lo que la Amical hizo inmediatamente después fue gestionar los objetivos que había, asumió la presidencia el superviviente de Barcelona Jaume Álvarez que falleció en 2006. Rosa Toral tomó la presidencia. Fue un momento difícil por lo que podía suponer el cuestionamiento de la verdad de la deportación republicana, pero casualmente, aunque algún socio se dio de baja, aquel año tuvimos un incremento bastante considerable de socios. Eran personas que consideraron que las mentiras de un impostor no podían poner en peligro la memoria de la deportación.
– Es decir, que es un tema superado.
– Actualmente, ya no pesa. En el momento en el que la Amical decidió expulsar a Marco en cuanto se conoció su impostura, empezaron momentos difíciles, pero han pasado ya veinte años.
– La falsedad del relato de Marco la descubrió el historiador Benito Bermejo, autor precisamente del primer libro sobre el Francesc Boix que le ha traído a usted a San Sebastián.
– Lo que descubrió Benito Bermejo fue que la forma de salir de España de Enric Marco no era la que contaba en su huida a Francia, sino que se apuntó a un contingente de trabajadores voluntarios que fue a Alemania. A quien confesó Marco que no había estado en Flossenbürg fue a dos compañeros de la Amical mientras se organizaba el viaje a Austria para la conmemoración del aniversario. Habíamos preparado otra alternativa y el discurso lo hizo el deportado Eusebio Pérez Martín.
– Me refería a que Bermejo es el autor del libro sobre Boix...
– Es el autor del primer libro sobre Boix, correcto.
– ¿Es Boix una figura controvertida? Ha sido objeto de algunas críticas...
– La figura de Boix es reflejo del conocimiento de la deportación republicana. Era una persona muy extrovertida, un poco inconsciente respecto a sus actos, lo cual le generó algún problema incluso con los propios compañeros, pero lo importante es destacar que no sólo Boix consiguió los negativos de Mauthausen. En el laboratorio fotográfico trabajaban otros dos deportados españoles, Antonio García y José Cereceda. Esto no fue una acción personal de Francesc Boix, sino que fue obra de una organización. El Partido Comunista ya estaba organizado clandestinamente en el campo y programó el robo de los negativos. Lo que ha quedado es la figura de Boix como el héroe que lo consiguió, pero fue una cuestión de organización política y de una decisión del colectivo. No todos los republicanos estaban al tanto, sólo un grupo reducido. Hubo colaboración tanto para extraer los negativos del laboratorio como para sacarlos del campo y entregárselos a la señora que los escondió. No fue la acción de una sola persona.
– Sin embargo, Boix acapara el protagonismo de este capítulo de la historia y de hecho, el título de la exposición lleva su nombre...
– La exposición reúne tres fondos diferentes de Boix. Por un lado, están los negativos robados a los nazis, que fueron a parar a la Amical en los años setenta. En 2000 se depositan en el Museo d'Història de Catalunya. Ahí se incorpora también el archivo fotográfico que Boix tenía en su casa cuando murió con negativos del campo posteriores a la liberación. Finalmente, en 2013 se descubre en Francia una caja con fotografías de la Guerra Civil. La adquirió la Comisión de la Dignidad catalana y ahí aparecen cientos de negativos de Francesc Boix durante la guerra de España. De ahí el nombre de la exposición.
– ¿Se ha idealizado la capacidad de los campos como lugares de la memoria que 'vacunan' contra el fascismo? El caso alemán invita a ponerlo en duda...
– Es necesario visitar los campos. En Alemania no es obligatoria la visita, sólo en algún estado está dentro del sistema educativo. Lo que sí es cierto, según nuestra experiencia tras veinte años llevando estudiantes a los campos, es una acción formativa y educativa muy importante. No queremos llegar al extremo de pensar que los estudiantes que visitan los campos salen vacunados, pero la gente joven empatiza mucho más con situaciones de vulneración de Derechos Humanos a partir del conocimiento de lo que allí sucedió. Es necesario que los espacios que se han podido conservar se conviertan también en espacios de memoria.
– ¿Y en espacios de Instagram?
– Bueno, es la gran contradicción entre la visita consciente a los campos, la visita banal y la utilización de los memoriales como centro de atracción turística. Esto es un debate internacional que va mucho más allá de las entidades de memoria, como la Amical. En las visitas que nosotros organizamos, hay una labor previa de concienciación y lo cierto es que si se acompaña, se evita esta 'banalización' y ese tipo de frivolidades. La sociedad está como está y ahí podemos encontrarnos clásicos como el Instagram del Monumento al Holocausto en Berlín. A veces colaboramos con entidades serias que a veces llevan grupos de turistas, aunque ya sabemos también que Auschwitz, por ejemplo, se incluye en un paquete turístico que, bueno, es como una visita más. Esto es rechazable, pero lo importante no es cómo va una persona al campo, sino cómo sale.
– ¿Cambian los mecanismos de transmisión de la memoria tras la desaparición de los últimos testigos supervivientes?
– Evidentemente. Nada puede suplir la importancia, la empatía, la sinceridad, el sufrimiento y los silencios de un superviviente. Ahora bien, ante su ausencia hay que buscar otras metodologías y ahí estamos con familiares que puedan dar testimonio, la propia visita a los campos o mediante la producción de materiales audiovisuales que se puedan utilizar en las aulas. La transmisión es diferente si va dirigida a público adulto que si va para público joven, que entra más fácil a través del audiovisual. Y no dejamos al margen las redes sociales, con todas las contradicciones que implican.
– Se cumplen ochenta años del fin de la II Guerra Mundial y de la liberación de los campos. El estado del mundo no invita al optimismo...
– Tenemos que ser optimistas y ver que la civilización afrontó situaciones más complicadas, pero sí es cierto que hace ocho o diez años sería impensable que hubiera esta banalización de los Derechos Humanos. Recuerdo que hace seis años, supervivientes de diferentes campos advertían del peligro de un discurso de odio que volvían a oír en Europa, pero quizás no supimos verlo ya desde hace una década. No sólo en Europa, también estamos viendo lo que sucede en EE UU. Queda un camino, que es el de la rendición ante esta situación, o el otro, que es seguir el ejemplo de los que estuvieron luchando contra el fascismo y el nazismo en aquellos años mediante la resistencia y la demostración de que otra realidad es posible. Y también mediante este trabajo colectivo de concienciación de la sociedad. A veces focalizamos esta labor en los estudiantes, pero esto debe ser un compromiso de toda la sociedad. Desde la fundación de la Amical en 1962, hubo tres objetivos:el conocimiento, la difusión y la prevención. Los tres siguen vigentes hoy en día.
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