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El vuelo de Berlín, con escala en Frankfurt, llegó esta tarde con retraso, a las 17.42 horas, pero a las cinco ya había más de 30 familiares, amigos y conocidos en el aeropuerto de Loiu. Pertrechados con globos, pancartas y ramos de flores. Emocionados ... y discretos, luego ya llegarían los cánticos, saltos, lágrimas, risas y desmadre feliz. En la cafetería, mirando constantemente el móvil, todavía les costaba hacerse a la idea de que la pequeña Sofía Otero Labrador hubiera ganado el Oso de Plata a la mejor interpretación en la Berlinale.
«Es una cría. Tiene solo nueve años. Ahora lo importante es que siga con su vida de todos lo días. Que la vorágine no la atrape», murmuraba Josu, tío materno de la niña, sin despegar los ojos de la puerta por la que debía salir la jovencísima protagonista de la película '20.000 especies de abejas', dirigida por la cineasta alavesa Estibaliz Urresola.
Entre la exaltación y las pocas horas de sueño, se esperaba que la jovencísima actriz y el resto del equipo del filme no mostraran su mejor cara. Pero no. Llegaron pletóricos. Con una sonrisa de oreja a oreja, recibieron ramos de flores, besos, abrazos y achuchones de la comitiva familiar y vecinal. «¿Qué me hace ilusión? Pues que me van a comprar un perro. ¡¡¡Por fin!!!», exclamaba la niña entre flashes y cámaras de televisión. El enjambre de periodistas no parecía agobiarle lo más mínimo. Después de haber pronunciado el discurso de agradecimiento más largo de la gala (dos minutos y medio sin que le temblara la voz), ha dejado claro que es una chavalita con tablas.
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Al salir a recoger el Oso de Pata no le dieron miedo las casi 2.000 personas que llenaban el auditorio del Berlinale Palast, ni la certeza de que millones de cinéfilos de medio mundo estaban viendo la gala online en directo. Es una chavalita con cero miedo escénico; y en casa tampoco se arruga. Sofía no solo deslumbró al jurado de la Berlinale con su papel de niña trans (en la cinta, ambientada en el Llodio más rural, quiere que la llamen Lucía, aunque haya sido bautizada como Aitor), sino que en la vida real muestra un desparpajo que seduce a propios y extraños.
Curtida desde chiquitina en los vídeos de Tik Tok, le gusta verse en la pantalla y sabe perfectamente cuál es su perfil bueno. «Tiene sensibilidad. Ahora hay que hacer lo posible para que todo esto no se le suba a la cabeza», reflexionaba su abuelo Jesús, mientras Bimba, una Yorkshire Terrier blanca, temblaba de excitación y lamía las manos de Sofía. La cría iba de aquí y para allá, pegando saltos y agarrándose al cuello de casi todo el mundo que tenía delante.
La flamante ganadora del Oso de Plata de Berlinale es hija de un transportista y de una de las responsables de Pescaderías Hermanos Labrador. Extrovertida y acostumbrada a tratar con gente de todas las edades, ayer se dejaba agasajar y mimar. «Esto es una alegría para todo el mundo. Esta gente es muy querida en Basauri», recalcaba Zigor, un amigo de la familia, con la camiseta del Athletic puesta y recién llegado del partido contra el Girona. Pese a la derrota en San Mamés, estaba pletórico.
El padre de Sofía, Fernando,se pasaba ayer la mano por los ojos, como si le costara enfocar a la chavalita. En menos de 24 horas se le ha convertido en una estrella, merecedora del mismo premio que han obtenido luminarias como Michelle Pfeiffer, Nicole Kidman y Meryl Streep. «Ahora toca asimilar las cosas con tranquilidad», reconocía con un nudo en la garganta, rodeando con el brazo los hombros de su mujer, Itziar.
Mientras tanto, una pareja de turistas finlandeses miraba con la boca abierta sin entender nada; el barullo mediático y el protagonisno de la chavalita les tenía alucinados. Algunos taxistas estiraban el cuello desde su parada y hacían fotos con el móvil. La directora Estibaliz Urresola, con ojeras pronunciadas pero un brillo en la mirada lleno de vida y orgullo, observaba con atención el momento. Grabándoselo a fuego en la memoria. «El gran premio fue fichar a Sofía para la película», admitía la cineasta alavesa.
La película de Urresola ha sido todo un éxito en el certamen del país centroeuropeo. ¿De qué trata el film protagonizado por una niña que ha desbancado a las otras 18 que competían? En '20.000 especies de abejas' se aborda la búsqueda de identidad de una niña trans. La chiquilla, Sofía Otero, viaja con su familia de Bayona, donde vive, a Llodio para visitar a la familia materna. En la localidad alavesa sufrirá la incomprensión de algunos pero también recibirá mucho cariño, como el de su tía abuela, una apicultora que le quitará la la venda de los ojos a la madre (Patricia López Arnaiz). Todo se reduce a que Aitor, al que llaman Cocó, quiere ser Lucía. Así de sencillo. Es la primera vez en 73 años que una cineasta vasca estrena un filme en la sección oficial de la Berlinale.
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