
Ricardo Gómez
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Ricardo Gómez
Mencionar Ciclos Iturgaiz da una pista del estilo de Ricardo Gómez: mucha chispa, grandes dosis de humor, ironía o crítica social, pero con una sólida ... base de realidad. En 'Patria, la buena' (Autsaider) cambia muchos nombres, aunque con poco el lector sabe cuál es la referencia, y con ese juego ficciona lugares comunes para presentar su quinto libro, una novela algo disparatada pero que no se pasa de frenada y entre golpes de humor deja frases o reflexiones con mucho poso.
– Se suele decir que no hay que juzgar un libro por la portada, el suyo no lo pone especialmente fácil.
– A mí me gusta la novela negra y uno tiene en la cabeza estar en los stands de las librerías con Ibon Martin o Dolores Redondo. Me imaginaba una portada clásica, que luego te das cuenta que están hechas por IA: paraguas, charcos y cuchillos. Yo pasé una idea a Autsaider, más oscura, y cuando me envían esta de Bea Lozano me choca, pero pasaron dos días y estoy enamorado, no puedo concebir este libro sin esa portada. No la cambio ni por el forro. Le da una personalidad brutal, refleja la historia, aunque luego habrá gente que se sorprenda de la profundidad y de que no es un cómic.
– Quien le conozco por sus libros anteriores o sus grupos de música ya conoce su tendencia al humor negro. ¿Con esta mezcla pretende engañar al lector?
– Me va a pasar que los que vienen de Autsaider vienen del cómic y los que me siguen por redes sociales, los más 'ciclositurgaicistas', lo cogerán como si fuese un desparrame. Para los de novela negra voy a romper el orden establecido o lo nórdico, que la gente está muy cerrada con eso. Espero que tenga buena acogida.
– Alguno seguro que se enfada...
– Ojalá, para mí sería… (ríe).
– Los años duros o de plomo, ETA, tortura, drogas y de repente el 'Un, dos tres... Responda otra vez'. ¿Cómo formula la sinopsis?
– Empieza cuando me brota la idea de dos integrantes de ETA participando en el concurso, que es muy fuerte. Aprovechan que van a Madrid para participar, nadie va a sospechar de ellos, etc. Luego ya desarrollas todo el esquema y te salen los tentáculos: torturas, Intxaurrondo... Armas la historia, pero le doy una normalidad de la hostia.
– ¿Y venderlo a las editoriales?
– Tienes que presentar una historia, pero no me daba ningún tipo de vergüenza, porque yo sé lo que presentaba. Estaba satisfecho del manuscrito, sabía que que no era ninguna cosa ofensiva, es equilibrada. No es una novela moral o que pretenda el moralismo sobre la violencia. Ya habla el protagonista sobre la violencia, cómo evoluciona de no estar de acuerdo con la lucha armada a querer vengarse porque matan a su hermano. Y luego se va cansando de querer vengarse. Como todas las personas, que podemos tener esos altibajos hasta que al final dices no puedo más.
Autor: Ricardo Gómez
Estilo: Novela negra.
Editorial: Autsaider.
Páginas: 400.
Precio: 22 euros
– (...).
– A las editoriales les mandaba el primer tercio del libro mientras seguía currando, porque a veces pasa que mandas todo el manuscrito, tardan seis meses en responder y te piden que cambies. Eso te mata. Lo mandé a varias, Autsaider me respondió y se enamoró. Me dijo: ¿Tienes novia editorial? Y así salió.
– Vuelve a situar la trama en los años 80, como sus dos anteriores libros 'Gooolpe de vista' (2016) y 'Los crímenes de la Vuelta 83' (2020). Sabemos mucho, se supone, de aquel tiempo, pero también hay muchos grises. ¿Eso da para ficcionar y hacer humor?
– Cuando vuelvo a esas épocas nunca lo hago con nostalgia. Son épocas sucias, evocadoras para escribir, hay material literario amplio. Hay muchas cosas que no se han tocado y que me gusta tocar, como las ligas de la Real en 'Gooolpe…'. Es que no se ha hecho una película en la que aparezca el GAL. ¿Por qué no voy a meterlo en el libro? O Yoyes, que es de Ordizia. Cambio los nombres por una estrategia comercial, porque da mucho morbo. Y también es una señal, cambio todos –gobierno, policías, etarras...–, pero los del 'Un, dos tres…' los dejo.
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– ¿Una especie de juego? Obliga al lector al 'esto sí, esto no'.
– Todo el escaparate de fondo es verdad, como la unificación de los cuerpos de policía o lo de la OTAN. El simulacro de atentado, luego pasó. Me gusta que el lector tire de Google, que lo acompañe con la historia. Es bonito conocer cosas y llevarte sorpresas.
– ¿Hay algún momento de autocensura? O pensarlo dos veces, por respeto.
– Hay momentos que igual un poco, porque como escritor te vas contagiando de esa rabia o deseo de venganza, como la parte del funeral en Hernani por la muerte de su hermano. Es una anécdota que me contaron, que la Guardia Civil silbó el himno de España. Juegas con eso. Como la escena en Madrid, cuando Irene le dice a Ángel que tiene que contarle algo sobre Keles (la versión ficcionada de Yoyes) y la reflexión que hace, que es la versión de ETA. Él se lo discute, porque las cosas nunca son del todo como se cuenta, hay pequeños detalles.
– ¿Cómo ha sido ese proceso de documentación? ¿Hay tentación de tirar de las teorías alternativas o de conspiración? Por ejemplo juega con la incursión de la droga para desestabilizar a la juventud de izquierdas.
– Es verdad que nunca ha habido un documento, pero sí que se ha demostrado que las drogas circulaban desde Intxaurrondo. He jugado al límite, pero tampoco digo una barbaridad. A la hora de escribir primero tiro de memoria y luego me documento: el referéndum de la OTAN, la campaña, el acto de cierre y la bronca que hubo con estudiantes... También hay inspiración, como que una pareja fue al 'Un, dos tres…' en el 85 o 86. Me puse en contacto con ellos.
– Y después mezcla esa estructura con golpes de humor, algunos absurdos, o provocaciones al lector con referencias o frases.
– A nivel artístico es como el pop, que a mí me encanta. Puedes ir suave y hacer saltar todo por los aires.
– Como las conversaciones sobre el uso de la violencia.
– Si alguien me viene a hablar de violencia estoy tranquilo, porque el mapa de los estados de Europa, las líneas o fronteras, son historia de la violencia. Un pacifista de verdad a lo primero que se va a oponer es al estado, no hay nada más violento: su policía, su patronal, etc. Lo que pasa es que si es de otra ideología, en otro país… Mientras ETA mataba a 850 en 60 años, nuestra OTAN, porque somos partícipes, mató a 6.000 yugoslavos en 60 días, incluso periodistas. No estoy quitando la importancia de ETA, por supuesto, el drama es el drama, sobre todo cuando te toca, y hay que vivirlo. Pero se hace mucha demagogia con el tema de la violencia. Hay algo de provocar, que el lector se dé cuenta de que las cosas no son tampoco tan así.
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