«Cerré la tienda para vivir mi vida y eso se plasma en este disco»

– ¿No solo música?

– Este trabajo tiene que ver con un nuevo ciclo vital. He llegado a él por una reflexión sobre si estoy aquí para producir o para vivir la vida. Para vivirla hay que hacerlo rodeado de gente que te aporta, te enriquece y que hace que ese permanente ensayo en el que vivimos sea mejor.

– Comenzó con esto en 2021, con la pandemia aún vigente. ¿Eso influyó?

– En parte sí, la pandemia es un punto de inflexión. Venía de muchos años trabajando, con la tienda familiar que estuvo ahí varias generaciones, y, cuando murió mi padre, abrí otra. Nos han vendido la idea del emprendedor muy edulcorada y nos la hemos comido, esa es la nueva esclavitud. La pandemia fue para todos el momento de parar, de darse cuenta de que todo iba a gran velocidad y de pensar que estamos poniendo en orden o en desorden ciertas cosas, ¿no? Que estamos quizá en las puertas de algo. Y cerré. Me dije 'voy a vivir mi vida' y eso se plasma en este disco, en el que por primera vez he estado al cien por cien y buscando un espacio musical nuevo. A los músicos no nos queda otra que intentar poner un poco de belleza, de refugio, de tranquilidad en todo esto.

– ¿Las canciones transmiten reposo?

– Yo lo veo. Es el resultado de un trabajo que he disfrutado muchísimo, muy coral, con el grupo (Oier Aldekoa, Alex Alonso, Mikel Moyano e Iker Lauroba), con el objetivo común de buscar un espacio donde el público pueda pararse a reflexionar sobre lo que les estamos contando y disfrutar de cierta belleza. También con la imagen, con la colaboración del artista y pintor Ignacio Sáez. Hoy todo pasa corriendo y nos cuesta escuchar la música. Yo les invito a que se paren y escuchen.

– ¿Las letras son más importantes aquí?

– Hay un montón de letras muy bonitas. La labor poética de Iñigo Astiz, Jon Benito, Karmele Jaio y Txuma Murugarren propone imágenes bellas que se van entretejiendo con los arreglos. Desde el primer momento van pasando cosas, algo te va llevando. Desde el principio la idea era esa, que no se perdiera nada de atención al escuchar el disco.

– ¿Por ejemplo?

– En 'Elurretan', Karmele Jaio habla de amor y de desamor, de si sabemos amar o no y a qué nos sometemos. Habla del tiempo y de la nieve, de hacerse preguntas. La canción empieza con silbidos y evoca una imagen muy concreta en torno a la nieve. La de Txuma Murugarren, 'Holandar alderraia', critica lo impasibles que nos quedamos ante los hechos que nos machacan la cabeza (Ucrania, Oriente Medio, Yemen, mil lugares). Ante el horror nos vamos acostumbrando, nos parece que la vida es así... Y no lo es. Quizá sea un disco que parte de un cancionero de amor pero con diferentes capas.

– ¿Le llegan primero las letras o les pasa usted antes las melodías?

– Depende. Con Iñigo Astiz la forma de trabajar es divertida: nos hacemos trampas. Como a él le gusta trabajar sobre una melodía, le mando algo que no es... (risas). A Karmele Jaio le pedí algo para leer y ver qué melodía me venía. Con 'Elurretan', nada más leerla, cogí la guitarra y en cinco minutos tenía un esbozo. Esa es la magia de crear, no sabes cómo sucede, por qué pasa. Son momentos mágicos... como la grabación de este disco.