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La muerte de Mario Vargas Llosa pone de relieve el impacto que en su momento tuvo una obra en la que se imbricaban hasta hacerse inseparables la dimensión literaria, el compromiso social y el impacto de cada novedad en el lector. Un tiempo que ya quedó atrás para dejar paso a una época en la que el escritor abandonó la centralidad del debate social. En la elaboración de este reportaje han participado cinco escritores –y lectores– de distintas generaciones, pero también han rehusado hacerlo otros que confiesan no haber leído ninguna novela de un Vargas Llosa que vio en los últimos tiempos cómo cuestiones alejadas de lo estrictamente literario mediatizaban el juicio sobre su obra.
Arantxa Urretabizkaia Escritora
La autora donostiarra Arantxa Urretabizkaia afirma que fue lectora del escritor peruano «durante bastantes años, pero a partir de un momento de tanto floripondio del 'boom' me pasé a otras lecturas de prosa más sobria». Y se explica: «Me encantaba, como todos los del 'boom', y me parecía deslumbrante, pero luego me saturé, lo cual seguramente me hizo perderme cosas estupendas, pero hay tanto para leer y tan poco tiempo, que opté por otro tipo de prosa».
Reconoce Urretabizkaia que «la influencia de ese grupo de escritores en todo el mundo está fuera de toda duda, encima, muchas veces a través de traducciones, lo cual resulta el doble de meritorio porque ahí pierdes gran parte de esa voz tan local y auténtica».
Su encuentro con Vargas Llosa se produjo con 'Conversación en La Catedral', «una obra deslumbrante. Para entonces, yo ya hacía mis cosas y me preguntaba a mí misma: '¿podré yo llegar a este grado de virtuosismo?' Y luego me contesté que no, pero que podrás hacer otras cosas, otro tipo de cocina».
Lo que sí descarta de forma tajante es que las opiniones políticas de Vargas Llosa interfirieran en su opinión sobre sus novelas. «Durante años he leído sus artículos políticos, que no coincidían mucho con mis ideas, pero que siempre me parecieron interesantes porque eran argumentados, no exabruptos. Leer a gente que piensa distinto que tú te ayuda a perfilar y a mejorar tus ideas».
Harkaitz Cano Escritor
El autor de 'Twist' y 'La voz del Faquir' no sólo leyó a Vargas Llosa de joven –como tantos otros entrevistados–, sino también ha continuado haciéndolo a lo largo del tiempo. «De joven leí 'La ciudad y los perros', que para ser una novela escrita con veintitantos años, me pareció muy impactante». Posteriormente, señala que aunque «no sea la mejor, le tengo especial cariño porque me reí mucho a 'La tía Julia y el escribidor', con su doble trama. Por aquel entonces yo trabajaba en la radio y me gustó mucho la parte de los culebrones radiofónicos». También destaca 'La fiesta del Chivo', «una obra que he leído bastante tarde», así como «su faceta ensayística, sobre todo con 'La orgía perpetua', al igual que 'La verdad de las mentiras'. Creo que es un autor de gran relevancia».
Harkaitz Cano admite que las opiniones del escritor pudo afectar en los últimos tiempos al juicio literario de sus obras. «Era mucho más conservador en sus opiniones que como narrador, clarísimamente», apunta el autor lasartearra.
Respecto al peso intelectual de los escritores en aquellos años sesenta y setenta, indica que «las trincheras literarias están mucho más replegadas ahora. En la época del 'boom' literario, aparte de ser unas 'starlets' mediáticas, se asumía que la relevancia de los escritores era mucho mayor a la hora de influir en las opiniones».
Iñaki Aldekoa Escritor y editor
El editor Iñaki Aldekoa pone por delante que «no soy el mayor especialista en su obra» para, a continuación, explicar que «había dejado de leer sus últimas novelas porque ahora me interesaba mucho más como ensayista». En este sentido, indica que «al conocer la noticia de su muerte, me acordé de una manera un poco miserable de que se ha quedado sin publicar el libro que nos había prometido que sería el último: un estudio sobre Jean-Paul Sartre. Es una pena porque también era un grandísimo ensayista». Y aquí apunta a 'La orgía perpetua', en opinión de Aldekoa, «lo mejor que seguramente se ha escrito sobre 'Madame Bovary', un libro que siempre menciono en mis cursos para mayores de 55 años».
El editor oñatiarra recuerda que llegó a su obra por «'Los cachorros' y 'La ciudad y los perros'. Me quedé absolutamente tocado por el hecho de que un señor que no había cumplido los 24 años hubiese escrito semejantes obras, sobre todo, la segunda, y que a día de hoy, me sigue pareciendo lo mejor de su obra».
Con el paso de los años, Aldekoa quiso «hacer una prueba» y volver a novelas como 'Conversación en La Catedral' «para ver cómo iba envejeciendo. Y vi la pérdida del aura de lo que supusieron los años sesenta y toda la Revolución cubana, que tan importante fue en todo ese esplendor del 'boom' latinoamericano». Apunta que «todas aquellas discusiones que tan magníficamente narró han quedado ya un poco pasadas. Ahora ya no me interesan ni aquel tiempo, ni la Revolución... Estamos en el siglo XXI, en la época de Trump y dónde ha quedado todo aquel mundo...». Lo que no quita, aclara, para «reconocer que sigue siendo una obra grande».
A su juicio, el influjo de aquellos tiempos afectó a la lectura de los autores del 'boom' porque, además, guarda la magia de «aquellas primeras lecturas de los Cortázar y demás. Y concretamente, es diferente leer 'Conversación...' en los años setenta que en los ochenta. También me pasó con 'Rayuela' y supongo que es inevitable».
Luisa Etxenike Escritora
La escritora donostiarra Luisa Etxenike asegura que de Mario Vargas Llosa sostiene lo máximo que, a su entender, un escritor puede decir de otro: «Que le considero un maestro; y que desde ahí, con respeto y agradecimiento, me he acercado y me acerco a su obra, admirando su ambición temática, la brillantez de muchas de sus propuestas formales; la calidad y la anchura de horizonte de su estilo». Etxenike, que acaba de publicar su novela 'Cuerdas', recuerda «el deslumbramiento» que le produjo 'La ciudad y los perros' –«el primer libro suyo que leí»–; y luego 'La casa verde' y 'Conversación en La Catedral.
Al igual que Cano y Aldekoa, la autora ensalza la narrativa de Vargas Llosa, pero sin olvidar sus ensayos literarios, que tantas lecturas han iluminado. «Un maestro literario te enseña a escribir y a leer. Y tampoco voy a olvidar, desde mi devoción 'flaubertiana', el extraordinario y fértil itinerario de lectura y análisis que contiene 'La orgía perpetua'».
En cuanto a «su faceta público-política», que tanto ha opacado quizás su obra literaria en los últimos tiempos, confiesa Etxenike que «no me ha provocado la misma adhesión», aunque añade que «sin compartir muchas de sus ideas o tomas de posición, sí le he reconocido el que no se desentendiera de la realidad en la que vivía y escribía; el hecho de que pensara que no debía mirar para otro lado, sino comprometerse con/en ella». La escritora donostiarra concluye con una reflexión: «Creo que es lo que siempre hace falta y más en tiempos como los que padecemos: escritores e intelectuales que, sea cual sea su mirada, no la aparten del mundo».
Juan Ignacio Pérez Iglesias Consejero de Ciencia, Universidades e Innovación del Gobierno Vasco
De formación científica, el actual consejero del Gobierno Vasco Juan Ignacio Pérez Iglesias es un gran lector que con el tiempo se ha decantado más por el ensayo en detrimento de la ficción. Sin embargo, recuerda perfectamente la epifanía que su supuso para su 'yo' más joven la lectura de 'La casa verde'. «Era un adolescente y venía de leer '¡Absalón, Absalón!' y 'Mientras agonizo', de William Faulkner. Fue como una revelación y en el libro de Vargas Llosa encontré algo parecido, había una clara continuidad», recuerda en una evocación de aquel tiempo.
Con todo, en su caso el deslumbramiento se produjo con 'Conversación en La Catedral'. «No me atrevo a decir que es la mejor novela del siglo XX porque Faulkner también tiene unas cuantas de ese nivel y Gabriel García Márquez escribió 'Cien años de soledad'». Asegura que «siempre he visto una diferencia entre el escritor colombiano y Vargas Llosa: con todo lo bueno que es, la obra maestra del primero es 'Cien años de soledad', mientras que en el caso del segundo su obra es más extensa y bajo diferentes moldes». Menciona en este sentido 'El hablador', que «me pareció espectacular por cómo está construida la historia. Una maravilla también por lo que implica de reflexión en torno a lo que significa el lenguaje».
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Juan Ignacio Pérez Iglesias aprecia que el autor hispano-peruano optara a lo largo de su carrera por escribir novelas temática y formalmente «muy diferentes» unas de otras. «Quizás las dos más parecidas por la estructura sean 'La casa verde' y 'Conversación en La Catedral', pero esta última es un monumento literario».
Metido en esta reflexión, el consejero de Ciencia, Universidades e Innovación se pregunta por el distinto trato que el tiempo ha deparado a obras como 'Si te dicen que caí', de Juan Marsé, las novelas de Juan Benet o Jesús Fernández Santos, «de quien nadie se acuerda ya. Son de otro nivel diferente a Vargas Llosa –aclara–, pero también ponen patas arriba la literatura». A su juicio, tanto Faulkner como Mario Vargas Llosa, entre otros, «convertían al lector casi en creador porque le piden un ejercicio de recreación de lo que se cuenta que no era lo habitual», concluye el consejero.
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