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Era una visita a Chillida Leku sin declaraciones, pero durante el posado, interpelado por los periodistas, el Rey resumió su impresión: «Es una exposición muy ... bonita, merece la pena, hay que venir». Felipe VI acababa de inaugurar la muestra que une dos centenarios, el de Eduardo Chillida y el Telefónica, basada en una decena de obras que realizó el artista donostiarra y forman parte de la colección de la empresa. Esas obras «vuelven» ahora a Zabalaga y el universo chillidiano. El monarca estuvo muy cariñoso y cercano con la gran familia Chillida, con quienes recordó la larga vinculación de la Casa Real con el escultor. «Me alegro mucho de volver a este sitio tan especial», les decía mientras se juntaban en una foto de grupo. Felipe VI visitó el museo en 2004, aún como príncipe, en visita privada con Letizia Ortiz en su viaje de luna de miel. La Reina no volvió este martes porque se encontraba en otro viaje oficial por Asturias. Juan Carlos I y Sofía inauguraron Chillida Leku en el año 2000.
El Rey estuvo acompañado en su visita por Luis Chillida, presidente de la Fundación Chillida-Belzunce, que ejerció de guía; José María Alvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica; Ángel Víctor Torres, ministro de Política Territorial; Marisol Garmendia, delegada del Gobierno en el País Vasco; Eneko Goia, alcalde de Donostia, y Mireia Massagué, directora de Chillida Leku. El lehendakari Urkullu, que tenía prevista la asistencia, no pudo llegar al alargarse la sesión de constitución del nuevo Parlamento Vasco en Gasteiz.
«Telefónica y Chillida tienen en común la pasión de comunicar a las personas», resumió Luis Prendes, director de la Fundación Telefónica, en su poética presentación. «Son obras de una etapa muy libre y fértil de mi padre, en los años 80, cuando empezaba el sueño de Zabalaga y Telefónica iniciaba a la vez la incorporación de esculturas del aita a su incipiente colección», indicó Luis Chillida, que en representación de sus hermanos subrayó también la importancia de su madre, Pilar Belzunce, en la carrera artística de Eduardo Chillida, la construcción de Chillida Leku y la rehabilitación del caserío de Zabalaga, «que consideramos una obra de arte más». Hubo mención especial a la escultura 'Mesa de Omar Khayyam III', de 1986, que preside la exposición, y junto a la que se colocaron los oradores.
Felipe VI se interesó por los detalles de la muestra, que recorrió en el interior del caserío Zabalaga. También paseó por los jardines del museo y luego posó con seis de los ocho hijos del escultor presentes en San Sebastián. También lo hizo con los nietos y la amplia familia del artista, y al final se ha unió al cóctel en el que los 200 invitados a la inauguración departieron a mediodía. Una amplia representación de la sociedad y la cultura guipuzcoanas asistieron al acto.
La mañana había comenzado intensa en Chillida Leku. A primera hora fue la presentación de la exposición a la Prensa, acelerada por la inminente llegada del monarca. Un amplio dispositivo de seguridad vigilaba los alrededores. En la puerta el monarca fue recibido por el ministro Ángel Víctor Torres, la delegada Marisol Garmendia, el alcalde Goia, el presidente de Telefónica y Luis Chillida y Mireia Massagué, con quienes fue recorriendo las praderas de Chillida Leku, con las grandes esculturas del artista, rumbo al caserío central. Ahí llegó la primera foto de familia con los hijos del escultor.
Desde la Casa del Rey ya se había advertido que no habría palabras del monarca. Solo se celebró un pequeño acto, presentado por la directora del museo, Mireia Massagué, y las intervenciones de Luis Prendes y Luis Chillida ante los invitados. Después fue el momento de la visita privada del Rey.
Ya sin cámaras Felipe VI departió en el cóctel, celebrado en el bar 'Lurra' del museo, con los representantes de la sociedad guipuzcoana. Políticos como los concejales socialistas donostiarras Ane Oyarbide y Cristina Lagé, las diputadas forales también socialistas Azahara Domínguez y Goizane Alvarez o el diputado del PNV en el Congreso Joseba Agirretxea. Pero sobre todo, invitados del mundo de la cultura, como los directores de museos: Miguel Zugaza, del Bellas Artes de Bilbao; Susana Soto, de San Telmo; Esther Irigaray, del Aquarium; Beatriz Herraez, del Artium de Vitoria; Edurne Ormazabal, de Tabakalera: Jaime Otamendi, director de Donostia Kultura; Oriol Roch, director general de la Euskadiko Orkestra; Juan Pablo Huércanos, subdirector del Oteiza en Alzuza, Joxean Muñoz, asesor del departamento de Cultura del Gobierno Vasco; Idoya Otaegi, exdirectora del Topic, y Lourdes Fernández, de Artingenium.
Del Orfeón Donostiarra, que precisamente este martes dedicaba un concierto especial a Chillida en Santa María, se encontraban su presidente, Antxon Elosegui, su director, José Antonio Sainz Alfaro, y su secretaria general, Sonia Esturo. Muy especial era la presencia de Joaquín Montero, el arquitecto que colaboró con el propio escultor en la concepción de Chillida Leku y la rehabilitación del caserío. El presidente del Náutico, Pío Aguirre, y el director general del Basque Culinary Center, Joxe Mari Aizega, figuraban también en una larga nómina de invitados atendidos por todo el equipo de Chillida Leku y de la Fundación Telefónica.
A primera hora de la tarde el monarca y los invitados abandonaron Chillida Leku. Fue la tercera visita oficial de Felipe VI a Gipuzkoa desde que es Rey. La primera fue en 2017, en el aniversario de la Asociación de Fabricantes de Máquina Herramienta, y la segunda en 2022 para inaugurar la nueva planta de Zardoya Otis en Ezkuzaitzeta.
Queda la exposición, hasta octubre, una emocionante muestra con una decena de obras de la colección de Telefónica, iniciada en los años 80 bajo la presidencia de Luis Solana. Tanto el director de la Fundación Telefónica, Luis Prendes, como Luis Chillida remarcan que las piezas son también de esa época, «cuando empezaba a hacerse realidad» el sueño de lo que en el 2000 se inauguró como Chillida Leku.
Los responsables de la Casa Real adelantaron que el Rey no pronunciaría discursos. Los periodistas presentes pudieron tomar imágenes del recorrido, ver a Felipe VI charlar calurosamente con los hermanos Chillida e interesarse por los detalles. Solo quedaba saber más. Una redactora de DV lanzó la pregunta en el photocall: Majestad, ¿qué le parecido la exposición? La respuesta fue literalmente así: «Es una exposición muy bonita, merece la pena, hay que venir».
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