Matta Dillon posa junto a una admiradora en la sala de prensa del Kursaal. IÑIGO ARIZMENDI

Matt Dillon: «He acumulado muchísimos discos y ahora resulta que todo eso cabe en un móvil»

El Premio Donostia 2006 vuelve al Festival con un documental en el que reivindica la figura olvidada del músico cubano Francisco Fellove

Alberto Moyano

San Sebastián

Miércoles, 23 de septiembre 2020, 08:37

Matt Dillon, que ya pasó por el Zinemaldia en 2006 para recoger el Premio Donostia, ha vuelto ahora con su segunda película como director: 'El Gran Fellove', un documental en el que se sirve de este personaje para hablar de la música cubana y ... el exilio previo a la Revolución. Dillon, dueño de una impresionante colección de discos de música latina, asegura que se ha convertido en coleccionista sin intención, casi de forma accidental, por pura acumulación. «Y resulta que todo eso cabe ahora en un móvil. Tengo que decidir qué hago con todos esos discos porque tu mujer o tu novia puede acabar tirándotelos», bromea.

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– ¿De dónde sale esa conexión suya con la música cubana?

– Es difícil decirlo con palabras. ¿Por qué te gusta el helado de chocolate? No se sabe. Es algo que uno siente. La música afrocubana es algo muy excitante. Cuba no es un lugar grande, pero su nivel musical es increíble. Diría que en Estados Unidos hay músicos de allí que también interpretan ese tipo de música. Es un regalo de Cuba al mundo. Esta película se rueda en México en donde el mambo se convirtió en un movimiento que empezó a mirar hacia África, de donde salió. Sus raíces son allí. Me costó casi treinta años descubrir lo que significa el mambo, pero me encanta la música y una de las cosas que mejor sé de mí mismo es que tengo mucha curiosidad.

– Cuando empezó con este proyecto era otra historia sobre los músicos cubanos que se marcharon a México, no especialmente centrada en El Gran Fellove.

– El origen de la película fue muy orgánico. Mi amigo Joey (Altruda), que vive en Los Ángeles y trabaja con músicos mayores, me habló de El Gran Fellove. Él juntó a un grupo de jóvenes músicos cubanos en México para que le acompañaran en una grabación y yo fui con una cámara pero no estaba muy seguro de qué saldría de ahí. Estuve escuchando la música, pero no conocía la historia, ni el trasfondo. Sí tenía claro que el metraje y la música que había grabado eran muy interesantes y a partir de ahí, el personaje se iba a convertir en una historia más grande sobre el exilio cubano en México durante los años cuarenta y cincuenta. Es como 'Buena Vista Club Social', pero en este caso sobre los músicos cubanos en México. Fellove no sabía quién era yo, no me conocía, pero tenía la esperanza de que iba a relanzar su carrera. Sin embargo, el disco se quedó sin publicar. Todo el mundo hablaba muy bien de él, hasta su propio dentista se convirtió en su representante. Yo conocí su historia por viejos artículos y fotos, no porque él no me la contara, sino porque no pensaba en el pasado, sólo en qué íbamos a hacer mañana. Quería hacer rap, música electrónica, pero no pudo. Al final, estaba en una residencia de ancianos, con demencia senil. Una de las cosas que más me alegra es que él sabía que yo iba a volver, que no le había olvidado y que iba a contar su historia.

– ¿La actual situación política en Cuba ha tenido su papel a la hora de hacer posible que se contara esta historia?

– Sí, obviamente. Fellove salió en 1955 de la mano de un amigo que luego volvió porque apoyaba la Revolución, que luego dividió a familias, rompió amistades... Sin embargo, Fellove nunca rompió el contacto con su familia en Cuba, aunque es algo que no se ve mucho en la película. No volvió a la isla hasta 1979, cuando EE UU lo permitió por primera vez desde el triunfo de la revolución, pero no pudo ser profeta en su propia tierra. Yo sabía que cuando Fellove hablaba de José Antonio Méndez lo hacía con un fuerte sentimiento de amistad, pero no tenía pruebas hasta que encontré sus fotos y sus cartas. Es como ver formarse una vida y dar un poco de voz a esa historia es muy interesante.

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– Aparece usted en la película con una impresionante pared de discos, aunque dice que no se considera un coleccionista.

– Sí lo soy, pero orgánicamente. Es que me gusta la música y cuando empiezas a conocer a otros coleccionistas descubres más discos. Vas a Queens y encuentras a un tipo de que tiene unos discos que tú estás buscando, otro en Brooklyn lo mismo o un tío que se iba a divorciar y que vendía los suyos... A lo largo de mi vida he acabado reuniendo muchísimos discos y resulta que todo eso ahora cabe en un móvil. Tengo que decidir qué voy a hacer con todo eso. Si no tienes cuidado, tu novia o tu mujer los van a tirar en la calle...

– ¿Cree que la música es una buena forma de contar historias?

– La única asignatura que me iba bien en el colegio era la de Historia, pero no puedes dar a la gente una lección. Tienes que darle hechos, tienen que importar las personas y a partir de ahí comienzan a abrirse las puertas. Puedes hablar de racismo, música o política, podemos aprender nombres y fechas, pero tienes que conectar con la gente. Primero, la emoción y luego, la información. Tienes que tener interés en la gente.

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Vídeo. Photocall de la película 'El gran Fellove'. Foto: Arizmendi

– ¿Cómo ve la actual situación política en Estados Unidos?

– Es una pregunta muy complicada y probablemente no soy el más adecuado para contestarla. A mí me interesa la gente. Odio la política. Me preocupa la situación, estoy descontento con el actual Gobierno, que ha politizado un asunto como la salud pública durante una pandemia. No voy a decir el nombre de la persona de la que estoy hablando, pero todos ustedes saben a quién me refiero. En ocasiones, la política divide a la gente de forma artificial, pero los cubanos y los estadounidenses siempre han tenido muy buena relación, al margen de lo que estuviera pasando.

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– ¿Consideraba importante dar voz a estos músicos ya mayores?

– Sí, quería dar a este gente la voz que no tenían. Es gente mayor que se iba a ir a la tumba con esas historias y es muy importante contarlas antes de que eso pase. Podía haber seguido contando tantas cosas más. En los mismos Estados Unidos, no hace tanto tiempo que los negros no podían entrar en muchos sitios y eso también pasaba en Cuba. En la película se cuenta cómo un negro cubano quería entrar en un night club y no le dejaron. En México no les trataban así. No digo que sea un país perfecto, pero en aquellos tiempos tenían una forma distinta de ver las cosas. La gente con la que hablé me comentó que daban muchas más oportunidades.

– Ha dicho en la rueda de prensa que los documentales le resultan tan excitantes o más que las películas de ficción. ¿Por qué?

– ¿Cree que soy masoquista? (Risas) Es duro hacer documentales. Soy un actor de ficción, pero sí, estamos en una edad dorada de los documentales. Atraen al público y hoy en día hay mucha gente haciéndolos, algunos con formatos nuevos y rupturistas. 'El Gran Fellove' no es un experimento, pero tenía que buscar una forma de contar la historia. Hay otros cineastas que hacen documentales mucho más experimentales. Yo no me opongo a eso, pero para mí era tan importante contar esta historia y dejar que los que participan la contaran también que he hecho una película muy informativa.

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