La atmósfera pútrida de la Argentina previa a la dictadura es la protagonista de 'Rojo', la película de Benjamín Naishtat, protagonizada por Darío Grandinetti, Alfredo Castro y Andrea Frigerio, que ayer se proyectó en la Sección Oficial. «Aspiro a que esta película nos haga reflexionar sobre la necesidad de estar atentos porque no se van nunca, están siempre ahí, aunque cambien sus formas de actuar. Para que no nos sorprendan más por su objetivo es quedarse con todo», advirtió Darío Grandinetti, en referencia a las pulsiones totalitarias.
Publicidad
El intérprete compareció en rueda de prensa acompañado de sus compañeros de reparto, del realizador del filme y de los productores Federico Eibuszyc y Bárbara Sarasola-Day. Y fue precisamente la juventud del director, nacido en 1986 en Buenos Aires y que por lo tanto no conoció en persona la época retratada, uno de los ejes centrales de la rueda de prensa. Alabado por Grandinetti y Alfredo Castro por acercarse a esta época de la historia reciente argentina, Naishtat aclaró que no es necesario conocer de primera mano un tiempo concreto para interesarse sobre esa etapa, antes de explicar que «en mi historia familiar sí que hay vinculación porque mis padres se tuvieron que exiliar cuando un comando paramilitar quemó su vivienda en Córdoba a causa de su militancia».
Alfredo Castro, chileno de nacionalidad, pero con una historia común como parte del Cono Sur Latinoamericano, reconoció que lo más le atrajo de su papel fue la contradicción «ética entre un hombre de fe, con fuertes convicciones religiosas, y su complicidad con todo lo monstruoso que puede ser el ser humano». Y 'Rojo' invita a pensar «en cómo una sociedad puede crear esos monstruos», afirmó el intérprete chileno. Castro aseguró sentirse «emocionado por que gente joven esté tocando este tema desde la impunidad -en referencia a su país- de más de cuarenta años, con militares que aún hacen su vida cotidiana».
No así en Argentina, explicó el director, en donde la jurisprudencia diferencia entre el terrorismo de estado y cualquier otra cosa. En Argentina se ha juzgado el terrorismo de estado y se ha condenado a los represores a cautividad» en una decisión que, según dijo, «la sociedad acompañó». En este punto, Grandinetti recordó el reciente intento del Gobierno Macri de aplicar a los militares condenados «el 2 x 1, es decir, computarles dos días de cárcel por cada uno cumplido, y la sociedad no lo permitió». Admitió el actor que quizás aún haya una cierta división en su sociedad porque «todavía hay una cantidad de gente a la que no le parece justo que 'esos pobres viejecitos' -así los llaman- estén en la cárcel. Y otros pensamos que debe hacerse justicia, que fueron condenados en juicios justos, cosa que ellos no hicieron, y nunca se han arrepentido ninguno de ellos» y así lo manifiestan. En ese sentido, añadió, «es muy difícil esa seudorreconciliación que algunos proponen».
Andrea Frigerio sí vivió aquella época. «En 1975, tenía catorce años y lo que más me importa es que gente joven haga esta película. Vivíamos en una sensación de doble moral, de no preguntar, de no querer saber, ni ser amigo de gente cuyo origen social no sabíamos porque podías acabar con tu nombre en una agenda y que eso te costara la vida», rememoró la intérprete.
Publicidad
Benjamín Naishtat, que reconoció que a la hora de abordar la filmación de 'Rojo' había revisitado el thriller estadounidense de los años setenta, con atención especial a los filmes de Sidney Lumet, destacó que la historia que se relata en 'Rojo' «es indisociable de la época en la que transcurre, no hubiéramos podido tratar ese argumento en cualquier tiempo», un tiempo previo a la llegada de «la era del plomo y de la dictadura». El director aseguró no tener claro a qué obedece el título de 'Rojo' que finalmente lleva el filme. «Que cada uno haga su relación, no tengo una respuesta absoluta, hay una teoría simbólica en cuanto al momento político que se vivía y luego hay también un momento epifánico relacionado con la sangre». En cualquier caso, dijo Grandinetti, «en el cine argentino nunca se había puesto antes el acento en la complicidad civil. El huevo de la serpiente merece atención, sobre todo, viniendo de alguien tan joven que no vivió esa época».
El productor Federico Eibuszyc dijo que «queríamos contar esta historia sin cascos, ni tanques, con gente que no estaba implicada en la política que precisamente por no querer estarlo estaba más implicada que nadie».
Publicidad
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.