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Marcos Rodríguez
Viernes, 29 de septiembre 2023, 14:48
Hace cincuenta años Víctor Erice recibió la Concha de Oro por 'El espíritu de la Colmena'. Entonces, «la mitad del cine pateaba y la otra mitad aplaudía», lo cual «era un índice de su vitalidad y de que fue una película hecha a contra tiempo, ... o contra el tiempo, para lo que eran las pautas y convenciones del cine de ese momento», recordó este viernes el cineasta en su comparecencia ante los medios de comunicación.
Medio siglo después, el cineasta ha vuelto a San Sebastián, ciudad en la que descubrió el cine cuando era niño. para recibir el Premio Donostia. El director y guionista repasó el efecto que ha tenido el cine en él como faceta sanadora. «Hay arte que irrumpe en nuestras vidas, músicas, libros, películas que, de repente, irrumpen en nuestras vidas y nos modifican» de forma que crecemos «en conocimiento».
Erice, quien lució una camiseta de los hermanos Lumiére durante la rueda de prensa, recordó que, durante las últimas décadas en el cine todo ha cambiado mucho, «del proyecto original de los hermanos Lumière solo queda la sala cinematográfica, las películas se producen, se realizan y se distribuyen de una forma distinta. Ahora solo queda la sala como residuo». Y aprovechó para reivindicar la importancia de éstas: «una verdadera película reclama como medio natural absoluto la sala». También quiso dar valor al acto de ver una película en compañía: «hoy las grandes corporaciones tienen una tendencia a apoderarse de todas las ventanas, pero se pierde uno de los proyectos originales del cine desde su nacimiento. Ver una película era un acto de contemplación. Esta experiencia era una actividad que se desarrollaba en el conjunto de la sociedad. Abandonabas el cerco familiar y encontrabas a los demás. Era una experiencia ciudadana compartida».
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El director de 'El Sur' y 'El sol del membrillo', reparó también en que «el desarrollo tecnológico ha provocado que contemplar una película tenga lugar en la privacidad doméstica. El impulso que hay en las fuerzas que dominan la economía del cine es que nos quedemos en nuestro rincón con nuestros artilugios. Yo reclamo y reivindico la experiencia pública».
Erice se mostró muy emocionado en algunos momentos de su comparecencia, como cuando recordó algunas palabras del artista Jorge Oteiza. «Oteiza pensaba en que el arte tenía que convertirse en educación estética e incorporarse a la sociedad. Fue un proyecto truncado. Él decía de manera rotunda: 'El arte debe morir para que el hombre viva', que es el gran tema artístico del siglo XX». E incidió en que «pasar del arte a la educación implica ese proceso de sanación».
A sus 83 años, Erice acaba de estrenar en el Zinemaldia su cuarto largometraje, 'Cerrar los ojos', justo 30 años después de su anterior película, 'El sol del membrillo'. En este contexto, señaló que él no considera que haya estado 30 años sin hacer cine, porque, fuera del marco del audiovisual, donde solo se contabilizan los largometrajes, «hay verdadera vida». «La mayor vitalidad de lo que pueda ser el cine se da en la periferia del sistema», señaló. Al margen de la creación, Erice imparte talleres formativos a jóvenes cineastas, aunque al referirse el futuro éstos ha admitido que lo ve de una forma más pesimista que la de su generación, «por culpa de la polución actual de las imágenes». También les recomendó que como espectadores «hagan suyas las películas, porque el cine es del público».
Pese a los cambios que ha experimentado, para Erice el cine mantiene esa capacidad de «emoción», y al mismo tiempo crea «una cierta fraternidad universal», y a través de las películas «se tiene la sensación de pertenecer a una familia». «Más allá del hecho cultural, uno encuentra ese efecto de fraternidad en otros cineastas», indicó.
Sobre su último trabajo, rechazó que 'Cerrar los ojos' sea una película «testamentaria» como se ha dicho, porque, si acepta eso, no tiene «más destino que el museo de cera, la jubilación y el cementerio». «Comprenderán que me resista», añadió. También negó que sea una filme «nostálgico», aunque es «evidente», dijo, que hay «un antes y un después».
Por su parte, el actor José Coronado, uno de los protagonistas de 'Cerrar los ojos», confesó que «ha sido un privilegio trabajar al lado de este gran maestro y gran persona» que hace un «cine de una honestidad y autenticidad difícil de encontrar en estos tiempos». Para la actriz Ana Torrent volver a San Sebastián con Erice ha sido «tremendamente emocionante». porque, cuando trabajó con él en 'El espíritu de la colmena', era «una niña fascinada con el cine, confundiendo realidad y ficción y ahora es una experiencia totalmente diferente».
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