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Lorea Ibarzabal lleva el arte en la sangre. Daniel, su padre, es escultor; Manuel Padorno, su abuelo por parte materna, fue un destacado poeta, ... pintor, editor y académico. Y ella, en este caso siguiendo los pasos de Patricia Padorno, su madre –fue la primera plusmarquista española de la milla–, es una artista sobre la pista. Su emocionante victoria en la final de los 800 metros fue una de las grandes sorpresas del Campeonato de España bajo techo disputado el pasado mes en Gallur. Talento y capacidad de trabajo le sobran, aunque las lesiones le han jugado demasiadas malas pasadas a esta mediofondista de 26 años que esta temporada ha dado el gran salto.
Ella es madrileña, aunque su padre es zumarragarra. Su madre, canaria. Y fue allí, en Las Palmas, donde la atleta que viste la camiseta del Atlético San Sebastián desde hace tres campañas nació en 1994, aunque creció en Alcobendas. «Cuando era pequeña, mis padres tuvieron que dejarme cerca de cuatro meses con mis abuelos. Y estuve en Zumarraga. Iba a La Salle», explica esta mujer que en estos momentos se ejercita en Valladolid y que ha corrido los 800 metros en pista cubierta en unos buenos 2:05.74. «Mi padre se fue a Estados Unidos a estudiar y, al regresar, se quedó en Madrid. Pero mi familia por su parte vive en Euskadi. Mis abuelos, en estos momentos, en Donostia. Y tengo tíos en Zumarraga, Ordizia y Amorebieta. Siempre que podemos, nos escapamos al Norte».
La mediofondista fichó por el Atlético al regresar de Estados Unidos y tras dejar el club de Alcobendas –el CAP–, su localidad. «Estudié una Ingeniería Mecánica en la Universidad de Portland y también estuve haciendo un máster en Los Ángeles. Me fui con 2:10 en 800 y volví con 2:07. Fue todo un aprendizaje», apunta. Eso sí, su mejor momento lo ha encontrado con el técnico Uriel Reguero en Valladolid. «Estoy cursando un máster en Big Data deportivo. Desde que volví de Estados Unidos decidí apostar por el atletismo». Este año ha visto la recompensa con un título estatal.
«Sabía que si llegaba a los últimos metros con el grupo iba a tener opciones. Los 50 metros finales son mi punto fuerte». Y vaya si las tenía… Ganó con una espectacular remontada, logrando su primer oro –y medalla también– en un Campeonato de España absoluto. «Mi padre dice que esa capacidad para esprintar me viene de él». Aunque sobre todo Daniel jugó a baloncesto –lo hizo en el Goierri–, en su etapa en América practicó atletismo. «Hacía, como yo, 800. A veces también 400. Cuando voy a Madrid, muchas veces me apoya corriendo o con la bici». Ahora tiene una empresa de cubiertos de madera, Ekho. «Lo de las esculturas es un hobby, aunque últimamente está con muchas exposiciones y vende bastantes».
Lorea es consciente de que su mayor hándicap son las lesiones. «Soy de cristal. Lo sé. Pero cuando tengo continuidad, soy capaz de hacer buenas marcas». Es precisamente lo que le ha ocurrido esta temporada, aunque comenzó tarde a prepararla. «El año pasado, tuve un edema que me impidió competir. Volví a la carga a finales de octubre. Y ha sido una sorpresa correr tan rápido este invierno. Ha habido años en los que he sido capaz de hacer entrenamientos más espectaculares que este».
Nació en Canarias en 1994, vivió tres meses en Zumarraga.
Su familia: su padre, Daniel, es zumarragarra; su madre, Patricia, es canaria y fue una destacada mediofondista. Sus abuelos por parte paterna viven en Donostia.
Logros: Campeona de España indoor de 800 metros.
Club: Atlético San Sebastián
Y esto es precisamente lo que le hace creer en que, al aire libre, en el anillo de 400 metros y no en el de 200 como bajo techo, puede lograr un gran registro en 800. En 2:05.05 corrió en agosto de 2019 en Bélgica. Ganas de mejorar no le faltan a Lorea.
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