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Iñigo Aristizabal
Jueves, 6 de junio 2024, 02:00
Llegó a Irun con 36 años y se marcha con 44, tres subcampeonatos de Liga y cuatro participaciones europeas. Ocho temporadas ha estado Jacobo Cuétara ... al frente del Bidasoa Irun y, para entender la cifra, que le coloca como segundo entrenador con más años en el club amarillo tras Juantxo Villarreal, sirve el dato de que solo Iñaki Cavero sigue de la que fue su primera plantilla en el curso 2016-2017.
– ¿Con qué sensaciones han vuelto de la Copa del Rey?
– Contentos. Estoy orgulloso del equipo. Hicimos un primer partido muy sólido, en el que se vio Bidasoa por todos los lados. Marcamos territorio muy rápido y fuimos muy solventes. Había que hacerlo así. Muchas veces esos partidos no son fáciles a nivel de mentalizarte.
– Contra el Barça se hizo de noche, 4-13 en el minuto 13, y luego casi logran una proeza.
– Tuvimos un mal arranque. Nos encontramos a un Barça en su mejor momento, en vísperas de la Final Four de la Champions. Pero nos supimos recomponer y ya en el último tramo del primer tiempo fuimos nosotros y maquillamos un poco el resultado. En la segunda parte fue espectacular el nivel del equipo compitiendo contra el Barça. No es fácil ir perdiendo por diez goles contra el Barça y ponerte a dos. Pero este equipo cree en sí mismo, en que se puede conseguir y siempre lucha hasta el final.
– El club ha difundido un vídeo con parte de la charla previa al partido contra el Barça convenciendo a los jugadores.
– Es la realidad. Sabíamos que podíamos plantarles cara, había que mirarles a los ojos. Hemos sido el equipo que en los tres partidos más guerra ha dado al Barcelona, incluso así lo dicen ellos. Y es para irse muy orgulloso.
– En las fases finales de la Copa del Rey el Bidasoa siempre cae en cuartos de final o en semifinales.
– Esta vez la parte del cuadro condicionaba mucho, pero también íbamos liberados porque habíamos conseguido la plaza europea con nuestro subcampeonato. Es verdad que nos cuesta. Los últimos años siempre nos elimina el equipo que más en forma llega. En ese sentido, en la Copa importa mucho cómo llegas y nosotros nos basamos más en la regularidad de todo el año que en estar muy bien en un momento puntual. Y eso se nota en una competición como la Copa.
– Echemos la vista atrás, a hace ocho años cuando recibió la llamada del Bidasoa.
– Era un equipo recién ascendido y un proyecto con mucho margen de crecimiento. Además, un club histórico y un contexto en el que se vive mucho el balonmano, en el que hay mucho conocimiento. Se me planteaba un reto muy bonito, que era conseguir que el Bidasoa volviese a ser lo que fue, uno de los mejores equipos de España. Creía que se podía hacer con el paso de los años, pero fue más rápido de lo previsto.
– ¿Era difícil decir que no al Bidasoa?
– Sí. Sobre todo yo, que me baso mucho en seleccionar proyectos deportivos. No solo en llevar un equipo, sino construir algo más allá. Y me ficharon para ayudar a mejorar la estructura deportiva. Además, estamos hablando de un club histórico.
– Empieza de cero en 2016.
– La dificultad de un proyecto nuevo radica en cambiar cosas y en convencer. Y no es fácil. Cuanto más bagaje tienes como entrenador es más sencillo, pero cuanto menos, resulta más complicado porque aparte de convencer tienes que conseguir resultados. Necesitas la suma de todos los factores para poder sacar los objetivos adelante. Fueron años complicados, porque los cambios siempre son traumáticos. El primer año es el de la lucha por la permanencia, el segundo parece que creces, pero no todo va tan rodado como quisieras y el tercero es el de la explosión. Todo fluye, todo circula, todo el mundo entiende lo que quieres y lo comparte y está convencido.
– Viniendo de la segunda categoría, en aquellas temporadas no tenía presión.
– Bueno... Estaba la mayor de las presiones, que es la de que no se puede descender. Luchar por la permanencia es una presión que no tiene nada que ver con luchar por títulos. Salimos adelante y luego fuimos hacia arriba, pero la primera temporada teníamos que mantenernos como fuera.
– Al tercer año, el Bidasoa Irun acaba subcampeón, el mejor de los mortales. ¿Dónde estuvo la clave para lograr ese resultado?
– Ese verano ya sabíamos que iba a ir muy bien, aunque quizás no tan tan bien. Desde la directiva y el cuerpo técnico teníamos sensaciones muy buenas. Habíamos ido construyendo, nos quedaba una plantilla muy enfocada a lo que queríamos, habíamos hecho fichajes muy del gusto de lo que queríamos plantear en el juego. Y también a nivel de personalidad, los jugadores encajaban mucho con el proyecto. Nos dimos cuenta en los partidos amistosos del verano. Ganar a Logroño, perder por uno contra Nimes, empatar súper cargados contra Ademar, ganar el Torneo de Egia, que nadie se acordaba cuando era la última vez...
– El Bidasoa tocó techo con aquel subcampeonato en 2019, pero le quedaba la guinda del pastel, jugar la Champions League.
– Eso fue muy bonito, algo muy especial. Prácticamente el mismo equipo que había conseguido la clasificación fue el que jugó la Champions. Recuerdo a los jugadores sacándose fotos con los carteles de la competición. Para muchos era la primera vez, incluso en Europa. Fuimos a ver qué pasaba y de repente estábamos líderes, no perdíamos... Fue como vivir un sueño pero era realidad. Y jugadores que pensaban que ya no iban a vivir algo así, como Iker Serrano o Sergio de La Salud, también pudieron disfrutarlo.
– El Bidasoa ya había cambiado de piel, del recién ascendido a equipo grande. Se produjo un cambio de rol.
– Pasamos a ser un rival a batir. Y nos encontramos con una dificultad añadida, porque hasta entonces siempre había sido el mismo equipo o muy parecido. Pero salieron algunos jugadores, porque cuando estás arriba los buenos se van, y había que recomponer el equipo y seguir estando arriba con distintas plantillas. Entonces conocimos la presión de tener que ganar siempre, mientras que los rivales si consiguen darte guerra o ganarte es un éxito para ellos y jugaban sin esa presión. Eso lo fuimos aguantando hasta dar un siguiente nivel. No solo fuimos de nuevo subcampeones, en 2021, sino que además conseguimos que en la reconstrucción fuesen entrando jugadores jóvenes que llevamos años trabajando con ellos. Son efectivos que dan su fruto y que son muy importantes no solo a nivel deportivo, también desde el punto de vista social, institucional y económico. Y por último, tenemos el tercer subcampeonato en seis años con tanta gente joven.
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– Han entrado fuerte.
– Son una realidad. Como vamos unas temporadas viéndolos de menos a más, nos parece que ya son mayores, pero siguen siendo jovencísimos. A veces se nos olvida que tienen 21 ó 22 años. Ha sido un proceso en el que no pensábamos que iba a dar tantos frutos, que iban a llegar todos. Y otros han salido cedidos a equipos de Plata o de Asobal. Sacar jóvenes para el primer equipo es equiparable en cuanto a orgullo con los subcampeonatos.
– ¿Lo más complicado fue compaginar la Liga con las competiciones europeas?
– Jugar en Europa suponía una carga de partidos estratosférica. En la última European League jugamos catorce partidos. Y en la Champions League, diez antes de Navidad. No es solo el desgaste físico y mental, más los viajes, sino que entrenas mucho menos y preparas menos. También tiene cosas positivas como he dicho siempre, que te da un ritmo de competición, aunque es difícil mantenerlo. Y que son grandísimas experiencias. Nuestros jóvenes han jugado con responsablidad y eso acelera mucho su evolución.
– ¿Alguna vez pensó que podría estar ocho años en este club?
– Cuando fichas siempre quieres estar el mayor tiempo posible. Pero no, no pensé que podría estar tanto tiempo. Por otro lado, ha pasado muy rápido. Me he encontrado muy a gusto desde el primer día. Todo el mundo me ha hecho sentir uno más y eso hace que disfrutes del día a día.
– Y, por otro lado, cuando llevaba seis, siete, ocho temporadas... ¿pensaba que se iba a acabar?
– Mi ilusión era seguir, pero a la vez era consciente de que iba ser difícil que me dejasen. Todas las temporadas, incluso cuando hemos conseguido grandes logros, mi motivación no bajó.
– ¿Qué pasó?
– El club decidió que quería cambiar. Es una pregunta más para la directiva que para mí.
– ¿El revuelo por la no renovación afectó al equipo?
– Estoy muy orgulloso de que no afectara y varias veces he dado las gracias a jugadores y cuerpo técnico porque en ese intervalo de tiempo conseguimos grandísimos resultados. Y no es fácil. Sí que a medio largo-plazo acabó pesando el cambio de ciclo, pero en el momento más sensible el equipo compitió muy bien.
– Hubo también una reacción a su favor de los aficionados.
– Eso fue increíble, no tengo palabras. Fue muy especial que corearan mi nombre en los partidos, también el día de la despedida. E incluso lo he vivido en el día a día por la calle. Gente que me expresa el afecto, el cariño. Muchos que me decían que qué pena, qué injusto que no fuera a seguir.
– Adiós Bidasoa e Irun, hola Torrelavega.
– Me voy feliz y orgulloso de este ciclo aquí, muy alegre por el afecto de la gente. En el cambio, estoy súper ilusionado, porque es un club que me ha demostrado mucha confianza en mi trabajo, ofreciéndome además cuatro temporadas, que no es habitual. Es una muestra de confianza que te da mucha seguridad. Estoy muy motivado, creo que va a ir muy bien.
– ¿Qué se va a encontrar allí?
– Es un equipo que lleva tres temporadas en Asobal y va a haber bastantes cambios en la plantilla. Me ha sorprendido mucho la ilusión que genera el proyecto en todo el mundo, incluso en los jugadores que hemos fichado. Muchos han querido ser partícipes de este proyecto y muy pocos nos han dicho que no. Mejorar y evolucionar, ese es el objetivo.
– Lo que no esperaría es que estuviera clasificado para Europa.
– En primer lugar, me alegro mucho por el club. Está todo el mundo muy ilusionado y puede ser positivo para el crecimiento del club. También me alegro por el cuerpo técnico que lo ha conseguido, porque que es la manera justa de terminar un gran trabajo que realizaron allí. Para mí es una responsabilidad asumir este reto, que va a añadir una dificultad a lo que es la temporada, pero no me asusta.
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