![Coger la fuga es un vestigio del pasado](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2024/07/09/philipson.jpg)
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Iñaki Izquierdo
Martes, 9 de julio 2024, 20:31
El ciclismo, como el boxeo, es profesional desde los inicios. Del espíritu olímpico, de la mística del amateurismo, nunca quiso saber nada. Hasta 1996 –cien años después de los primeros Juegos modernos– solo participaban corredores aficionados; luego, la modernidad ha ido acomodando a este deporte ... en el programa olímpico y ahí está, aunque metido con calzador. Profesional desde el primer día, el ciclismo siempre ha tenido claro que se corre para vender, que la firma que aparece en el pecho del maillot sigue siendo objeto de respeto reverencial.
Hasta hace no mucho, 'coger la fuga' era la instrucción en los autobuses de los equipos modestos. Atacar de salida y entrar en la escapada consentida para 'dar visibilidad' al patrocinador, salir en la tele y esperar a que el pelotón acabase con la aventura cuando tuviera a bien. Pero en este Tour se está viendo que esa retórica es un vestigio del pasado.
Las escapadas de regalo ya no le gustan a nadie. Abocan a la mediocridad. Esos kilómetros sin esperanza condenaban a pensar mucho a los enviados al matadero. ¿Qué hago yo aquí? En esta carrera no está habiendo esa clase de fugas a las que el pelotón trata con condescendencia. Por eso etapas como la de este martes, con el pelotón agrupado sin que aparezcan aventureros, todo el mundo consciente de que habrá sprint. Se busca el corte al principio del día, pero si no funciona, si el resultado de los ataques no es convincente, la gente para.
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En este Tour –y el Tour marca tendencia– se ataca para ganar. Las escapadas son competitivas, no publicitarias, sin que esto ultimo tenga nada de malo, todo lo contrario. La firma se defiende a toda costa. No hay equívocos con eso. Pero ahora se considera que la mejor publicidad ya no es solo aparecer, sino hacerlo en los momentos importantes y que esa obligación no es un privilegio exclusivo de los grandes, sino una exigencia para todos, cada uno dentro de sus posibilidades. En este Tour, las escapadas que hay, llegan: Bardet (DSM), Vauquelin (Arkea), Turgis (Total). Es porque son buenas, bien planteadas y con corredores capaces. Aquellas fugas sin esperanza de los jornaleros de la gloria parecen condenadas a la extinción, aunque habrá que verlo en la Vuelta a España en agosto, con un nivel de equipos invitados inferior al del Tour.
La ronda gala puso rumbo al sur hacia el Macizo Central, primero, y los Pirineos, después. Nadie identificó opciones de victoria en fuga y nadie quiso escaparse para nada. Así que hubo sprint.
Ganó Jasper Philipsen (Alpecin), de los pocos corredores del pelotón que si se anota una etapa en el Tour no logra su mejor victoria del año. El neerlandés se adjudicó la Milán-San Remo en marzo y, como entonces, ayer tuvo la ayuda de Mathieu van der Poel. El campeón del mundo –ganador este año de Tour de Flandes y París-Roubaix– condujo muy bien a su compañero en el complicado kilómetro final y le dejó en posición inmejorable en la recta de meta. Pero no cerca, había que resolver. El sprint de Philipsen fue muy bueno y batió fácil a Girmay (Intermarché). Gaviria (Movistar) dio una exhibición de manos para colocarse él solo en el mejor sitio, pero le faltaron piernas para remontar. Fue quinto. Está bien, a alto nivel después de su travesía del desierto.
Por el momento, Girmay sigue siendo el dominador de los sprints con dos victorias. En lo que resta de Tour apenas quedan tres finales más para velocistas: este jueves, el viernes y el martes de la semana que viene. Este año, a los sprinters no les queda París, ya que la carrera terminará en Niza con una crono.
Este miércoles vuelve la carrera de los primeros de la general, en el Macizo Central. El Tour no regresa al Puy de Dôme, sino al Puy Mary Pas de Peyrol como punto culminante de un final exigente. Zona volcánica, Remco Evenepoel (Soudal) quizá considere que tiene algo que decir sin esperar a los Pirineos el fin de semana.
Es la segunda etapa de montaña de esta 111ª edición tras el paso por el Galibier en la cuarta jornada. Aquel día, Pogacar soltó a todos sus rivales y el UAE desarboló por completo a Visma, aislando a Vingegaard a cuatro kilómetros de la cima. Las demás diferencias en la general son las que se produjeron en la crono, donde ganó Evenepoel.
Este martes, todos los favoritos corrieron cómodos. Parece poca cosa, pero la ampliación de la zona de seguridad en los sprints de los últimos tres a los últimos cuatro kilómetros está dando tranquilidad a las llegadas. Este miércoles la cosa cambia. La dureza del final y los 211 kilómetros pueden hacer daño camino de Le Lioran.
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