El espectador que tiró el bidón a Van der Poel se entrega a la policía

El ciclista neerlandés conquistó su tercera París-Roubaix consecutiva, imponiéndose en solitario este domingo en el velódromo de la ciudad industrial del norte de Francia, por delante de un combativo Tadej Pogacar.

El campeón del mundo esloveno y Van der Poel protagonizaron un mano a mano hasta que, a falta de 38 km para la meta, Pogacar entró demasiado rápido a una curva y acabó con la bicicleta en el suelo, dando la ocasión al neerlandés de ganar de nuevo la 'Reina de las Clásicas' y el octavo 'monumento' ciclista de su carrera.

Durante varios kilómetros, Pogacar pareció que podría recortar la desventaja de 20 segundos con respecto a Van der Poel, pero acabó entregándose cuando tuvo que cambiar de nuevo de bicicleta unos kilómetros más tarde.

Van der Poel volaba en los sectores de pavé y ni siquiera un pinchazo en el tramo final, por el que también tuvo que cambiar de máquina, ni el lanzamiento a su cara de un bidón de agua por parte de un espectador a unos 15 km de la meta, puso en peligro su triunfo.

Mathieu van der Poel declaró tras vencer la carrera que su intención era emprender acciones legales contra el espectador que le lanzó un bidón en pleno rostro durante uno de los tramos adoquinados de la carrera.

Sobre el lamentable incidente el campeón neerlandés señalaba tras la carrera que se trata de un acto «inaceptable». «Era un bidón lleno, pesaba medio kilo y yo iba a 40 kilómetros por hora. Es como recibir una piedra en la cara. Me dolió mucho. Espero que podamos identificar al espectador y emprender acciones legales».

Según las imágenes de televisión, el corredor de Alpecin fue apuntado deliberadamente por un espectador que le lanzó un bidón a la cara en el sector empedrado de Templeuve, a unos 33 kilómetros de la llegada a Roubaix.

El neerlandés ya había sido objeto de escupitajos en el E3 Harelbeke esta misma temporada. Un espectador tiró patatas fritas a Pogacar y Vingegaard en el Tour del año pasado. Las carreras más populares, que atraen multitudes, tienen un problema de seguridad.