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Luca Corsi
Domingo, 13 de abril 2025
La París-Roubaix admitió a Tadej Pogacar (UAE) y le reconoció entre los grandes. Pero antes de abrirle las puertas de par en par le ... cobró una cuota de entrada. El esloveno debutaba en el 'Infierno del norte' y la carrera de los caminos de piedras por donde se sacaba el carbón de las minas le pasó peaje. En una curva a derechas en el tramo adoquinado entre Pont-Thibaut y Ennevelin, Pogacar se fue contra la valla y la París-Roubaix le explicó que no se puede fallar cuando se rueda mano a mano con uno de los mejores de todos los tiempos. Mathieu van der Poel (Alpecin), brillantísimo, esquivó al esloveno y se fue directo hasta el velódromo de Roubaix, a donde llegó en solitario y logró su tercera victoria consecutiva, gesta que solo habían logrado en las 121 ediciones anteriores Octave Lapize (entre 1909 y 1911) y Francesco Moser (entre 1978 y 1980). Una, dos y tres, señaló con los dedos. El nieto de Poulidor, a los 30 años, es un grande de la historia del ciclismo.
Van der Poel ganó la París-Roubaix con las manos, con su dominio mágico de la bici. Todo cuenta a este nivel. Hasta entonces, el campeón del mundo le estaba apretando. El neerlandés admitió en meta, tras ganar el octavo monumento de su carrera, que en ese momento iba sufriendo. La caída, a 38 kilómetros de la llegada, cambió la carrera, ya que Pogacar no fue el mismo después del golpe. Tuvo que volver a cambiar bici, pero para entonces ya estaba claro que la carrera se le había ido. Cuando Van der Poel pinchó en el Carrefour de l'Arbre tenía más de un minuto de ventaja y su triunfo no corría peligro.
Pogacar cruzó la meta segundo a 1:18, pero abrió las puertas de Roubaix. Demostró que es una clásica a su alcance, algo que aún no puede decir de la Milán-San Remo, el otro monumento que falta en su palmarés, que este año también ha ganado Van der Poel. La carrera italiana, la más fácil de las cinco grandes clásicas, es un jeroglífico muy difícil de descifrar para el esloveno, porque no encuentra terreno para abrir diferencias.
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Los tres últimos días de competición de Pogacar esta temporada han sido Milán-San Remo (3º), Tour de Flandes (1º) y París-Roubaix (2º). Van der Poel ha hecho el mismo calendario -fue tercero en Flandes- más E3 (1º).
Los dos empatan en el palmarés de los monumentos ciclistas con ocho cada uno. A Pogacar le faltan San Remo y Roubaix. Se impondrá en Francia, quién sabe qué pasará en la Primavera. Van der Poel no ha ganado en Lieja ni en Lombardía. Probablemente se retirará sin conquistarlas, lo que no desgastará lo más mínimo su brillo de gran estrella.
La exhibición de Van der Poel y Pogacar se produjo a 47 kilómetros por hora de media, con el viento en contra en el bosque de Arenberg. Todas las leyes de la física juegan contra el arcoíris en esta carrera, pero eso no le impidió ser superior a todos los grandes percherones. Mads Pedersen (Lidl-Trek) tuvo mala suerte al pinchar a 71 de meta.
Pogacar afronta ahora las clásicas de las Ardenas, antes de preparar el Tour de Francia, donde Van der Poel también tiene previsto participar. La de ayer es su 54ª victoria en ruta, la cuarta en 2025, dos de ellas monumentos.
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