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Maialen Chourraut se cuela a sus 41 años por cuarta vez consecutiva en la final olímpica del K1 eslalon aunque un error al saltarse un obstáculo le aleja de la lucha por las medallas.

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Maialen Chourraut se cuela a sus 41 años por cuarta vez consecutiva en la final olímpica del K1 eslalon aunque un error al saltarse un obstáculo le aleja de la lucha por las medallas. RFEP
Piragüismo

Una puerta a la eternidad

Maialen Chourraut se cuela a sus 41 años por cuarta vez consecutiva en la final olímpica del K-1 eslalon aunque un error al saltarse un obstáculo le aleja de la lucha por las medallas

Miguel González

San Sebastián

Domingo, 28 de julio 2024

No pudo ser. Una envenenada segunda puerta cercenó las posibilidades de Maialen Chourraut en la final del K-1 eslalon pero se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío, y estar presente en cuatro finales olímpicas consecutivas es algo de lo que puede sentirse muy orgullosa. La línea que separa las alegrías de las decepciones en el deporte es muy fina y en esta modalidad, casi inapreciable porque el más mínimo error es irrecuperable. La guipuzcoana paladeó las mieles del éxito en Londres, Río y Tokio, colgándose los tres metales, y esta vez tuvo que vivir desde la distancia la lucha por un podio en el que su amiga Jessica Fox se subió a lo más alto.

Maialen llegó a París con el reto de ofrecer su mejor versión. Era consciente de que a los 41 años participar en sus quintos Juegos ya suponía de por sí un hito. Se sentía motivada por haberse adaptado al formato de navegación que le posibilitaba seguir peleando con las mejores y su espíritu de superación le impedía ponerse límites. Nunca lo había hecho. Quería sentirse a gusto en el agua y, a partir de ahí, disfrutar de otra experiencia olímpica. En este caso, especial por compartirla no solo con su pareja Xabier sino también con el hijo de éste, Pau, integrante del equipo olímpico. Y cerca de casa.

El sábado, en su estreno en la competición, no se sintió cómoda aunque le sobró calidad para colarse entre las 22 semifinalistas. «No he sido la Maialen que quiero», avisó. Este domingo solo pudo navegar con velocidad en el segundo parcial de las semifinales. La segunda puerta se le atravesó en las dos mangas y eso le hizo completar siempre a remolque el exigente canal de Vaires-sur-Marne sin poder explotar todo el potencial que lleva dentro.

El valor de ser finalista

Acabar entre las doce mejores también en París es algo que el tiempo pondrá en valor. Porque diez se quedaron fuera de la final, varias de ellas con mejor ránking que la guipuzcoana. Estuvo a punto de saltarse la dichosa segunda puerta en la semifinal pero solventó el compromiso a última hora con destreza y siguió sin penalizar en ninguna, aunque se atascó en el tramo final del recorrido y su tiempo se le fue hasta los 106.21 segundos.

Tiró de experiencia en la semifinal para completar una bajada sin penalizar y colarse entre las mejores

Tercer registro provisional tras la brasileña Satila (102.23) y la neozelandesa Jones (104.91). Tenía que superar a cuatro de las doce palistas que restaban por salir, entre las que estaban las máximas favoritas. Falló la china Li, la andorrana Doria se pasó una puerta, con los 50 segundos de penalización pertinentes, y la austriaca Kuhnle marcó cuatro centésimas más. Faltaba una más.

La italiana Horn hizo una bajada impecable y la alemana Funk, campeona olímpica, fue como un tiro a pesar de tocar una puerta roja. Hasta que la checa Galuskova se saltó la puerta 21 al final de su recorrido para que Maialen fuera finalista. El canal no permitía el más mínimo despiste. Era un aviso a navegantes.

Salió con fuerza en la final pero se saltó la segunda puerta y ahí se despidió de la pelea por los metales

La palista del Atlético San Sebastián lo sufrió en sus propias carnes nada más arrancar la manga definitiva en la que se ponían en juego las medallas. Salió muy rápida, con ese impulso que dan las grandes citas, pero volvió a toparse con la puerta dos. A diferencia de la semifinal, esta vez no pudo controlar el bote y se la saltó, perdiendo cualquier opción a pelear por los metales. El resto de la bajada fue una lucha interior entre la cruda realidad y el corazón aún caliente por la altura del evento. Por eso el toque en la octava puerta no pasó de ser una mera anécdota.

No fue la lasarte-oriatarra la única en sufrir el rigor de un recorrido tan exigente. La alemana Ricarda Funk, que se colgó el oro por delante de ella en Tokio hace tres años, también se saltó una puerta en el tramo final cuando peleaba por el primer puesto. El éxito y el fracaso separados por una línea casi invisible. Bien lo sabe Jessica Fox, número uno del ránking y diez veces campeona del mundo, que tuvo que esperar hasta ayer para saborear el oro olímpico. Le acompañaron en el cajón la polaca Klaudia Zwolinska, plata, y la británica Kimberley Woods, bronce.

Maialen, la mujer que lo ha ganado todo, dice adiós a su aventura olímpica en el K-1 pero no a los Juegos. Le espera el Kayak Cross, la prueba que según confiesa le ha traído hasta París y en la que debutará el 3 de agosto. Saldrá como siempre, con la intención de disfrutar y seguir haciendo historia. Maialen es eterna.

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